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Josep París: «Hemos alargado la vida sin reflexionar sobre cómo cuidar»

Enfermero especializado en atención a personas dependientes. Reivindica el valor y mimo de quien cuida.

Josep París, en Barcelona.

Josep París, en Barcelona. / JOSEP GARCIA

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Acompañar la dependencia en personas con poca movilidad y en la última etapa de la vida ha sido una constante en el camino profesional de este enfermero, al frente de equipos de atención geriátrica. Durante ocho años fue gerente del colegio de los profesionales que, como él, tienen en sus manos la loable misión de cuidar Josep París (Barcelona, 1963) preparaba un libro sobre el cuidado que también deben prestarse los propios cuidadores, Cuídate (Plataforma Editorial) cuando un veloz proceso de alzhéimer afectó a su madre y lo llevó a vivir esa dedicación, preocupación, esfuerzo, incertidumbres, tristezas y esperanzas del familiar cuidador. También el frecuente descuido personal por dedicarse en cuerpo y alma a quien precisa asistencia. 

-Después de tantos años organizando, supervisando, acompañando la atención a personas dependientes, ¿Qué aprendió de la misión de cuidar en la piel de un hijo?

-Me llegué a sentir hipócrita por estar apuntando tanto la necesidad de cuidarse a sí mismo para poder cuidar bien de otra persona, porque yo también entré en esa espiral diabólica en la que debe haber alguien que te detenga en esa necesidad que sientes de estar siempre ahí, vivir solo centrado en ella y perdiéndote a ti mismo. Y aún así te parece que todo lo que haces es poco.

-¿Qué comprende cuidarse el cuidador?

-Alimentarse bien, caminar, mantener su vida social, luego regresas renovado de nuevo  junto a la persona a la que cuidas. Si vas fatal, ¿qué le transmitirás? Por mucho que ames a la persona a la que cuidas, no puedes dejar que esa atención a ella te absorba. Debes preparar para ella tiempo de calidad, no tiempo en cantidad.

-Pero, ¿nuestra sociedad está preparada para acompañarnos en ello cuando somos los familiares quienes cuidamos?

-Nos hemos ocupado de alargar la vida mucho sin reflexionar sobre la calidad de vida en la última etapa y los cuidados que requiere ese último tramo, más allá de la atención médica.

-¿Lo ha echado en falta en su proceso personal como cuidador?

-Me ha faltado la figura orientadora, experta en la situación que engloba tanto a la persona cuidada como a la que se ocupa de ese cuidado, y todo el contexto de ambas. Me da igual la profesión de la que provenga, pero la dependencia clama esa figura que ayude a implementar una atención global a ambas partes, alguien que oriente sobre todos los recursos que existen para compaginar tu vida con la atención que requiere tu madre, tu pareja, tu hijo, quien sea. Eso me lleva a pensar que la nuestra no acaba siendo una sociedad cuidadora. A pequeña escala, familia, amigos, vecinos, sobre todo en los pueblos se hace piña solidaria con cuidadores de personas dependientes, pero a nivel global, a la sociedad le falta mucho para hacerlo.

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-En su libro -escrito con la periodista Gemma Bruna– ofrece consejos para el cuidador, también para personas no profesionales en ello que cuidan a un familiar.

-Sí, porque recursos sociosanitarios sí tenemos, pero el problema es cuando llega el alta médica. La ley de la dependencia, sin ir más lejos, puede requerir tres años de espera, una espera de 24 horas de atención.

-Y en la mayoría de casos, una espera y unos cuidados y cuidadores invisibles.

-Sí, pero están a nuestro lado en el trabajo, pendientes del teléfono y el reloj, en el supermercado pidiendo paso en la cola, en el metro... Hay tanta gente en estos momentos y la que cuida a algún familiar...

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-La mayoría de veces, mujeres.

-Sí, erróneamente relacionamos el cuidar con una concepción femenina. Y en parte es verdad. Cuando estudiaba Enfermería, de los 100 que éramos, solo 10 éramos hombres. El cambio que hemos visto en Medicina, donde hoy hay más mujeres, en Enfermería no se ha dado aún.