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Melín Martínez: "Quiero cambiar la forma cómo se trata a los caballos"

Esta abogada dejó las leyes por los caballos y enseña ahora lo mucho que se aprende de ellos.

Melín Martínez, abogada y responsable de Horseway, hípica especializada en doma natural y terapias con caballos.

Melín Martínez, abogada y responsable de Horseway, hípica especializada en doma natural y terapias con caballos. / Anna Mas Talens

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Óscar Hernández
Óscar Hernández

Periodista

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Cuando se le pregunta a Melín Martínez Farriols (Barcelona, 1977) por su profesión no sabe qué contestar. Hace unos años decidió dejar su trabajo de abogada y volcarse en la yeguada de sus abuelos en Argentona (Maresme), en el parque natural del Montnegre. Experta en doma natural, ofrece terapias asistidas y de crecimiento personal a familias, particulares y empresas. A cualquiera que desee comprobar lo mucho que un caballo enseña para ser una mejor persona.

Dejó los juzgados por esta finca.

Desde muy pequeña venía aquí a ver a mis abuelos que tenían un pequeño zoo con cabras, aves rapaces, perros, gatos, un hurón y por supuesto caballos. Con mi madre les dábamos de comer y saliamos a montar. Pero me caí algunas veces y dejé de montar.

Hasta que...

Hasta que me cambiaron de colegio en Barcelona. Tenía 12 años, Una compañera me propuso ir a una hípica que había en la calle de Ciutat de Balaguer, en Sant Gervasi. No quería decirle que ya no me gustaba montar, aunque sí los caballos, para poder ser su amiga. Me puse a galopar con ella y al llegar a casa le dije a mi madre que queria volver a cabalgar. Y hasta ahora.

¿Qué paso con los estudios de Derecho? 

Estudié el primer curso y me fue muy bien, pero segundo ya no. Entonces decidí centrarme en la carrera. Trabajé unos años en el despacho de mi padre. Llevaba temas de propiedad intelectual. Un tiempo después volví a montar. Me interesé por la doma natural y asistí de oyente a un curso. Alterné la abogacía con la doma de los caballos de mis abuelos. Hasta que un día decidí dedicarme solo a esto. Lo tenía clarísimo.

Y montó Horseway.

Había aprendido mucho domando caballos y estaba tan apasionada que quería transmitir esta forma de entrenarlos. Quería montar una escuela de equitación diferente, una hípica donde no se tratara a los caballos como máquinas, que enseñara a hacerlo de una forma respetuosa.

Sin fusta, espuelas ni golpes.

Con la fusta puedes acariciar el caballo, pero no pegarle. No hay que establecer una relación de dominio con él, que, como las personas, solo quiere seguridad y confort. Es un animal que te comunica cosas continuamente. Con las orejas, con la mirada... Hay gente que los somete con miedo e intimidación. Pero no es necesario. Son muy sociales. Con ellos hay retorno inmediato. Y es muy fácil saber por qué no quieren hacer algo.

¿Qué relaciones se establecen?

Las personas metieron el caballo en su mundo para que les ayudara en el transporte, la guerra y la agricultura. Y últimamente como animal de ocio. Pese a ello, siempre se le ha escuchado poco. Pero es un animal que establece vínculos de amistad y colaboración con los de su especie. Son amistosos, súpercuriosos y muy sensibles.

Ustedes no solo enseñan a montar.

Hay personas que vienen y nos piden hacer una ruta. Pero no nos dedicamos a eso. Hacemos mucho trabajo con el caballo sin montarlo. Enseñamos a estar con él, darle de comer, cuidarle y entender lo que dice su lenguaje corporal. También a montar de forma adecuada, que no cause daño al animal. El alumno aprende a tener confianza en sí mismo y a decir las cosas con claridad y asertividad para que el caballo las entienda.

¿Qué obtienen los caballos?

Una amiga dice que son buscadores de paz. Si no están tranquilos, es por estrés.

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Con varios años como abogada y ahora al frente de la yeguada, ¿con qué se queda?

Económicamente como abogada me iba mejor, pero esto es más bonito y satisfactorio. Quiero seguir dedicándome a cambiar la forma cómo se trata a los caballos.