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Francesca Masgoret: "Nos decían que muchas cosas no se podían hacer"

Fue concejala del primer ayuntamiento democrático de Barcelona en 1979, cuando había más imaginación que presupuesto.

Francesca Masgoret, una de las tres únicas mujeres concejalas de Barcelona elegidas en las elecciones de 1979.

Francesca Masgoret, una de las tres únicas mujeres concejalas de Barcelona elegidas en las elecciones de 1979. / JUAN CAMILO MORENO

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Generalitat y anarquistas se enfrentaban a tiros por las calles cuando ella nació y esa circunstancia le granjeó fama de ser una mujer de armas tomar. Francesca Masgoret (Barcelona, 1937) fue elegida concejala del ayuntamiento de Barcelona en las primeras elecciones democráticas de 1979. De 43 ediles, solo 3 eran mujeres. Estuvo diez años en el gobierno municipal y contribuyó a sentar las bases de los servicios sociales y a introducir la vida cotidiana en la política.

Era muy joven cuando redactó un trabajo sobre el barrio de barracas del Somorrostro.

Allí había un edificio, poco más que una barraca, que funcionaba como centro social, dispensario y escuela. Documenté de dónde procedían las familias y cómo estaban. En realidad yo quería estudiar Medicina pero mi padre dijo que no era una carrera para chicas.

Muchas mujeres pasaron por esto.

Terminé estudiando para asistente social pero al acabar la carrera decidí que nunca trabajaría de eso. Los servicios sociales no existían como derecho. Lo llevaban las parroquias y entidades de beneficencia, que eran buena gente pero un poco carcas. Lo que yo quería era un cambio profundo, desde el urbanismo a la cultura y la educación.

¿Qué pasó para que al final dedicara su vida a los servicios sociales?

Junto a dos compañeras nos ofrecieron una beca para ir a Israel a estudiar su sistema de organización social. Llegamos a Haifa en un barco de carga y pasaje y durante varios meses estuvimos visitando kibutz (comunidades) y distintas zonas del país. Cuando vi su forma de trabajar pensé: “Yo quiero hacer esto”.

¿Cómo era?

Los servicios básicos, como nuestro médico de cabecera de ahora, eran los primeros que te atendían y luego venían los servicios especializados: de infancia, vejez… Había una red local dependiente del ayuntamiento y pensé que esto era lo primero que había que hacer.

¿Nuestros servicios sociales están inspirados en los de Israel?

Entre los de Israel y Gran Bretaña, totalmente. Yo me había afiliado al PSC de Pallach y cuando entré en la lista municipal de Barcelona puse como condición que quería poner en marcha la concejalía de servicios sociales. Más adelante alguien lo llamó “la escuela catalana de servicios sociales”.

De los 43 concejales elegidos en 1979 solo 3 eran mujeres.

Núria Gispert y Mercè Sala y yo, que estábamos en el gobierno. Hubo escenas chocantes. Al entrar el primer día en el ayuntamiento alguien nos dijo: “Passeu, nenes.” Y a veces no te enterabas de un acuerdo porque los hombres lo habían decidido la noche anterior tomando unas tapas, mientras tú corrías a casa porque tenías hijos.

Ahora Barcelona tiene alcaldesa y en su equipo hay tantas mujeres como hombres. Pero ellas siguen corriendo. 

La diferencia es que ahora quizá se entiende un poco más. Nosotros introdujimos la vida cotidiana en la política. En 1986 organizamos una exposición que reproducía esta cita de Virginia Woolf: “Las comidas ya están hechas, los platos ya están lavados y los niños están en la escuela abriéndose camino. Nada queda de todo esto. Todo se ha desvanecido. Ni las biografías ni los libros de historia lo mencionan”.

¿Se llamaban feministas?

Sí. Había mujeres increíbles haciendo cosas a pie de calle, pero había que potenciarlo y organizarlo. Nosotros abrimos el primer centro de atención a la mujer maltratada de España en el Raval. Trabajamos tanto por el Raval… Ahora lo veo y me echaría a llorar.

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¿Tenían un buen presupuesto?

[Carcajada] El primer año no teníamos ni presupuesto y nos decían que muchas cosas no las podíamos hacer porque no estaban previstas en la ley. Éramos pocos pero muy entusiastas y no nos conformábamos. ¿Qué esto no se ha hecho nunca? ¡Pues vamos probarlo! Quizá ahora todo sea más complicado pero, en general, creo que falta imaginación.