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Oriol Cendra: "Cultura es dar voz a los grupos más vulnerables"

Treinta años de experiencia en el ámbito cultural le avalan para exponer su visión de la cultura como herramienta para la vida

Oriol Cendra.

Oriol Cendra. / Mireia Reynal

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Oriol Cendra (Barcelona, 1963) lleva 30 años trabajando como técnico de cultura en la Generalitat y esta larga experiencia en la sombra le avala para exponer su visión de qué es y para qué sirve la cultura. Le proponemos ir al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona para hacer la foto y él sugiere que el herbolario Manantial de la Salud de la calle Xuclà también sería un buen lugar para relacionarlo con la cultura. 

–¿Una herboristería es cultura?

–Tendemos a encerrar la cultura dentro de instituciones y políticas culturales, y asociamos actividad cultural con consumir productos: leer libros, ir al teatro, al cine... Pero la cultura es mucho más. Las plantas medicinales son una fuente de conocimiento ancestral y esto también es cultura. Conocer el entorno, hablar una variante dialectal de una lengua, asociarse para mejorar un barrio, tener la capacidad de soñar... Todo esto son acciones culturales.

–¿En qué sentido soñar es cultura?

–En un contexto de precariedad laboral puedes soñar con tener un trabajo precario o puedes soñar con luchar por tu dignidad. Tu decisión te convertirá en una persona u otra, y eso es cultura pura, porque tal como seas como persona es como contribuirás al mundo y lo dejarás en herencia a los demás. 

–Es la definición más bonita de cultura que he oído nunca. 

–Los antropólogos Kroeber y Kluckhohn encontraron más de 150 definiciones de cultura. Para mí, una acción cultural de primer orden no es tanto cultivarse a uno mismo sino dar voz a los distintos colectivos que forman parte de una sociedad, especialmente a los más vulnerables e invisibilizados. De lo contrario, tendemos a la uniformización más absoluta.

–Ha escrito que la creación del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, el sindicato mantero, es una acción cultural.

–Lo comparo con la fundación de La Aurora por Josep Anselm Clavé en 1845. Esta sociedad reunía a personas de distinta extracción, sobre todo trabajadores, que se agrupaban para cantar, instruirse y tener un espacio de sociabilidad cuando sindicarse no estaba permitido. Eran auténticas escuelas de ciudadanía.

–¿Cómo llega a esta idea?

–Es una reflexión que abrí hace cinco o seis años, cuando empecé a dedicarme más al ámbito de la cultura popular. Uno de los actos culturales más emocionantes que he visto nunca es un encuentro de poesía en lengua urdu en el que hombres de ascendencia paquistaní que viven en el Raval expresan su sentimiento de nostalgia.

–Actos así son muy poco reconocidos.

–¿Cómo es posible que estas personas que tienen una cultura, se reúnen y la expresan no tengan voz en la construcción de nuestra sociedad? El Departament de Cultura tiene inventariadas 15.000 fiestas tradicionales y ninguna pertenece al ciclo festivo de los musulmanes en Catalunya. 

–Algo falla, sí.

–Y no hablo solo de comunidades étnicas.  Dicen que los jóvenes no hacen poesía, pero en Youtube encuentras mil formas de recitado. ¿Por qué las instituciones no incorporan las demandas culturales de los poetas que se expresan a través del hip hop, el rap o el pop-rock en los planes de lectura?

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–Los presupuestos públicos no reflejan la importancia de la cultura.

–El presupuesto anual de cultura de todas las administraciones públicas en Catalunya es de unos 900 millones de euros, y solo el del FC Barcelona son 700 millones. Desde los poderes públicos no hemos sabido hacer que la cultura sea útil para vivir, pero ya hay formaciones políticas y gestores culturales que incorporan este pensamiento en el debate sobre qué es y cómo se ejercen las políticas públicas en cultura.