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Laurent Cantier: "En la cuerda floja estás en tu mundo y no paras de disfrutar"

Las dos pasiones de este doctorando, las matemáticas puras y la cuerda floja, tienen algo en común: son un camino de aprendizaje

Laurent Cantier, en la ’slackline’.

Laurent Cantier, en la ’slackline’.

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Michele Catanzaro
Michele Catanzaro

Periodista

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Se llama Laurent Cantier, es doctorando en matemáticas puras en la Barcelona Graduate School of Mathematics (BGSMath), y forma parte del equipo que tiene el récord español de paseo en la cuerda floja: 500 metros de cuerda colgando en medio de la montaña en Rupit, en diciembre del 2017. Este joven de Niza, de 26 años, vino a Barcelona hace un año para investigar en matemáticas. Pero trajo consigo su otra pasión y montó uno de lo equipos más atrevidos.

-¿Cómo te acercaste a la cuerda floja?- Hace un par de años, un amigo me hizo probar una cuerda atada entre dos árboles. La primera vez que probé la slackline [un deporte consistente en caminar en largas cuerdas colgadas a gran altura], me encantó. Estaba tan excitado que a la vuelta empecé a gritar en el coche. Hay gente que disfruta pasando miedo.

-¿Y cómo te acercaste a las matemáticas?- Siempre me gustaron. Trabajé un poco de ingeniero, pero no me gustaba estar sentado frente a una pantalla todo el día. Así me puse a buscar becas para investigar en álgebra y así llegué a Barcelona.

-¿Cuál es tu tema de investigación?- La clasificación de la álgebras C-estrella. Es un tema que surgió hace 50 años en la física cuántica. Pero ahora a los matemáticos les interesa independientemente de su aplicación.

-Un poco abstracto… ¿qué te gusta de eso?- Es un juego mental. Tienes un lenguaje y unas reglas que respetar. Con un papel y un boli tengo suficiente y esto me encanta. Estás bastante solo. Hay días en que tienes ideas y otros en que no se te ocurre nada. Tienes mucha libertad: es un reto pero también una ventaja. Y cuando finalmente demuestras algo, nadie te lo puede cuestionar. En matemáticas pura una demostración es cierta para siempre.

-¿Como fue lo del récord?- Llegamos al sitio que habíamos escogido, en Rupit, y estuvimos montando durante dos días. Éramos seis: esto no es algo que uno pueda hacer solo. Pero luego vinieron la policía, el alcalde y el dueño del terreno: estaban preocupados.

-¿Por qué?- Es un deporte al cual la gente no está acostumbrada. Nosotros pedimos permisos, cuidamos de la fauna y de la flora, pero lo más normal es que te echen, porque la gente quiere evitar problemas.

-¿Y qué pasó?- Vino mucha gente a vernos, porque era puente: se dieron cuenta que era algo bonito y nos dejaron hacerlo. De los seis, tres hicieron el récord, sin caer nunca. Cada uno hizo una ida y una vuelta por día.

-¿Qué probaste al caminar 500 metros en el vacío?- Cuando veía uno de los colegas que caminaba no me lo podía creer. Cuando estás caminando tu, no te parece difícil. Sabes que tienes buen material y que el montaje está bien hecho. Estás en tu mundo y no paras de disfrutar. No piensas en nada: los pensamientos quieren entrar, pero no entran. Cuando tienes 500 metros por caminar, es tan largo que es fácil dar un paso más. Casi podía caminar con los brazos bajados.

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-¿Nada de miedo?- Si estás relajado no tienes que apretar mucho el cuerpo. Lo haces solo cuando hay viento y se forman ondas muy grandes en la cuerda. Es importante respirar despacio, suave. Si caes, tu arnés te aguanta. Pero si caes cuando estás en el medio de la cinta, cuarenta metros por debajo de donde cuelga, allí nadie te va a rescatar.

-¿Tienen algo en común las matemáticas puras y la cuerda floja?- El camino que he hecho para aprender la slackline es el camino de cualquier cosa en la vida. El el mismo aprendizaje necesario para hacer un doctorado… o para hacer crecer una relación. Es una forma de crecimiento, con sus temporadas altas y sus temporadas bajas.