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Cristina Mateo: «Como árbitra, ya no escucho insultos machistas»

Es una de las seis colegiadas catalanas en la máxima categoría nacional femenina de fútbol

Cristina Mateo

Cristina Mateo / JOAN PUIG

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Manuel Arenas
Manuel Arenas

Redactor y coordinador del equipo de información del área metropolitana de Barcelona

Especialista en historias locales, audiencias e información del área metropolitana de Barcelona y reporterismo social

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Un dato que habla por sí solo: según el Comité Técnico de Árbitros de la Federació Catalana de Futbol, de los 1970 árbitros federados esta temporada, 1880 son hombres y sólo 90 mujeres. Cristina Mateo (Mataró, 1995) es una de ellas. Dejó el fútbol para dedicarse al arbitraje y, tras cuatro temporadas, ésta ha ascendido como árbitra asistente a Primera División nacional, la máxima categoría femenina a nivel estatal, donde hay seis árbitras catalanas.

-¿Por qué árbitra? Cuando tenía 17 años y jugaba a fútbol en el Sant Vicenç de Montalt, vinieron del Comité a darnos una charla. Me interesó el tema y decidí hacer un curso intensivo que organizaba la federación para fomentar el arbitraje femenino. Ahora llevo 6 años arbitrando.

-¿Se planteó cuando empezó las dificultades del arbitraje? Quizá no era tan consciente de lo que implica: no es sólo ir al partido, sino que tienes que entrenar, ir a clases de reglamento y estudiar para los exámenes.

-¿En qué categoría pita? En categoría femenina, esta temporada he ascendido a Primera División nacional, la máxima categoría en España, donde arbitro como asistente. Es la primera vez en la historia que se hace una liga femenina arbitrada íntegramente por mujeres: 20 árbitras y 20 asistentes. En categoría masculina, pito hasta Tercera División catalana.

-En general, ¿cuál es su experiencia? Creo que arbitrar es de las mejores decisiones que he tomado: en cada partido aprendo algo. No sólo me ha aportado cosas a nivel profesional, también personalmente: me ha ayudado a ser más abierta con la gente, a estar más segura de mí misma o a ser más comprometida.

-¿Con qué dificultades se ha encontrado? Lo más complicado es arbitrar sola, sobre todo para ver los fueras de juego: cuando tienes asistentes te despreocupas un poco más porque ellos se ocupan de las bandas. En cuanto a los comentarios desde la grada...intento abstraerme de todo.

-¿Alguna vez ha tenido algún percance? Nada importante. Al principio, quizás porque era menos habitual ver a una chica arbitrando, sí me encontraba con insultos machistas del tipo 'vete a fregar los platos' o 'niña, vete a la cocina', pero ahora ya no escucho ese tipo de insultos en los campos.

-Me sorprende. Se habla mucho de que la violencia sigue latente. Tanto la violencia verbal como física por desgracia siguen existiendo, pero la gente va concienciándose: yo ya no me encuentro con esos comportamientos. Parece que la figura del árbitro se está protegiendo más: hace dos temporadas, la federación catalana lanzó la campaña 'Prou violència al futbol' y fue bastante efectiva.

-¿Se puede vivir del arbitraje? No. Arbitrar ayuda económicamente, pero para sobrevivir no da: hay que compaginarlo con un trabajo. Es similar a lo que les ocurre a las futbolistas profesionales: aunque están en la máxima categoría, tienen que compaginar el fútbol con un trabajo.

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-¿Ha percibido brecha salarial? Hombres y mujeres cobramos lo mismo por pitar partidos de la misma categoría. La diferencia es que en las categorías femeninas se paga menos que en esas mismas categorías masculinas: nosotras, en Primera División nacional femenina, tenemos el sueldo de un árbitro de Segunda B masculina.

-¿Por qué sólo hay 90 árbitras federadas? El fútbol siempre se ha asociado a los hombres y hay desconocimiento: muchas chicas no se plantean que puedan llegar a ser buenas árbitras y tener reconocimiento. Aun así, el comité catalán, con 6 colegiadas, es el que más árbitras aporta de toda España a la categoría nacional.