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Pere Alzina: "Una pareja de halcones se come 2.000 palomas al año"

Biólogo, consultor y comunicador ambiental y guía de naturaleza en viajes al Este de Europa.

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jcarbo44611442 pere alzina alzina180907140349 / ANNA MAS

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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He aquí una buena presa de Félix Rodríguez de la Fuente. Pere Alzina (Arenys de Mar, 1967) fue uno de tantos niños que mantenía su mirada clavada en la pantalla del televisor mientras la peculiar voz del ‘amigo Félix’ detallaba cómo unas bestias devoraban a otras. El medio natural fue el espacio de juego de este biólogo durante su infancia y adolescencia. Con sus compañeros de pandilla buscaba setas y caracoles, y simulaban trincheras armados con ramas de arbustos. Pescar pulpos y congrios y construirse cuevas junto a las rocas eran otros de sus planes.

Divertimento altamente sostenible.

Íbamos y veníamos de la escuela a pie. Teníamos ganas de correr y explorar sitios desconocidos. No era ni mejor ni peor que los juegos actuales, pero era muy diferente, y es algo que conforma tu personalidad.

Y en su caso también el camino laboral.

A mí ya me gustaban los temas de naturaleza, pero también la música, el arte, la literatura y la filosofía. Y un hermano Capuchino, el padre Lluís de Reus, que cuidaba un jardín botánico en el convento de Arenys, nos llevó una semana a caminar por la montaña. Fuimos a La Guingueta d’Àneu (Pallars Sobirà) y fue un viaje iniciático para mí, el primer gran detonante. El padre Lluís era un humanista, conocía la naturaleza y la filosofía.

Siempre hay un gran maestro que marca.

Y tuve otros. El ayuntamiento de Arenys organizaba actividades de verano. Yo quería hacer un curso de mamíferos, pero no hubo gente suficiente y me apunté al que sí tenía quórum, el de pájaros. Pensé que sería un rollo. El profesor era un tal Martí Boada. El científico naturalista y geógrafo todavía no era muy conocido, pero en aquel curso nos cautivó a todos, fue una maravilla. Más tarde conocí y trabajé al lado de Jordi Sargatal, el ornitólogo que dirigió el Parc Natural dels Aigüamolls de l’Empordà y la Fundació Territori i Paisatge.

¿Qué aprendió de esos dos grandes referentes en el estudio de la naturaleza?

Me quedó sobre todo su manera de transmitir su pasión y entusiasmo, su acción. Con un presupuesto muy limitado conseguían hacer muchas cosas. Y no iban con el piloto automático, no. Ellos iban siempre más allá, en sus explicaciones y su labor. Con ellos y en la Escola de Natura del Corredor, descubrí que había gente que se ganaba la vida haciendo lo que a mí me gustaba. Y después de Biología hice un máster en ingeniería y gestión ambiental sobre aguas, residuos, contaminación, aire...

Todo lo que hoy preocupa mucho más.

De mi participación en auditorías ambientales y consultoría en temas de medioambiente, tengo claras dos ideas: que la acción local es muy importante y que cuando miras las cosas con detalle ves mucho más, pero solemos ir con la nariz apuntando al suelo. Estaría bien que todo el mundo conociera el ciclo de la energía de su pueblo o ciudad, de dónde vienen la luz y el agua y adónde van los residuos. Pero sin tremendismo, el mundo no se acaba, pero es bueno saber lo que va bien y lo que hay que resolver. Tomar conciencia.

Sus charlas y salidas guiadas en Catalunya o países como Bulgaria (www.beyondbarcelona.com) ayudan a crear conciencia.

Al menos, conocer. Una de mis charlas que más éxito tiene es: Animales y plantas que conviven con nosotros. Los otros vecinos. A veces conocemos mejor la fauna y biodiversidad más lejana que la que tenemos al lado.

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Prohibir alimentar a las palomas es una manera de evitarlas. Y favorecer sus especies depredadoras, también. Una pareja de halcones puede comerse unas 2.000 palomas al año, contando las que alimentan a sus crías. En Barcelona hay tres parejas, instalar cajas-nido en lugares óptimos ayudaría a que anidaran y criaran más.