Anna Taratiel: "Barcelona ya no es una ciudad referente del arte urbano"

Tiene mucho cuidado Anna Taratiel cuando pinta uno de sus murales en crear algo incorporado al entorno, a la calle, al barrio y a la gente que lo habita. En establecer un diálogo. No ha procedido de otro modo la artista barcelonesa vecina de Terrassa para crear ‘Perspectivas y vacíos’, el mural en el centro cívico Cotxeres Borrell, en pleno centro de Barcelona, que ha creado en el marco de la iniciativa 12+1 de la Fundación Contorno Urbano, ventana de expresión para el arte urbano local. Diseñadora gráfica por la escuela universitaria Vapor de Terrassa y especialista en Arte Mural por la Llotja de Barcelona, su trayectoria es un ejemplo de cómo el arte urbano se amolda a las circunstancias: al entorno, a las leyes, por supuesto al hecho de ser madre.

-Diseñadora gráfica, especialista en arte mural… ¿Por qué la calle? ¿Qué le atrae de la calle?

-Pues mire, yo empecé a pintar en la calle a principios del 2000, antes de la ordenanza cívica. Barcelona era por todas partes una explosión de color, estaba por todos lados. Eso me atrajo. Pero también me gustaba la interacción de la gente en la calle.

-¿De los artistas? ¿Los grafiteros?

-Exacto. Empecé a conocer un montón de gente y me fui metiendo cada vez más en ese mundo. Lamentablemente, la ley afectó mucho a los vínculos que se generaban cuando podías pintar libremente.

-Diría que propició muchos cambios, esa ordenanza.

-Es cierto. Pero mire, también hizo que los artistas se tuvieran que reinventar. Fue la época en que empecé a pintar persianas. Te ponías de acuerdo con los comerciantes y pintabas sus persianas. Y a hacer instalaciones in situ con lo que encontrabas en la calle. A mí me sirvió para aprender a trabajar con otros materiales: cartón, madera…

-Su estilo es abstracto y geométrico. ¿Siempre fue así?

-Sí, en la calle siempre he trabajado la abstracción. Es verdad que al principio, cuando trabajaba con espray, mis composiciones tenían un aire más orgánico, pero poco a poco todo se fue 'geometrizando'. De hecho, fue cuando empecé a trabajar con materiales que mi obra se volvió más geométrica.

-Entonces, al principio, firmaba como OVNI. Me llama la atención. ¿OVNI por qué?

-Básicamente, porque entendía que mis composiciones se podían ver como espacios imaginarios.

-Se ha convertido en una artista que expone en galerías, que recibe encargos para hacer murales, que trabaja con marcas comerciales…

-Sí, y me gusta porque cada proyecto es diferente, no sé: creo que en un artista que se dedica solo a pintar cuadros el proceso es más repetitivo. Cuando llegas a este punto tienes que saber qué energía vas a dedicar a cada cosa, qué proyectos te gustan más. Y trabajar con el respaldo de entidades siempre supone un empujoncito a tu labor.

-Tengo entendido que estuvo una larga temporada viviendo en Ámsterdam. Supongo que le sirvió para establecer diferencias.

-Sí, estuve ocho años viviendo allá. En Ámsterdam hice varios proyectos y me di cuenta de que es una ciudad donde todo es más fácil, hay más apoyo del Gobierno a los artistas y a los procesos creativos. Las subvenciones allí funcionan muy bien, es más accesible. Digamos que hay otro tipo de facilidades.

-¿Cómo diría que están las cosas hoy en Barcelona?

-Yo creo que Barcelona hace tiempo dejó de ser una ciudad en la 'top list' de este tipo de cosas. Ahora mismo no es una ciudad referente. Se hacen cosas, pero muy en la periferia: en L’Hospitalet, Badalona o Terrassa pasan cosas, pero lo que es el centro lo tienen un poquito como museo de cera.

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-Dígame, ¿cómo ha afectado la maternidad a su trabajo?

-Creo que me afecta como a cualquier otra mujer trabajadora. Es decir: todo debe ser más organizado. Esto es lo que tengo, este es mi tiempo, esto es lo que puedo hacer.