GENTE CORRIENTE

«La fuerza me viene del vientre, de la madre Tierra»

La artista Gemma Molera plasma su doble proceso de lucha contra el cáncer y de búsqueda de la propia identidad en una exposición turbadora

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esala38374742 sant cugat del valles valles ocidental 10 05 2017 co170512165921 / JOAN PUIG

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Aún resentida tras un reciente ingreso hospitalario, Gemma Molera (Barcelona, 1964) ha inaugurado la exposición Lung and bones (Pulmón y huesos), un ejercicio de libertad creativa total en el que plasma con toda su crudeza los estragos del cáncer en su cuerpo y su proceso de búsqueda interior. La muestra reúne 16 pinturas encáusticas –una antigua técnica que mezcla cera virgen y pigmentos– y estará abierta al público hasta el 28 de mayo en el vestíbulo del museo del monasterio de Sant Cugat (este sábado, visita guiada con la artista a las 11.30 horas). 

–Empezó a pintar de niña.

–Soy la tercera de seis hermanos y de pequeña era una niña tímida, insegura y muy sensible. Mis padres me llevaron a un taller de arte donde podía pintar como quería, y allí me sentía bien.

–Acabó licenciándose en Bellas Artes, en la especialidad de grabado.

–Empecé a trabajar en el estudio de Magí Baleta en la calle Joaquín Costa de Barcelona, donde conocí a Jaume Plensa, Perico Pastor, Ferran García Sevilla, Joan Bennàssar… Nunca nos poníamos máscaras y estoy convencida de que el cáncer de pulmón me ha venido de no cuidarme con los productos tóxicos, porque no he fumado nunca.

–Dice: «Es una suerte haber compartido este tumor en mi cuerpo». ¿Por qué?

–El 20 de mayo del 2015 me diagnosticaron un carcinoma de pulmón izquierdo con metástasis en los huesos. Llevaba muchos años dedicada a los demás. He cuidado a mis tres hijas con toda la ilusión del mundo y estaba encantada dando clases de grabado. Pero necesitaba recuperar mi espacio, mi identidad. Cuando el tratamiento empezó a funcionar, decidí volver a mi taller de Cerdanyola a hacer lo que quisiera.

–¡Cuántas mujeres han compartido alguna vez esa sensación de estar atrapadas!

–Antes de la enfermedad, yo sabía que había algo dentro de mí que no funcionaba. Lo tenía todo: tres hijas maravillosas, un marido que me quiere, un taller propio... Pero no me sentía feliz, no era yo. De toda la vida arrastraba una culpabilidad, una tristeza y una inseguridad que no me dejaban florecer. Siempre callaba porque creía que no tenía nada que contar.  

–Ha pasado del silencio a desnudarse emocionalmente.

–Yo tenía un estilo decorativo, pero necesitaba comenzar otro lenguaje, dejarme llevar y hacer algo que me saliera mucho más de dentro. También inicié una serie de terapias alternativas, que me han reconectado con mi lado más espiritual. Me he empoderado como mujer. Noto que la  fuerza me viene del vientre, de la energía de la madre Tierra. Me siento capaz de explicar lo que me pasa y de dar energía a la gente. 

–¿Cuál es su cuadro preferido?

–Pintar amb els cabells. A finales de enero del 2016 tuve una recaída. El cáncer se extendió y el tratamiento hizo que se me cayera el cabello, pero así como otras personas optan por raparse a mí me hacía ilusión.

–¿Ha dicho ilusión?

–Sí, porque era una experiencia de vida. Yo nunca me había hecho un autorretrato, y un día que estaba en el taller me hice un selfi, me lo puse delante y empecé a recoger los pelos y a pegarlos en la pintura. Sentí el gozo de pintarme a mí misma, fue como una liberación. Cuando terminé el cuadro, mi padre me dijo: «Gemma, este te lo compro». Él siempre ha creído en mí y esperaba el día en que su hija se haría famosa y saldría en la contraportada [ríe].

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–Su obra irradia algo primitivo y salvaje.  

–Hay pelos y fotos de cacas. Una amiga me dijo que le repugnaba, que era demasiado salvaje. Pero en uno de los últimos cuadros mis pulmones y mi barriga ya no están machacados por la mierda sino que en ellos nacen flores. ¡Voy a seguir luchando!