Nani Moré: "La payesía necesita el compromiso de cocinas"

Comer, algo que hacemos a diario –o deberíamos poder hacer bien cada día todas las personas del planeta– es una necesidad vital conectada a la tierra y a un sistema productivo. Alimentarse comporta una cadena clave en el registro económico que trenza empleo, esfuerzo, la generosidad del cielo y un reparto cada vez más desequilibrado por ese amo y señor llamado dinero. La ley del mercado nos trae a comer lo importado de lejos y nos lleva a dejar perecer lo que crece cerca, primando cantidad y precio y no calidad y equilibrio ambiental. De ello Nani Moré sabe bastante porque las cinco generaciones que la preceden fueron payesas. Junto a su abuela aprendió que en la alianza entre campo y cocina se cuecen alimentación saludable, sostenibilidad y riqueza local.

¿Cómo retrata su infancia?

Me crié en una casa de payés, en Mataró, donde todos los roles estaban repartidos. Mis padres y mi abuelo en las tierras, y mi abuela cocinaba. Mi hermana y yo -se llevan 10 meses-, en los ratos libres ayudábamos a seleccionar tomates, pelar cebollas o coger patatas. Había días en que se hacían dos viajes a Mercabarna para llevar verduras.

¿Le gustaba ocuparse en aquellas tareas?

En una casa de campo todos colaboran. En los compañeros de colegio veíamos una vida diferente a la nuestra, en verano y fines de semana se iban, pero nosotros fuimos muy poco de vacaciones. Nuestro rol era el de colaborar en casa, y a mí me gustaba la cocina. Con 13 años preparaba recetas de coleccionables. Me contagié de la pasión que mi abuela sentía por lo que hacía.

¿Sus padres las veían siendo payesas?

No, ellos no veían futuro en el campo. En Mercabarna ya competíamos con tomates de Holanda y verduras de todo el mundo.

Circuitos largos y pobreza local. Ese desajuste incoherente la llevó a crear en el 2013 la asociación www.menjadorsecologics.cat

Crear acciones concretas para implementar circuitos cortos. Hemos levantado demasiado los pies de la tierra y hay que volver a pisarla. Empezando por comedores colectivos, la huella ecológica ya nace mayor. En las escuelas, los menús de 40 semanas al año tienen un impacto importantísimo si las recetas que se sirven incluyen  frutas y verduras, cereales y legumbres de proximidad.

Para ello, direcciones escolares y administración deben apostar por ese impacto.

Por eso el asesoramiento en la transición hacia un modelo alimentario más saludable y sostenible lo acompañamos del análisis de coste de cada menú 100% ecológico, y de su repercusión económica en el entorno. Para consolidar la producción de proximidad, la payesía necesita un compromiso de las cocinas. El sector primario puede ser un gran productor de trabajo, pero requiere de políticas para vincular producción y comedores, abastecimiento y organización de cocinas para cambiar el modelo.

Por eso una de sus líneas de trabajo es empoderar a cocineras y cocineros para quienes han preparado ya un recetario.

Sí. Gracias a la financiación de la Fundación Daniel & Nina Carasso (www.fondationcarasso.org) –apoya proyectos de alimentación sostenible y arte ciudadano–, hemos desarrollado el proyecto Menú 2020, que incluye una guía que publicaremos este año con 30 recetas de primeros platos para garantizar el 100% de consumo de verduras en comedores escolares, residencias y otros colectivos. Yo tuve la suerte de que en la Escola bressol El Rial de Sant Cebrià de Vallalta creyeran en este cambio alimentario y la idea se contagió a otros centros.

Noticias relacionadas

El Sant Jordi más internacional tras la pandemia, avance del Tema del Domingo

20 años del regreso del tranvía a Barcelona, este domingo en EL PERIÓDICO

Realizó incluso un documental, El plat o la vida,que puede verse en (Vimeo).

También el recetario será de acceso libre, porque no es suficiente cambiar algo en positivo, debemos estimular el cambio de modelo en más gente, hacerlo en red.