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Montxo V. Sempere: "Las lenguas suman, pero requieren voluntad"

Su experiencia vital ilustra el poder integrador del multilingüismo. Sordo desde los tres años, hoy domina cuatro lenguas

Montxo V. Sempere, sordo desde los 3 años, domina varias lenguas.

Montxo V. Sempere, sordo desde los 3 años, domina varias lenguas. / DANNY CAMINAL

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Montxo Vicente Sempere (Elx, 1978) es uno de los primeros pacientes nacidos con Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa (SCID, conocido también como el Síndrome del niño Burbuja) que se curó. Lo hizo en una habitación aislada herméticamente en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, y gracias al trasplante de médula ósea que recibió de su padre. Aún hoy el Hospital del Vall d’Hebron donde pasa revisiones comparte sus resultados con el hospital neoyorquino. La segunda burbuja que debió afrontar al dejar el hospital fue la comunicativa. A los tres años se quedó sordo. 

-¿Hasta entonces, cómo se comunicaba? Con médicos y enfermeras aprendí a hacerlo en inglés y con mis padres, en castellano. Ya en Alicante, profesores y logopedas aconsejaron a mis padres que evitara el valenciano para no confundir vocabulario y que tampoco aprendiera la lengua de signos, para que me esforzara oralmente.

-El pasado viernes en su espacio en Twitter @montxoff compartió su experiencia personal desafiando a ese monolingüismo. Salía de hacer la compra y al entrar en el coche miré el móvil y vi que se debatía sobre el aprendizaje del catalán, y quise poner en relieve que no hay una lengua que excluya a otra. Y con mi ejemplo lo podía demostrar.

-¿A qué conclusiones ha llegado? Primero que no es tan difícil aprender una lengua, y menos las que oímos a diario, que entran naturalmente, siempre que las dejes entrar. Escuchar es una actitud, una predisposición a querer recibir un mensaje. Política e inmersión aparte, aprender una lengua es una opción personal. Las lenguas suman, pero requieren voluntad.

-Y usted, pese a las advertencias de expertos en logopedia, quiso aprender valenciano. ¿Cómo llegó a su vida esa lengua? Paseando con mi yayo [el padre de su madre] los domingos, él me contaba cosas de su infancia trabajando en el Palmeral d'Elx. Siempre lo hacía en castellano, como hablábamos en casa. Pero, de repente, un día mi abuelo me dijo: "el pare era bona persona, però va tenir mala sort i astò és només perquè era un home llegit i que sabia escriure". Luego supe que mi bisabuelo era alpargatero pero sabía leer y escribir, por eso los fundadores de UGT lo fueron a buscar para que fuese su tesorero. Y antes de acabarse la Guerra Civil, se exilió a Oran (Argelia) y dejó a mi bisabuela y a sus tres hijos en Alicante.

-¿El valencià lo aprendió en la escuela? Sí. Siempre pedía la exención, por mi problema auditivo podía hacerlo, pero una profesora en 3º de ESO sabía que hablaba inglés y me dijo que por qué si había aprendido inglés no podía aprender valenciano. Y me hizo pensar. Empecé a asistir a las clases en el instituto, pero no le puse interés de verdad hasta que no descubrí que mi abuelo era catalanohablante. Aprenderlo para mí fue una manera de resarcir a mi yayo.

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-Luego aprendió lengua de signos, otro desafío ante la opinión de sus logopedas. Con 18 años sentía que, pese al pleno dominio de tres lenguas orales –castellano, inglés y catalán– [más tarde estudió francés e italiano, y los entiende], mis pensamientos no son en lengua oral. Puedo imaginar sonidos, ruidos y música, pero en mis sueños nadie habla, mi manera de pensar es visual. Además, me sentí atraído por una chica que dominaba la lengua de signos, eso me motivó más. Y con la lengua de signos me sentí completo y gané habilidades sociales. En toda aula con un alumno sordo todos deberían aprender lengua de signos. Esa sería la completa integración.

-Su vida noquea el debate sobre lengua. Como dije en mi Twitter, nunca entenderé a quienes se esmeran en cuidar su ignorancia en forma de apología al monolingüismo, ni tampoco en el supremacismo lingüístico. Todas las lenguas sirven para construir a la persona.