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Consol Llupià: "Quiero agradecerle a la ballena todo lo que nos ha enseñado"

La artista 'devuelve' al mar el cetáceo hallado en El Prat en 1983 cuyo esqueleto se exponía en el zoo.

Consol Llupià

Consol Llupià / JUAN CAMILO MORENO

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Paseando por el malecón de La Habana, Consol Llupià (Barcelona, 1983) se topó con un pescador que vio en ella un reflejo de Yemayá, la diosa de las aguas, y le auguró que el mar tendría un gran protagonismo en su vida. Treinta y cinco años después de que una ballena muerta llegara a la playa de El Prat de Llobregat y su esqueleto acabara expuesto en el zoo de Barcelona, la artista impulsa una ceremonia colectiva para devolverla al mar. Será en dos partes: el viernes 23, en la nave del Punt Solidari de El Prat de la calle del Vallès, 57, a las 19.00 horas, y el sábado 24, al amanecer, en la playa de El Prat. (www.consolllupia.com)

-Usted nació en 1983, el mismo año que murió la ballena.

-Cuando vi este dato se empezó a crear un vínculo. He hablado con mucha gente en El Prat y todos se acuerdan de esta ballena porque fue un acontecimiento colectivo muy emotivo [ver vídeo al final del texto]. También la recuerdan en Barcelona porque su esqueleto se exponía hasta hace unos meses en el zoo.

-¿Por qué investigó este caso?

-Gané una convocatoria de Unzip Arts Visuals del Ayuntamiento de El Prat con un proyecto para comunicarme con la ballena y preguntarle si quería volver a casa.

-¿Comunicarse con una ballena muerta?

-Lo investigué por dos vías: con la artista Eulàlia Valldosera, que hizo un proyecto en el que se comunicaba con delfines y ballenas, y con Diana Reiss, una científica de Nueva York experta en cognición y comunicación de cetáceos. De ellas aprendí que las ballenas heredan la memoria y compartirían cosas del pasado. El Rorcual común se comunica por ondas electromagnéticas que nosotros percibimos como vibraciones y lo hace en comunidades unidas por el afecto.

-La idea de comunidad es central en su proyecto.

-Como artista yo solo desato el punto de partida y luego la gente se implica. Lo primero que hice fue pedirles a personas de mi entorno que grabaran un audio de WhatsApp preguntándole a la ballena si quería volver al mar; solo con sonidos, sin palabras. Los 60 audios se emitieron por la radio de El Prat el pasado 15 de mayo, justo 35 años después de que encontraran la ballena.

-¿Y ocurrió algo?

-En esos mismo días salió en la prensa que se había caído un trozo de hueso del esqueleto de la ballena. Los huesos se deshacían y acabaron desmontados y guardados en un almacén del zoo sin un futuro claro.

-¿Cómo lo interpretó?

-Para mí fue una señal de que la ballena quería volver a casa. Entonces inicié un proceso de inmersión en el medio marino. Fue como si la ballena  me dijera: "Venga Consuelo, súbete a mi lomo que te voy a enseñar".

-¿Qué le enseñó?

-Salí al mar a avistar cetáceos y aprendí que la segunda migración más grande pasa por nuestra costa. En la antigüedad, entre el Llobregat y el Besòs había una bahía con una riqueza brutal de fauna marina que fue devastada en la época industrial. Hasta el 2000 la playa no era apta para el baño. He visto tortugas con patas amputadas y plásticos en el estómago y desde entonces ya no consumo plásticos de un solo uso y reciclo al máximo. También aprendí a navegar en 'patí català', que se maneja solo con el cuerpo.

-¿Qué pasará con el esqueleto de la ballena?

-Son 19 metros de huesos que no se pueden incinerar y antes de hacer nada hay que quitar la capa de fibra de vidrio que los recubre. Hangar (Centre de Producció i Recerca d’Arts Visuals) está estudiando cuánto costaría quitar la fibra y pulverizar el hueso para liberarlo más adelante en el mar. Pero con huesos o sin ellos, este fin de semana nos reuniremos todas las personas unidas por la ballena para hacer una ceremonia centrada en los afectos y la memoria. No es una despedida, sino un agradecimiento.

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-¿Por qué quiere darle las gracias?

-A mí esta ballena me ha cambiado la vida y quiero agradecerle todo lo que nos ha enseñado. No podemos pedirle tanto a la naturaleza, formamos una comunidad con todos los seres vivos y no todo está a nuestro servicio, tiene que haber un flujo de intercambio. Nosotros también somos animales y deberíamos tratarlos con igualdad de derechos.

 Llegada de una ballena a la playa de El Prat en 1983. / SALVADOR GRAU (YOUTUBE)