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Inma Nogués: "Ojalá un día aprendamos a somatizar alegría, paz y amor"

Médico de familia. Preside Merrylife, una asociación nacida para expandir la conciencia y el bienestar personal.

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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La paciente se puso de parto en una sala donde solo ella la pudo atender. Viendo que ya asomaba la cabeza del bebé, llamó al camillero y a la comadrona, pero pasó lo que nunca sucede. El ascensor se atascó entre dos pisos y, en un instante, la vida aterrizó en sus manos. Recorrió el hospital repitiendo: he visto dar a luz. Quince días después, cuando aún se preguntaba por qué lo llamamos ‘dar a luz’, acompañaba en la UCI a un paciente de 15 años. Estaba grave, pero conversaban bien, hasta que una expiración dibujó una línea recta en el monitor. En dos segundos, la luz abandonó aquella vida. No lo pudieron reanimar. En dos semanas, Inma Nogués, entonces estudiante de medicina de 20 años, había visto nacer y morir, encenderse y apagarse la luz de la vida.

La luz se enciende y se apaga, pero no se destruye, ese es el gran misterio de la vida.

La física nos está enseñando mucho sobre ello. Hemos tenido que dividir en sistemas el cuerpo, esa máquina maravillosa, para entender su complejidad: el corazón como una bomba, el cerebro como un computador... Pero sabemos que más allá de esa máquina y de todo lo mesurable, hay algo más, inmesurable pero que cuenta. El progreso nos llega en función de nuestra percepción.

¿Y por dónde vamos ahora?

Estamos en el átomo y en las partículas subatómicas, la clave donde la ciencia plantea un cambio de paradigma. Descartes separó el cuerpo de la mente. Lo primero lo entregó a la medicina, y lo segundo a la religión. Pero el avance de la investigación científica y en manos de los padres de la física cuántica, ya allá por el año 1929, empezó a contemplar que aquello que no podemos medir, lo que creemos subjetivo, es muy objetivo, porque influye en nuestra realidad. Lo que pienso y siento impacta en mi salud. La conciencia del observador influye en lo que observa.

Entonces, ¿estamos enfermos o no según seamos conscientes o no de ello?

Podemos tener una enfermedad, pero la comprensión de ella nos libera, si nos quitamos culpa y tristeza nos ayudamos a entender que yo no estoy enferma, es mi cuerpo el que lo está. No nos identificamos con la enfermedad. Técnicas de meditación ayudan a llenar de paz la mente, a quitar preocupación. Somos expertos en somatizar miedo, ansiedad y estrés. Ojalá un día aprendamos a somatizar la alegría, la paz y el amor, porque eso es la salud. Debemos aprender más del amor y de la sabiduría.

El 6 de octubre, la asociación que preside, Merrylife (Merry Human Life Society www.merrylife.org

La idea es ayudar a cambiar tanto dolor. La muerte genera dolor porque significa pérdida material, pero la conciencia continúa. El cardiólogo holandés Pim Van Lommel, que será ponente en la jornada, realizó un estudio científico en diez hospitales con pacientes que habían sido reanimados tras una muerte clínica. Lo que explicaron esos pacientes confirma que la conciencia va más allá de la muerte.

Y para los seres queridos que quedan vivos, ¿Dónde está el consuelo?

Llevar a los seres queridos en el corazón es la clave. Hay que ayudar a ver la muerte de otra manera, la vida es un viaje con billete de ida y vuelta. En nuestra jornada del sábado 6 de octubre veremos qué dicen de la trascendencia la ciencia y la sabiduría antigua y que cada uno reflexione. Es importante cambiar tanto dolor, y que los científicos estén abiertos a avanzar en lo desconocido.

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En su consulta del CAP de Esplugues de Llobregat, ¿hay espacio para la conciencia?

Medimos lo mesurable con radiografías y analíticas. Yo elegí medicina para ayudar a quitar sufrimiento a las personas. El dolor del alma no se mide. Ansiedad y depresión serán en el 2020 la segunda enfermedad más común en el mundo occidental.