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Josep Solana: "Quería formar gente que se ganara la vida dibujando"

Desde sus 80 años recién cumplidos, 'Joso', el historietista, el fundador de la pionera escuela de cómic que lleva su nombre, echa la vista atrás

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zentauroepp47642520 josep solana190410142347 / FERRAN NADEU

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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En el mundo del cómic no ha pasado desapercibido el cumpleaños 80 de Josep Solana, 'Joso', como lo conocen todos, el hombre que lleva más de 30 años formando a dibujantes –de aquí, de allá y de acullá– en la Escola Joso de Barcelona. Una exposición en el recinto de Cómic Barcelona rindió homenaje a este barcelonés de Santa Coloma de Gramenet que en 1982, después de media vida de trabajo como historietista, puso en marcha un centro que nadie entendía para qué, y que hoy pasa por ser uno de los más grandes de su clase en Europa. Por supuesto, no fue la única celebración que le hicieron.

-No me extraña. 80 años son 80 años.

-Pues sí. Los íntimos me hicieron una sorpresa en un restaurante. Pero luego mi hija se ve que contactó con alumnos de la escuela hace 30 años, y me engañó y me dijo: "Oye, mira, si puedes venir a la escuela, que el profesor se ha dejado las llaves", o algo así. Y llego yo y en este pasillo hay 150 personas, ¡madre mía! Eso sí que fue un golpe fuerte.

-¿En qué momento se le pasó por la cabeza abrir una escuela de cómic?

-En la época en que era aprendiz en un estudio de publicidad. Había unos 12 dibujantes y yo los veía a todos con sus pinceles, su tinta china, sus plumillas, de todo. Yo, en cambio, iba a una escuela de dibujo donde me daban un caballete y un carboncillo.

-Ajá.

-Así que me dije: "Un día haré una escuela con mesas reclinables y que los alumnos toquen todos estos utensilios para que aprendan a ser dibujantes profesionales". No pintores, dibujantes. Ahí empezó todo.

-O sea, no dirigida solo al cómic.

-Al cómic y al diseño gráfico. Se necesitan muchos dibujantes. Una empresa de juguetes, sus cajas de los juguetes son dibujos. Los videojuegos, los dibujos animados… Se necesita mano de obra para estas cosas. Yo lo que quería era hacer dibujantes profesionales, que se ganaran la vida dibujando. Cómic incluido.

-¿Abrir la escuela lo obligó a aparcar su trabajo?

-Lo aparqué bastante, aunque seguía haciendo cosas. Trabajaba para Bruguera y tenía unos personajes que seguían saliendo, ‘Lidia y su hermanito Jaimito’, ‘Don Cuplé’, ‘El sabio Eureka’… Pero poco a poco lo fui dejando. Una de las cosas que dejé más tarde fue la televisión.

-Trabajó en TVE, es verdad.

-Tengo una anécdota muy graciosa con el tema de la televisión.

-Adelante.

-Cuando supieron que hacía cómic, los padres de mi novia dicen: "Y eso qué es. ¿Se va a ganar la vida con eso?" Al cabo de un tiempo entré en televisión, y entonces decían: "Es un tipo que trabaja en televisión. Es dibujante de cómic, pero trabaja en televisión". Eso ya vestía un poco.

-¿De dónde le viene el dibujo?

-Me viene de pequeño. Recuerdo que el profesor llamó a mis padres y les dijo: "Me ha sorprendido porque no dibuja bien, pero tiene mucha idea". Él decía: "Venga, haced un dibujo libre", y la gente pintaba un caballo, no sé, mientras que yo pintaba unos exploradores y unos negros que los perseguían y una olla y un explorador dentro. Cosas así.

-Cuénteme un buen recuerdo que tenga. Un recuerdo bonito.

-A mí me llenó mucho la primera cena que tuve con Peñarroya, Cifré, Vázquez, Escobar… Esos dibujantes que hacían personajes impresionantes en esa época. Tuve el honor de cenar con ellos y me hizo mucha ilusión.

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-¿Lo miraban raro cuando abrió la escuela?

-Me miraban de medio lado, sí… Me refiero al dibujante profesional que había entonces. Mi miraban así como… "Qué quiere hacer este, ¿una escuela de cómic?" Ahora es al revés, mi dicen: "Ostras, es que tú desde luego, has hecho algo que nadie había pensado…"