Gente corriente

«No dejé que el miedo me robara mi vida»

A Vanessa Nueda la superación de su cáncer de mama le ha disparado las células solidarias para que otros cánceres sean vencidos

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«No dejé que el miedo me robara mi vida»_MEDIA_1 / RICARD FADRIQUE

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CARME ESCALES

Con tres años y medio, los gemelos Èric y Martina -hoy cumplen 6 años- tomaron asiento. El espectáculo iba a empezar. Estaban en el baño de casa y su madre iba a raparse el pelo. Como una auténtica mamá pirata, así podría anudarse un pañuelo en la cabeza y cargarse de superpoderes, los que ellos le traspasarían y los que recibiría en el hospital. Así, capítulo a capítulo, el cáncer de Vanessa Nueda (Girona, 1979) fue tomando categoría de aventura vivida en familia.

-El enfoque recuerda La vida es bella de Roberto Benigni, la película en la que un padre hace vivir a su hijo la guerra y su paso por un campo de concentración como un juego. No todo el mundo cree que eso sea bueno. Por pequeños que sean, los niños han de tener respuestas, poco a poco, y en su justa medida. Y mi experiencia es que hacerles llegar esas respuestas como si fueran parte de un mundo de fantasía ayuda mucho. A ellos, y a mí. Si yo hubiera estado sola rapándome la cabeza, habría llorado muchísimo. Haciéndolo como un juego, incluso reí.

-¿Qué pasa si no damos respuestas a los niños? Primero, que se pueden sentir abandonados, apartados de lo que sucede. Y además, que ellos igualmente necesitan esas respuestas. Si no se las das, ellos las imaginarán. Si no les hubiera dicho nada de lo que estaba viviendo, al tercer día que no hubiera podido ponerme a jugar con ellos se habrían puesto a imaginar cosas.

-Además, les hizo partícipes. Compartir el día a día con ellos, con lenguaje adaptado a su edad, nos ayudó a vivirlo todos mucho mejor. Y más unidos. Sí, ellos, al traspasarme superpoderes, se hacían partícipes de mi recuperación.

-¿Y en su interior, cómo vivió el proceso? La quimio, por ejemplo, que tanto temes, yo decidí vivirla como si estuviera en un concierto. Recuerdo de manera especial la primera. Escuchaba Depeche Mode y me imaginaba en el Palau Sant Jordi levantando los brazos y cantando a pleno pulmón. Quería que mis células bailasen al son que yo quería. En la primera revisión tras mis quimios, surgía el pánico en mí, pero no dejé que el miedo me robara mi vida.

-Y lo fue contando en su blog El crep de mi vida.El crep de mi vida ¿Por qué le dio ese dulce nombre? Una crepe de Nutella fue lo último que comí antes de entrar en la consulta de mi ginecóloga y recibir el diagnóstico del cáncer. Abrí el blog como algo terapéutico, el papel en blanco lo aguanta todo. Yo volcaba mis pensamientos, que eran muchos. No sabía si alguien lo leería [supera las 40.000 entradas], pero pensé que podría ayudar a quien pase por ello o vaya a pasar. Si no, así mis hijos lo sabrán todo algún día.

-Para ellos hizo el cuento Las aventuras del cáncer. Sí, todo el proceso explicado en ese contexto de fantasía lo recogí en un cuento para que pudiera llegar a otros niños y niñas. Una editorial lo vio y me contactó para publicarlo. Les dije que sí, a cambio de que en mi blog (www.elcrepdemivida.com) se pueda seguir descargando gratis para quien no pueda pagarlo, y que el dinero de la venta sea para la AFANOC y la Casa dels Xuklis.

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-Se ha embarcado también en una recaudación solidaria para investigar el cáncer. Es el proyecto Girona Solidaria. Hemos repartido huchas en establecimientos de Girona para recoger 70.000 euros para sufragar parte del proyecto del doctor Frigola, investigador del IDIBGI, centrado en la búsqueda de inhibidores específicos del crecimiento celular para minimizar los efectos colaterales de la oncología.

-El cáncer ¿qué se ha llevado y qué le ha dejado en su vida? Se llevó el tiempo que me tocó sufrir, y me ha dejado la certeza de que lo importante, realmente, es el ahora.