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Jaume Barberà "Es emocionante averiguar qué traerá el viento"

Este maestro jubilado lleva 20 años reportando a Meteocat, voluntariamente, el tiempo que hace en Cardona

Jaume Barberà, en la estación meteorogógica que instaló en el colegio público Mara de Déu del Patrocini de Cardona.

Jaume Barberà, en la estación meteorogógica que instaló en el colegio público Mara de Déu del Patrocini de Cardona. / MARC VILA

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Juan Fernández
Juan Fernández

Periodista

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Cada día, a las 7 de la mañana y las 5 de la tarde, llueva, nieve o haga calor, Jaume Barberà (Cardona, 1950) camina desde su casa hasta la estación meteorológica que instaló en el colegio público Mare de Déu del Patrocini de Cardona, donde fue maestro durante 35 años, y comunica las mediciones a la Xarxa d’Observadors Meteorològics del Servei Meteorològic de Catalunya, a la que pertenece como voluntario. Y así un día, y el siguiente, y el siguiente... De las aulas ya se jubiló; de mirar al cielo, no. Tiene una misión: sus notas son testimonio vivo del cambio climático a escala local.

-¿Cómo nació su afición a la meteorología? De niño me gustaba fijarme en los comentarios que hacían los mayores sobre el tiempo. Me llamaban la atención sus pronósticos, sus refranes y las señales que utilizaban. Vivíamos en La Coromina, en el valle que hay debajo del castillo de Cardona, y la chimenea de la fábrica de Unión Española de Explosivos, que estaba cerca de casa, fue la primera herramienta que conocí para predecir el tiempo.

–¿Una chimenea? Los viejos solían decir: si el humo va hacia el castillo, por la tarde lloverá. ¡Oye, y acertaban! Más adelante entendí que el fenómeno se debía al viento del este, que venía cargado de humedad. Por esa época me aficioné a rellenar libretas con datos de las tormentas que caían sobre Cardona. Anotaba su duración, su evolución, el agua y el viento que traían… De ahí pasé a apuntar cuándo llegaban las golondrinas, la aparición de los primeros ruiseñores de la temporada, el día que florecían los almendros…

- ¿Para qué? Al principio, por gusto. Pero luego ocurrieron dos hechos que me hicieron ver lo importante que era predecir el tiempo. El 4 de septiembre de 1960, en media hora murieron tres personas por caída de rayos en dos masías cercanas a Cardona. Dos años más tarde tuvo lugar la famosa inundación del Vallès, que en mi pueblo también dejó mucha lluvia, y esa navidad cayó la mayor nevada que he conocido, seguida de una helada histórica. Me marcó ver a mi padre desatascando cañerías congeladas.

- ¿Pensó hacerse meteorólogo? Preferí hacerme maestro, pero hace 20 años monté en el colegio una pequeña estación meteorológica y empecé a colaborar con el Servei Meteorológic de Catalunya. Al principio tenía que llamar por teléfono para dar los datos. Ahora el sistema es automático, pero dos veces al día acudo en persona a revisar las mediciones y añado anotaciones sobre los tipos de nubes que nos visitan. Aunque ya estoy jubilado, periódicamente voy con los alumnos para explicarles cómo funciona la atmósfera. 

-¿Quiere contagiarles su afición? Quién sabe, quizá de aquí salga algún hombre o mujer del tiempo. Ellos también elaboran el informe meteorológico que publicamos en la revista local y se sienten importantes cuando han de telefonear al Servei para comunicar algún dato. Es bueno que comprendan la importancia que tiene la meteorología.

 

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-Con tantos datos como conserva desde hace tanto tiempo, podrá confirmar o desmentir lo del cambio climático. Lo confirmo, no es ninguna broma. En mi comarca ya no se dan las heladas de antaño y la floración de los almendros se ha adelantado dos semanas. Vamos hacia veranos más largos y calurosos, esto ya no hay quien lo pare.

-Habrá quien se pregunte: ¿qué necesidad tiene este hombre de ir dos veces al día a medir la temperatura del aire? Esto empezó como una afición y acabó siendo una responsabilidad. Si fallo algún día por algún viaje, busco a alguien que me sustituya. También es una pasión. Es emocionante averiguar qué traerá el viento.