David Amorós: "Alguaire es un aeropuerto ideal para una escuela"

Un padre con debilidad por los aviones militares y una primera experiencia como pasajero en un avión comercial a la edad de 12 años desbrozaron la senda y le dijeron a David Amorós que sería aérea su existencia. De haber seguido el camino acostumbrado tal vez ahora pilotaría un gran Boeing o un gran Airbus para alguna gran empresa de aviación comercial, pero las circunstancias han querido que sea otro tipo de aviador. Con 33 años, es uno de los instructores de vuelo de la Baltic Aviation Academy, la empresa lituana recién instalada en el aeropuerto de Lleida-Alguaire llamada a reactivar el no pocas veces contestado aeródromo –el principal de los que gestiona la Generalitat a través de Aeroports de Catalunya.

-El camino acostumbrado. Cuénteme por qué se apartó de él.

-Bueno, lo que ocurrió fue que obtuve la licencia justo en la época en que el sector había tocado fondo. Era muy difícil conseguir trabajo. Estuve seis meses buscando, envié 50 currículum y creo que me respondieron dos veces, las dos para decirme que estaban a tope y no contrataban a nadie. No era el momento.

-¿Le costó renunciar a eso?

-La verdad es que ahora lo veo con otros ojos. Inicialmente mi objetivo era ese, dar en algún momento el salto a la aviación comercial. En parte, por el estigma.

-¿Qué estigma?

-El estigma… Es como cuando tienes una novia y la gente te empieza a preguntar: "¿Y cuándo os vais a casar?" Y luego, cuando ya te has casado: "¿Y cuándo vais a tener hijos?" Parece que es lo que tienes que hacer. Pues es lo mismo con el avión comercial. Pero yo estoy muy cómodo haciendo esto. Lo disfruto mucho.

-¿Qué disfruta, exactamente? ¿Qué tiene ser instructor que no tenga volar un avión comercial?

-Yo ahora creo que el disfrute está no en volar un jet sino un avión pequeño, donde tú estás totalmente al mando, donde el avión lo puedes llegar a sentir como una extensión de tu cuerpo. En un avión comercial siempre hay un ordenador de por medio, mientras que en un avión pequeño sientes más la esencia de volar en estado puro.

-¿Ha renunciado completamente a eso?

-No. No voy a decir que el deseo de llevar un avión comercial no esté ahí. Pero de momento no me apetece.

-Alguaire es un aeropuerto poco explotado. Me pregunto si eso favorece las cosas para una escuela de pilotos.

-Sí. Alguaire es un aeropuerto que no está explotado y en ese sentido es ideal para montar una escuela. A día de hoy somos los principales operadores del aeropuerto. Pero no solo por eso. Es un aeropuerto en medio del campo, no hay edificios alrededor, no hay obstáculos y hay un montón de campos inmensos donde aterrizar en casos de emergencia.

-¿Y la niebla? Hay mucha niebla en invierno.

-Lo perfecto no existe. La baja visibilidad, en efecto, afecta a la escuela, porque no podemos operar esos días. Si la niebla no es extremadamente espesa se puede volar por instrumentos, pero esa parte de la instrucción no la hago yo.

-Cuando dice que son los principales operadores, ¿qué quiere decir, en concreto?

-Pues que el 90% de las operaciones son nuestras. Hay vuelos comerciales, pero pocos, y otro tipo de actividades, como el desguace de aviones, que hace una empresa especializada. Tengo entendido que una empresa de vuelos chárter está interesada en hacer el mantenimiento de su flota aquí, y hay rumores de otras escuelas que quieren mudarse.

-¿Se acuerda de la primera vez que voló solo?

-Nunca lo olvidaré. Técnicamente se llama la suelta. "Ya estás capacitado, es tu turno de hacerlo solo", te dice el instructor. Fue una mezcla de ilusión, de euforia, de orgullo de haber llegado ahí.

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-Lo mismo que sentirán sus alumnos.

-Exacto. La cara que tienen cuando vuelan por primera vez… Es como contagiarse de la ilusión de un niño.