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Santi Sarrià: "Mi arte lo despliego con los perros de competición"

Hace unos años cambió el traje de vigilante de seguridad por el estilismo perruno, y hoy es el vigente campeón de España

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zentauroepp46560328 santi sarria190121141423 / FERRAN NADEU

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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Santi Sarrià era vigilante de seguridad en el Port Olímpic antes que estilista canino, y es consciente de que su aspecto –un tipo fornido y rapado con tatuajes samoanos en ambos brazos– no se ajusta a los estereotipos del sector. "No soy el peluquero típico, cuando llego a los concursos, llamo la atención", dice. Aunque no han pasado ni cinco años desde que abrió su tienda de estilismo perruno en Barcelona –Samoa–, y menos de seis desde que decidió replantear su vida, Sarrià ha demostrado que tiene sobrada mano para esto y ha ganado premios en cuanto concurso se ha presentado. Un cartel en la vitrina del local recuerda que es el vigente campeón de España.

-De vigilante de seguridad a estilista de perros. Vaya cambio.

-La verdad es que yo entré en seguridad por necesidad. Durante 15 años trabajé en un negocio familiar que se fue a pique con la crisis. En esa época estaba en el mundo del jiu jitsu y no fue difícil conseguir trabajo de vigilante.

-¿Por qué los perros? ¿Por qué el estilismo canino?

-Por… Por varias razones. En abril del 2013 murió mi madre, que siempre me había pedido que cambiara de estilo de vida, que la noche era peligrosa. Por otro lado, una pareja que tuve hace unos 15 años que es peluquera canina me había dicho que tenía un don para esto, una sensibilidad especial.

-¿La tiene? ¿Qué hay que tener para ser un buen estilista canino?

-A un buen estilista canino le tienen de entrada que gustar los perros, evidentemente. Pero además, debe tener mucha paciencia.

-Me imagino.

-Cada animal tiene una historia detrás, una energía, un mantenimiento. Muchos vienen muy bien y muchos vienen muy mal, y tú tienes que saber manejar cada situación.

-¿Qué es lo peor que se puede encontrar?

-El peor escenario suele ser un perro muy, muy nervioso que viene lleno de nudos, que no se deja cepillar y que muerde. Con esos hay que aplicar mucha paciencia, y si no queda más remedio, pues ponerle el bozal.

-¿Hay un perfil de cliente?

-Hay todo tipo de clientes, desde el perro de la señora María del quinto hasta perros de exposición. Desde gente del barrio hasta gente que recorre 300 kilómetros en coche para venir aquí. Dicho esto, es en los perros de competición donde podemos desplegar nuestro arte.

-Y en los concursos, ¿no? Dígame, ¿una cosa va con la otra? ¿Todos los estilistas de perros compiten en concursos?

-No sabría decirle, hay muchos, pero lo que le puedo decir es que para mí fue una motivación añadida.

-¿Qué quiere decir?

-Mire, yo tomé la decisión y me dediqué a hacer formación. Mucha, mucha formación. Especializaciones raza por raza con criadores, fue muy interesante. Y en diciembre del 2013 me presenté a mi primer concurso.

-¿Y? Le fue bien, supongo.

-Gané la medalla de bronce en la categoría de principiantes. Fue una sorpresa, y ahí me acabó de entrar del todo la motivación. Yo de adolescente había competido en el mundo del skate, y luego en el mundo del jiu jitsu… Me gusta la competición, y fue lo que me acabó de convencer. Al fin y al cabo, el que compite está obligado a superarse. En el 2015 fui el peluquero revelación del año, en el 2016 el mejor peluquero del año y en el 2018 campeón de España. Ahora estoy nominado a mejor peluquero internacional del año.

-Dígame, ¿cómo es el sector del estilismo canino? ¿Hay mucha competencia?

-Le diré: el problema es que hay falta de control en la formación académica. Muchas academias te ofrecen cursos de 2.000 euros que no valen para nada.

-¿No se hace nada al respecto?

-Sí, existe la Asociación Española de Estilistas Caninos, que está batallando para que esto se reconozca como oficio y se pueda legislar sobre la formación.

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-¿No son oficio? ¿Qué son?

-Estamos en el epígrafe de adiestradores. Pero estamos en la recta final para que sea reconocido.