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Martí Crespo: "Gibraltar es una interesantísima microsociedad multicultural"

Se ha sumergido entre las capas gibraltareñas de multiculturalidad en busca de menorquines

Martí Crespo ha investigado las migraciones de menorquines a Gibraltar.

Martí Crespo ha investigado las migraciones de menorquines a Gibraltar. / DANNY CAMINAL

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Echar la vista atrás hacia la propia historia familiar, encendiendo las luces largas sobre las raíces, no siempre es un acto voluntario e individual. Historiadores, antropólogos, periodistas o curiosos investigadores del pasado iluminan con biografías o libros de historia ancestrales rumbos genealógicos ajenos. Martí Crespo (Barcelona, 1972) lo ha hecho. Llegó al Peñón de Gibraltar y se puso las gafas del background navegando en archivos locales en busca de menorquines que en el siglo XVIII llegaron para nutrir la sociedad yanita. Desde la plaza de Raquel Meller, en el rincón del Paral·lel barcelonés popularmente conocido como ‘el Peñón’, habla del valor de rescatar el propio origen como refuerzo identitario y diferencia en este universo global y homogéneo al que somos arrastrados.

¿Dónde nace su interés por esa comunidad menorquina en Gibraltar?

Dos veranos en Menorca, de adolescente, me conectaron con su historia. Los menorquines suelen hablar de ella. Y en mi carrera de Filología catalana estudié comunidades menorquinas establecidas lejos de la isla.

¿Sobre la propia lengua cuando se emigra?

Las diásporas y emigraciones compactas me interesan por la manera en cómo una comunidad cultural se traslada con sus costumbres y lengua a otro lugar y, pese al nuevo contexto, las mantienen más o menos.

¿A qué se dedicaron principalmente los menorquines que llegaron a Gibraltar?

Al principio, básicamente a los oficios que  tenían en Menorca: zapateros, sastres, carpinteros, relojeros, picapedrero, marineros... Pero también hubo corsarios y sacerdotes. De hecho, los curas fueron la punta del iceberg de la comunidad porque durante el siglo XVIII, un 60% de los vicarios al frente de la iglesia de Gibraltar fueron menorquines, algunos con conductas muy poco ejemplarizantes, por cierto.

¿Qué queda de la comunidad menorquina hoy en el Peñón de Gibraltar?

La única cosa palpable es una cuarentena de apellidos específicamente menorquines en la guía telefónica, los mismos más o menos que se pueden encontrar en el cementerio católico de Gibraltar. Entre la gente que lleva esos apellidos, algunos ni saben el origen. Otros sí saben del primer portador de su apellido que puso los pies en el Peñón. Y hay quien ha viajado a Menorca a buscar ancestros en los archivos.

Si uno se adapta en un nuevo contexto social, ¿No puede ser caótico interiormente sentir las raíces en el lugar de origen?

Las raíces, el origen, conforman la identidad que nos hace singulares. Cada cual con sus características históricas propias refuerza su identidad. El orgullo de saber de dónde vienes y quién nos ha precedido nos refuerza en una sociedad tan global como la nuestra. Deberíamos activarlo mucho más, porque el orgullo personal identitario nos ayudaría a apreciar la identidad ajena y los valores y aportación de toda diferencia. Europa se está replegando ante los diferentes, en lugar de ser conscientes todos los europeos de que interiormente y familiarmente somos diferentes. Todos somos una mezcla de orígenes.

Hay intención de despertar orgullo menorquín en su decisión de publicar su investigación en el libro: ‘Els minorkeens de Gibraltar’ (Institut Menorquí d’Estudis/Publicacions de l’Abadia de Montserrat)?

Es más bien un sueño mío que con el libro, conferencias, artículos y entrevistas, quienes lleven apellido menorquín o tengan antepasados de la isla se reconozcan como descendientes de esa comunidad y creen vínculo entre ellos aunque sea mínimo.

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¿Cómo es Gibraltar por dentro?

30.000 habitantes en poco más de seis quilómetros cuadrados. Más allá de la disputa por la soberanía entre Madrid y Londres y sus derivadas políticas y económicas, es una microsociedad multicultural interesantísima, con una lengua singular, el yanito, mezcla de andaluz e inglés.