Gente corriente

Juantxo Mendive: "Escuchando al paciente descubres otros problemas"

Este navarro se formó como médico de familia en el CAP La Mina, donde 28 años después sigue ejerciendo y además dirige

Juan Manuel Mendive, en la terraza del CAP La Mina, que dirige.

Juan Manuel Mendive, en la terraza del CAP La Mina, que dirige. / RICARD FADRIQUE

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Óscar Hernández
Óscar Hernández

Periodista

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Juan Manuel Mendive Arbeloa (Pamplona, 1962), a quien todos llaman Juantxo, descubrió su vocación con 14 años gracias a un coleccionable de medicina en fascículos con el que –confiesa con una sonrisa– aprendió «muchísimo». No soñaba con ser un afamado cardiólogo o un excelente psiquiatra, sino simplemente con ayudar a los demás. Ahora lo hace cada día, como médico de familia y director de uno de los ambulatorios más completos en una de las zonas más complejas:el Centro de Asistencia Primaria (CAP)La Mina, en Sant Adrià de Besòs. Llegó como estudiante y sigue pasando consulta.

Medicina familiar y comunitaria.

A finales de los 80 descubrí en la facultad de Medicina que un médico puede solucionar el 90% de los problemas de salud. Yo quiero ser uno de esos, me dije. Hice prácticas de cirugía por si iba a África a operar. Pero cuando con el profesor amputamos una pierna pensé más en la persona que en la extremidad. Me decidí a hacer el MIRcon ese enfoque, centrándome en la persona, y pedí plaza de medicina familiar y comunitaria.

De Pamplona se vino a Barcelona.

Llegué el 8 de abril de 1988 al Hospital  Vall d’Hebron con 30.000 pesetas en el bolsillo y muchas ganas de conocer gente que me ayudara. Me atraía una ciudad abierta al mar, en plena época preolímpica..

¿Cómo fue aquel bautismo de fuego?

Empecé con cirugía pedriática. Un dia me avisan de la llegada en helicóptero de un niño con quemaduras muy graves. Otro, un joven recién casado ingresa con parada respiratoria.Murió. Ahí te das cuenta que lo importante no es el hígado, o la pierna. Que hay que aplicar un modelo biopsicosocial y ver a la persona como un todo. Con esa idea llegué aLa Mina en un entorno muy difícil.

Se metió en el ojo del huracán.

Empecé de residente en este CAPcon compañeros muy motivados. Había un problema importante de drogas y sida, con muchas tragedias de gente joven muriéndose.

¡Vaya estreno!

En mi primera guardia como residente en el CAPtuve que ir a un domicilio. Una mujer pedía ayuda porque su madre, de 90 años, no se movía. Cuando llegué, estaba con los ojos abiertos delante de la televisión. Comprobé que había fallecido y se lo dije a su hija. Pero ella no quería creerme. Me decía que no podía ser. Yo lo había comprobado todo. En ese momento te acuerdas del hospital, donde siempre tienes gente al lado para pedir ayuda o consejo.Pero yo estaba solo en aquel piso. Fue mi primer día de residente. Y me dije que aquel era mi sitio.

Y lleva 28 años en este CAP La Mina.

Aquí tienes más contacto con la gente. Cuando ves su satisfacción y que puedes ayudarles, eso te beneficia. Me siento privilegiado de que confíen en mí. Ahora hay mucha tecnificación en la sanidad, con la que se parcela a la persona. Pero el médico de familia siempre esta ahí. Es quien escucha al paciente y haciéndolo descubre otros problemas. Aprendes a observar y a escuchar.

Habrá visto de todo.

Pues sí. Áquí he visitado a una abuela de 25 años.El médico de familia trabaja en la incertidumbre. Cuando un paciente entra en la consulta no sabes qué va a pasar. A mí me gusta anticiparme y salir a echar un vistazo a la sala de espera. Sobre todo desde que un día vi a un hombre sudando. Le dije que pasara, pero me dijo que no le tocaba. Insistí y comprobé que presentaba un infarto agudo.

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Se salvó, imagino.

Sí. Otro día un joven se llevó dos talonarios de recetas. Avisé a seguridad y le cogieron. Le dijo al juez que estaba muy arrepentido. Al salir del juzgado me preguntó si iba a La Mina. Volvimos juntos. Me contó toda su vida, sus problemas con su mujer y sus niños. te das cuenta de que todos somos humanos.