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Marvin Soriano: «Ensayaba metido en el armario, entre abrigos»

Preparó durante todo un año su voz de tenor a escondidas. En julio subió a escena en Arenys de Mar

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zentauroepp40026267 marvin marwin soriano contra contraportada170913173236 / Anna Mas Talens

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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En su hogar de infancia se respiraba mucha música. Sobre todo jazz, funk y soul. El nombre de Marvin Soriano (Vilassar de Mar, 1986) es el homenaje de su padre a uno de sus mitos musicales, Marvin Gaye. Padre melómano y madre convencida de que la música es cultura, Soriano realizó estudios musicales en el conservatorio municipal de Premià de Mar. Sus deberes escolares y el estudio y ensayos con el saxo y el piano se atropellaban. Cuando internet llegó a las manos de este ingeniero de 'software' (UPC), la música lo guió. Un día topó con Smule Sing.

 

–¿Qué es Smule Sing?

–Es una aplicación para cantar. No es un karaoke vulgar y común. Te facilita muchas posibilidades de potenciar y adaptar tu propia voz a diferentes filtros, sonoridades. Por ejemplo, que suene como si estuvieras cantando en el Palau Sant Jordi, igual que en Instagram puedes utilizar efectos como el atardecer. Smule Sing te da efectos para la voz, pero aún es mucho más que eso.

  –¿Qué más ofrece?

–Integra detrás una red social bestial. Los aficionados podemos cantar entre nosotros a través de la aplicación y en karaokes de bares en nuestra ciudad, donde sea. Yo pensé que me entretendría unas horas y luego la borraría. Pero me enamoró totalmente.

  –¿Qué logró esa 'app' en su vida?

–Yo antes de descubrirla solo cantaba en el coche, en los trayectos de casa al trabajo, aquello de que suena una canción que te gusta en la radio y la cantas. Pero con la app empecé a cantar en todas partes y cada día. Además, iba descubriendo a gente fantástica. Empiezo a sentir que cantar se me da mejor de lo que creía, al mismo tiempo que detecto mis carencias. Me atrevo incluso con la ópera y el 'classical crossover'.

  –¿Qué le atrae sobre todo de la ópera?

–La ópera me despierta emociones que ningún otro género musical logra avivarme. La ópera es, emocionalmente, superintensa. Es más que música, es historia, sentimiento, se ha de interpretar y vivir.

  –Decidió apuntarse a una escuela.

–Sí. El año pasado me inscribí en la Escola Carles G. Vidiella, la escuela municipal de música de Arenys de Mar. Hice una prueba y empecé a prepararme para cantar ópera. Sin el trabajo de mi profesora, Rosa Maria Campasol, todo lo que me ha pasado a partir de entonces no habría sido posible.

 

–¿Lo llevó todo, de verdad, en secreto?

–Sí. Yo no soy especialmente tímido o introvertido, pero sentía que cantar era algo muy íntimo para mí, y no quería contaminarlo, ni con opiniones ni con exigencias.

 

–¿Y cómo ensayaba sin que lo oyeran?

–Aprovechaba cuando mi madre no estaba en casa. Pero como las paredes son de papel y se oye todo, y la ópera no es un género precisamente para cantar silenciado o suave, los vecinos golpeaban las paredes porque me oían. Así que abrí el armario y, en medio de los abrigos, como podía, porque además yo no soy pequeño, cantaba. No quería que los vecinos se lo dijeran a mi madre. Era verano ya y, pese al calor que hacía, yo entre abrigos. Sé que es ridículo y cómico, pero no me da vergüenza decirlo.

 

–Porque luego triunfó con el personaje del general Putifar en la zarzuela 'La corte de Faraón'. ¿Cómo lo anunció?

–Avisé con tiempo a mi madre y a mis amigos para que se reservaran la tarde del 16 de julio, que era un domingo. No sabían nada y, cuando me vieron en el escenario cantando, alucinaron. A mi madre le hizo una ilusión bestial. Se sentía orgullosa.

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  –¿Y ahora qué?

–He hecho tres conciertos y tengo algunas pruebas previstas. Podría ir a programas de tele para talentos, pero sé que eso podría romperlo todo. Esto me ilusiona, pero me asusta. Y yo soy feliz con mi trabajo.