A cara de perro en la playa de Barcelona

Lúcida, Imma Fuster, técnica archivera y documentalista de Vilassar de Mar, empieza así su aportación al debate sobre la apertura de una playa canina en Barcelona: "Se ha abierto un intenso debate. Todo el mundo se posiciona defendiendo su postura con mil argumentos o sin ellos, tratando de convencer al que piensa lo contrario. Y ni con toda la dialéctica ni la más absoluta buena voluntad pedagógica hay posibilidad de encuentro".

Es cierto. El debate sobre los perros en la ciudad es intratable. Y Barcelona lleva varios en poco tiempo. Hace dos años, el entonces alcalde, Xavier Trias, logró sublevar por igual a dueños y detractores con la reforma de la ordenanza de animales. Poco después, los propietarios de perros se apuntaron un tanto con la normativa que permite a los canes viajar en metro. Y ahora la batalla (dialéctica) se traslada a la playa, a cuenta de que los perros serán autorizados a bañarse en la playa de Llevant, en Sant Martí. "Pasará lo que sucede a diario en la calle: acabaremos colocando la toalla encima de orines y excrementos de perro", escribe Robert Jané, pensionista. "Se ha demostrado siempre que los perros son mejores que las personas. Hay gente a la que deberían prohibirle ir a la playa por incívicas, y sin embargo se les permite el acceso", argumenta Vicente Martín, técnico de seguros. Lo dicho, un debate de perros.

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Para muchos amantes de los perros, poder acudir con sus mascotas a la playa del Llevant es una conquista, algo parecido a un acto de justicia. "Los perros también tienen derecho a pasárselo bien", sostiene Ainoa Balufo, técnica laboral, que considera "surrealista" que hasta ahora no estuviese autorizado: "Ya que no disfrutamos de muchos espacios para poder llevarlos y soltarlos para que corran, qué menos que poder llevarlos un rato a la playa". "Si hay playas naturistas, ¿por qué no para perros? --se pregunta Vicente Ruiz, repartidor–. No olvidemos que a muchas playas da vergüenza ir a causa de la basura, latas, papeles, colillas, que dejan los incívicos... humanos. Yo no he visto ningún perro tirar una colilla o latas o restos de comidas..."

MEJOR QUE LAS PERSONAS

Es este un argumento recurrente entre los partidarios de la medida: ensucian y molestan más las personas que los perros. "¿Acaso los que practican el juego de las palas en primera línea no molestan? ¿Acaso no molestan los niños cuando entran y salen corriendo del agua, salpicando a quienes están tumbados en la orilla?" (Fernando Bardavio, aparejador); "Llevo muchos años yendo a la playa del Llevant y la suciedad de todo tipo no la producen los perros. Es una verdadera vergüenza el nulo civismo y educación de muchos usuarios de estas playas, que las hacen servir de basurero. Hay muchos kilómetros de playa para los humanos. Si les molesta, que se vayan a otra" (Antonio Castillo, técnico de laboratorio); "¿Qué molesta más, un perro educado o la musiquita de algunos bañistas?" (Sergi Goimbault, administrativo).

El problema, tal vez el principal, es ese: que desde el punto de vista de quienes no sienten adoración por los canes, esos "perros educados" constituyen una minoría. "Yo tengo perro y mi opinión es que el problema no son los perros, sino los dueños de estos. Yo lo veo todos los días. Hay gente que con la excusa del perro, va al parque a charlar y se olvidan de su mascota, se olvidan de sus cacas, y pasan de todo. En la playa pasaría exactamente lo mismo" (Martín Pintos, comercial); "Ver perros en la playa ya es habitual ahora, la mayoría sin bozal, a pesar de su gran tamaño. Todo se soluciona con la típica  frase, ‘Tranquilo, no hace nada...’ Hasta que hace. Pero lo que sí hacen es orinar y defecar, y al final el civismo del perro depende del dueño. Así que, visto lo visto, estoy en contra del permiso" (Roberto Llorens, ingeniero civil). "La carga masiva de basura que reciben nuestras playas es tan grande y múltiple que no se puede tolerar que se sobrecargue con excrementos y orinas de perros" (Oto Hans Nitsch, traductor).

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El punto medio en esta discusión imposible lo intenta buscar Jessica Sebastian, profesora: "Los animales también tienen derecho a tener un espacio en las playas; ahora bien, los dueños deben estar pendientes de sus perros, tenerlos educados y recoger los excrementos para que la playa quede siempre limpia".  Los amantes de los perros dicen que eso ya sucede, y los que se oponen a la medida del Ayuntamiento niegan la mayor, y ponen como ejemplo las calles de la ciudad, donde en realidad todo el mundo puede encontrar argumentos para una u otra trinchera. 

RESPETO Y CONTROL

Urge, pues, regresar al sentido común de Imma Fuster: "Al final es una cuestión de respeto y civismo. No se trata de si te gustan o te molestan los perros. Se trata de sentido común. En la playa y en todos los sitios, con perro o sin él. En la calle, en la plaza, con el vecino, en el metro con perro o sin él. Se trata de respeto al medio y a los demás. Así de sencillo. Los sitios públicos son de todos y para todos, también para los perros. A quien no respete los códigos de convivencia, habrá que aplicarle medidas que le ayuden a reaccionar".

Esa es la única forma de zanjar el debate. Ampliar usos del espacio público. Respetar los derechos de los ciudadanos. Y velar por que los incívicos de todo pelaje no arruinen el día de playa a los demás. Esa es la responsabilidad  del Ayuntamiento.

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