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Pilar Soteras: «He visto morir a mujeres en abortos clandestinos»

Esta matrona ha dedicado su vida al empoderamiento femenino en el ámbito de la ginecología y obstetricia

Pilar Soteras, matrona.

Pilar Soteras, matrona. / CARLOS MONTAÑÉS

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Manuel Arenas
Manuel Arenas

Redactor y coordinador del equipo de información del área metropolitana de Barcelona

Especialista en historias locales, audiencias e información del área metropolitana de Barcelona y reporterismo social

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Al acabar sus estudios de Enfermería, Pilar Soteras (Barcelona, 1952) descubrió la ginecología y la obstetricia y, a través de ellas, también el cuerpo de la mujer. Aquello le fascinó. Tras 3 años de enfermera, se formó como matrona, su oficio y pasión desde 1979 hasta el año pasado, cuando se jubiló. "Nunca se deja de ser matrona", afirma. Ahora es parte de la Associació Catalana de Llevadores.

-¿Qué significado tiene para usted ser matrona?

-Ayudar a nacer a un niño en un parto es fantástico. Con los años, los padres lloraban y yo también porque me seguía emocionando. Yo seré matrona hasta que me muera.

-¿En qué ha consistido su trabajo?

-Empecé en ambulatorios hasta que en el 82 entré en el Programa Sanitari d'Atenció a la Salut Sexual i Reproductiva (ASSIR). Consistía en una mayor implicación de la matrona en la atención sanitaria: no sólo en el embarazo, sino también en el postparto y la planificación familiar. La matrona está al lado de las mujeres para empoderarlas. 

-Esa labor de la matrona es menos conocida.

-A mí siempre me ha interesado una mirada más global sobre la salud de la mujer. La matrona es una pieza clave en el control de embarazos de bajo riesgo, pero también en la sexualidad, métodos anticonceptivos, menopausia o enfermedades de transmisión sexual. 

-¿Ha trabajado siempre en el ámbito público?

-Durante muchos años alterné el público y el privado: compaginé la atención primaria en ambulatorios con los partos privados. Estuve en el Hospital de Sant Pau, Granollers o Can Ruti; de clínicas, la que más me gustó fue la Clínica del Remei porque los ginecólogos le tenían un gran respeto a la figura de la mujer.

-¿A cuántos niños ha podido ayudar a nacer?

-He podido colaborar en unos 8.000 partos, quizá. 30 años y guardias dan para mucho. Lo más emocionante ha sido encontrarme a muchos de esos niños con sus familias años después por las calles de Barcelona.

-También participó en los protocolos de la Ley del Aborto.

-Sí, participé en la formación y los protocolos del Departament de Salut sobre el tratamiento farmacológico del aborto. Siempre he defendido la libertad de la mujer a abortar, y eso que yo soy madre soltera. Pero lo importante es que la mujer pueda decidir con todas las garantías sanitarias.

-¿Cómo ha conjugado personalmente ser matrona y proaborto?

-Estando en una sala de partos, yo he visto morir a mujeres por abortar clandestinamente cuando no era legal. Eso fue horroroso y brutal. Por eso hay que darles la opción de hacerlo sin riesgo para su salud.

-¿Cuál es la pregunta más común que le hacían?

-Me solían preguntar mucho sobre sexualidad; concretamente, sobre sequedad vaginal. Es un tema desconocido que suele implicar dolor porque se mantienen relaciones sin esperar a que la mujer esté lubricada. Una cosa tan sencilla como usar lubricante hacía que muchas parejas fueran más felices.

-¿Y la más inverosímil?

-Recuerdo una pareja de adolescentes menores de edad en que la chica se había quedado embarazada. Venían a "donar el niño": como no podían abortar sin permiso, querían donar el niño una vez naciera. Me impactó mucho. Finalmente, el niño nació y los padres les ayudaron.

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-¿Ha integrado su profesión a nivel personal?

-A partir del parto de mi hijo cambié mi manera de enfocar los otros partos. Se trata de una cuestión emocional: desde ese momento, lo empecé a vivir diferente. El de mi parto fue el día más feliz de mi vida, y eso te cambia la óptica.