EL RADAR

Intolerancia contra el odio

Urge la intransigencia contra los discursos que fomentan el odio, contra quienes lo practican, contra quienes pretenden sacar réditos atizándolo

Decenas de ’hooligans’ lanzan botellas y sillas contra aficionados rusos.

Decenas de ’hooligans’ lanzan botellas y sillas contra aficionados rusos. / EFE/ AP / GUILLAUME HORCAJUELO / DARKO BANDIC

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Joan Cañete Bayle
Joan Cañete Bayle

Subdirector de EL PERIÓDICO.

Especialista en Internacional, Transformación Digital, Política, Sociedad, Información Local, Análisis de Audiencias

Escribe desde España, Estados Unidos, Israel, Palestina, Oriente Medio

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"No lo entiendo. No entiendo cómo el mundo puede escupir tanto odio". Lara Belmonte, de Cardedeu, expresaba en la carta que envió a Entre Todos un estupor muy generalizado esta semana plagada de odio. El odio de Omar Mateen, el autor del tiroteo en el club gay de Orlando, y el de Thomas Mair, el asesino de la diputada laborista Jo Cox, que la mató al grito de "Gran Bretaña, primero". El odio, mezclado con alcohol, de los 'hooligans' que destrozan los estadios y las ciudades donde juegan sus selecciones en la Eurocopa de fútbol, y el odio que rezuman algunos eslóganes, lemas, declaraciones y tuits anónimos en campañas electorales, ya sea la del 'Brexit', ya sea la de las generales del 26-J. "No entiendo qué motiva a alguien, cuáles son sus propósitos, cuando decide crear un 'hashtag' incitando al odio, cuando insulta a un desconocido por la calle, cuando gasta su tiempo y energía en iniciar una discusión en internet. No entiendo qué le pasa por la cabeza a alguien que un día decide tomar un arma y empuñarla contra decenas de personas", escribe Lara.

"Soy un homosexual fuera del armario y orgulloso de quien soy, pero decepcionado con mucha gente que no sabe mirar más allá", escribía el actor Jordi Martí en la carta más viral esta semana en la web de Entre Todos. En ella, Jordi describía cómo ocultó durante años su homosexualidad en un mundo que le decía que él se hallaba fuera de la norma. En otra carta, Álvaro Muñoz, un chico de 12 años, denunciaba el acoso a niños en la escuela: "El 'bullying' nos hace creer que cosas que no son verdad. Rompe los sentimientos de una persona", escribe Álvaro. "Nuestro día a día está repleto de desgracias. Enfermedades, accidentes fortuitos, la muerte de un ser querido; pérdidas, separaciones, rupturas, la irrefrenable proximidad de nuestro propio fin. Y, en lugar de buscar algo positivo que se sobreponga a toda esa oscuridad, decidimos odiar", en palabras de Lara. Hay odios desbocados que generan grandes tragedias y hay pequeños odios cotidianos que generan miles de pequeños dramas y que tal vez no maten, pero sí pueden arruinar o marcar vidas.

TRUMP, 'HOOLIGANS'

A veces, como esta semana, parece que el odio está en todas partes. Porque también  hay odio, y violencia, en el discurso electoral de Donald Trump en Estados Unidos y en la ley que en Florida prohíbe donar sangre a los hombres que hayan mantenido relaciones sexuales con otro en el último año. Hay odio en muchos de los argumentos a favor del Brexit y sin duda hay odio en los hooligans que antes de destrozar parte de una ciudad y de patear con saña a un seguidor de otro equipo han humillado a unos mendigos. Hay odio en Larossi Abballa, el joven francés que en nombre del Estado Islámico mató a dos agentes de policía, y en las explosiones, bombardeos y tiroteos que a diario matan a inocentes en Siria. “En lugar de hacer el mundo un poquito mejor con nuestra sonrisa, decidimos matarnos. Golpearnos los unos a los otros. Como si no tuviéramos suficiente ya con lo que nos arroja la vida”, escribe Lara.

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Josep Vilà, profesor de Olesa de Montserrat, da su receta contra el odio: “Perdónenme por mi pedantería -soy maestro, claro-, pero creo que solo la educación, en el sentido más amplio de la palabra, puede salvarnos de esta locura de mundo en el que vivimos, librándonos del azote de plagas como el terrorismo, la pobreza, el racismo o la homofobia”. Es una buena solución, sin duda. Hay más. Como la intolerancia, por ejemplo. Intolerancia contra los discursos que fomentan el odio, intolerancia contra quienes lo practican, intolerancia contra quienes pretenden sacar réditos atizándolo, promoviéndolo, echando leña a su fuego. Intolerancia contra quienes lo comprenden, intolerancia contra quienes lo toleran entre los suyos, intolerancia contra los intolerantes.

 “Con lo sencillo que es sonreír. Hacerle la vida un poco más sencilla a alguien. Hacer que salga el sol”. Palabra de Lara.