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Mazeed Khalilia: «Misiles cayendo a pocos metros de ti es el día a día»

Tras llegar a Catalunya y solicitar asilo político, este activista lucha por la liberación de Palestina, su pueblo

Mazeed Khalilia, activista por la causa palestina.

Mazeed Khalilia, activista por la causa palestina. / ANNA MAS

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Manuel Arenas
Manuel Arenas

Redactor y coordinador del equipo de información del área metropolitana de Barcelona

Especialista en historias locales, audiencias e información del área metropolitana de Barcelona y reporterismo social

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Mazeed Khalilia (Jaba', Jenin, Cisjordania, 1979) jamás planeó salir de Palestina, pero el año 2004 se vio abocado a ello. A los pocos meses de llegar a Catalunya, solicitó asilo político y, mientras se lo concedían, murieron su madre y su mejor amigo, este como consecuencia de un disparo del Ejército israelí. Ahora, Khalilia forma parte de la Junta Directiva de la Comunitat Palestina de Catalunya y del Col·lectiu Zaituna de Terrassa, desde donde hace activismo por la liberación de Palestina, su pueblo.

-¿Cómo era su vida en Palestina?

-Estudiaba y trabajaba en una galería cultural, pero en la 'Segunda Intifada', del 2000 al 2003, todo fue de mal en peor: ya no solo te disparaban o te atropellaban con un jeep militar israelí, como en la primera, sino que ibas caminando y lanzaban un misil a 200 metros de ti.

-¿Eso lo ha vivido usted?

-¡Claro!: misiles cayendo a pocos metros de ti es el día a día; es una guerra psicológica para que te dé miedo ir por la calle.

-¿Por qué decidió venir?

-Allí conocí a amigos catalanes como Raül Gallego, que era cámara de TV-3, y Rubén Satorra, músico. Me invitaron a venir y acepté porque, con la instauración del toque de queda, los soldados israelís no me dejaban salir de mi ciudad ni para ir a ver a mis padres.

-Fue entonces cuando solicitó asilo político.

-Sí. Cuando expiró mi visado en Catalunya, me vi con tanta libertad, sin violencia... me dieron tantas ganas de vivir con tranquilidad y sin que nadie te pregunte adónde vas, que pedí el asilo.

-¿Cuándo se lo otorgaron?

-Tardaron un año y medio, y fue muy duro porque se murió mi madre y no pude ir al funeral, a mi mejor amigo le dispararon y murió, a otros dos amigos los metieron en la cárcel 25 años... todo es violencia injustificada. La paranoia de lo que ha vivido el pueblo judío en Europa la está sacando en otro pueblo, el palestino, que le dio la bienvenida cuando lo echaron de Alemania o España.

-Lo siento.

-Palestina no tiene protección internacional: el Ejército israelí entra en tu casa, las cámaras graban, las imágenes llegan a todo el mundo y nadie hace nada. Es el robo de un país; un proyecto de limpieza étnica, un 'apartheid' que recuerda a Sudáfrica. Un palestino tiene tres opciones naturales: muerte, cárcel o minusválido, como mi hermano, al que también dispararon. Y si tienes suerte, salir fuera. De mis 50 compañeros de clase, quedamos unos diez. Es una limpieza étnica.

-¿Tiene algún amigo israelí?

-Tengo amigos judíos, no israelís, pues son mis enemigos. Los israelís han matado a familiares y, si les considerara amigos, sería un hipócrita. Ahora bien, yo jamás he defendido la violencia: mi recuerdo de Palestina es mi madre cogiendo higos y cantando mientras yo me comía un trozo de pan en la montaña. Ese recuerdo me da ganas de luchar para vivir.

-¿Ha vuelto a Palestina?

-Sí: mi familia sigue viviendo allí. Ellos no se plantean venir y yo tampoco lo hacía, porque aquella es nuestra tierra.

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-¿Qué opina sobre la posibilidad de que España reconozca a Palestina como Estado?

-Claro que estoy a favor. Me gustaría que los líderes europeos tomasen medidas como dejar de vender armas o sumarse al movimiento BDS con acciones como boicotear a Israel en Eurovisión, hasta que respete los derechos humanos. Terrassa, por ejemplo, gracias al Col·lectiu Zaituna, fue la primera ciudad catalana que se adhirió al BDS.