Barceloneses en tierra de nadie

Los vecinos reclaman la urbanización de un pasaje en el Guinardó que el ayuntamiento cerró porque pertenece a un particular

El propietario del pasaje Arc de Sant Martí es un abogado que hasta hace poco desconocía que había heredado una calle de Barcelona

El pasaje del Arc de Sant Martí, en Horta-Guinardó, cerrado desde hace tres años por el mal estado del pavimento.

El pasaje del Arc de Sant Martí, en Horta-Guinardó, cerrado desde hace tres años por el mal estado del pavimento. / IRIS MARTÍNEZ

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MIRIAM GARCÉS / BARCELONA

No es fácil ser vecino de una calle que parece no ser de nadie. Esto es lo que sucede en el pasaje del Arc de Sant Martí, en el barrio de La Font d’en Fargues de Barcelona. Tras permanecer 60 años abandonado, lleva cerrado tres dado que se encuentra en estado ruinoso, tal como denunció en una carta enviada a Entre Todos María Inmaculada Ortega, vecina de la cercana calle Alt de Pedrell. Los vecinos, que siempre habían usado el pasaje como zona de paso entre Alt de Pedrell y Arc de Sant Martí, llevan tiempo pidiendo su correcta urbanización, pero se han encontrado con un vacío legal: ese pasaje de Barcelona parece tierra de nadie. O al menos nadie se responsabiliza de él. Legalmente pertenece al heredero del propietario de las parcelas sobre las que se urbanizó la zona en los años 50. El heredero y sobre el papel propietario, el abogado José Tió, afirma que no supo nada de ese legado hasta hace unos meses, cuando los vecinos se pusieron en contacto con él. El ayuntamiento, por su parte, siempre ha alegado que la vía es de propiedad privada para rechazar hacerse cargo de su urbanización. “No pedimos una reurbanización urgente porque sabemos que es cara, solo queremos recuperar nuestro paso”, dice Inmaculada.

Tal como explica la vecina, el pasaje forma parte de una antigua urbanización de 32 viviendas con las calles sin urbanizar. Posteriormente, en los años 50 el ayuntamiento urbanizó las calles, pero no el pasaje. El propietario de la parcela que comprendía la urbanización, Antonio Tió, lo considero calle pública. Por ello, el pasaje ha estado abierto durante más de 60 años, siendo un paso para los vecinos en una zona en la que hay dos escuelas y una residencia de la tercera edad. Se trata de un atajo natural, pues en su ausencia los vecinos deben recorrer más de 300 metros en una zona de gran desnivel para poder acceder a las calles anexas.

El estado de la calle es desastroso, por lo que la denuncia de su situación es una antigua reivindicación vecinal. Pero en el 2011 un vecino sufrió una caída grave y acabó con dos prótesis. El suceso dio origen a un proceso que llevó hace tres años al cierre del pasaje con un muro en la parte superior de la calle --conocido por los vecinos como ‘el muro de la vergüenza’-- y una cadena en la parte inferior. En ese momento, el paso que los vecinos usaron durante años quedó cerrado. “La solución no es cerrar el pasaje y dar así el caso por cerrado. Aquello es un paso para las personas y lo que tiene que hacer el ayuntamiento es asumir el terreno como público y rehabilitarlo”, reclama Inmaculada. La vecina añade que el ayuntamiento no fue el que cerró el pasaje, sino que dejó en manos de los vecinos la construcción del muro, y ahora los residentes de las viviendas colindantes tienen acceso a la calle a través de la cadena de Arc de Sant Martí para aparcar sus coches, e incluso una de las casas se ha ‘comido’ parte del pasaje.

El heredero del pasaje

El propietario, José Tió, no era consciente de que un pasaje de Barcelona le pertenecía hasta que se pusieron en contacto con él tanto el Ayuntamientode Barcelona como los vecinos de La Font d'en Fargues para comunicarle que tenía una calle en el barrio. “Mi sorpresa fue cuando me dicejeron que tengo una calle allí. Mi reacción fue: ¿Quién puede tener una calle en Barcelona?”, comenta aún sorprendido por la situación. Según explica, su progenitor nunca le comentó nada sobre la existencia de dicha calle y solo sabía que su padre construyó unas viviendas hace años. Aún así, parece que aquella calle quedó en su herencia. Así lo explicó el pasado 15 de diciembre en una reunión con el ayuntamiento para aclarar el tema. “Les dije que yo no quiero ese terreno para nada, así que no quiero que me lo expropien, simplemente lo quiero ceder gratuitamente a los vecinos, que están en todo su derecho de usarlo tras tantos años”, explica, y añade que acordó con el ayuntamiento que se estudiaría esta fórmula.

Ante el cierre del tradicional paso para los residentes del barrio, los vecinos pidieron al ayuntamiento que se hiciera cargo del pasaje para abrirlo de nuevo, pero se encontraron con informaciones confusas. “El ayuntamiento nos dijo en un primer momento que los vecinos del interior del pasaje eran los propietarios, pero comprobamos que ni lo son ni lo quieren ser, puesto que les costaría mucho dinero. En otra reunión nos dijeron que las reparaciones corrían a cargo del heredero del pasaje, ya que el propietario de las antiguas parcelas murió hace ocho años, pero nos encargamos de contactar con el heredero y él solo había dicho que cedería el terreno gratuitamente sin problemas para los vecinos”, comenta Inmaculada

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A causa de la confusión creada, los vecinos han movido cielo y tierra para conocer la situación real del terreno por su propia mano: han acudido al Registro de la Propiedad, a Urbanismo, a Planeamiento, al Síndic de Greuges y han hablado con tres abogados. Incluso han recogido 194 firmas de vecinos del barrio y han recabado el apoyo de la Asociación de Vecinos de La Font d’en Fargues y de todas las del distrito Horta-Guinardó. “Los abogados nos dijeron que el pasaje ya debería ser público, porque lleva muchísimos años abandonado, sin pagar IBI y con servicios públicos, ya que hay alumbrado público y por él pasan todos los servicios de las calles que une, y más cuando el propio propietario está encantado de cedernos la calle sin cobrar nada”, afirma Inmaculada.

Ahora, tras los tres años de lucha vecinal y una reunión de la dirección del distrito con el heredero del pasaje, fuentes del Ayuntamiento de Barcelona se limitaron a afirmar que el distrito está trabajando en el asunto y que el gobierno local es consciente del problema. Pero los vecinos de la Font d’en Fargues se han sentido abandonados por la Administración: “Solo se nos habían dado informaciones poco fidedignas, y hemos tenido que hacer nosotros todo el trabajo para conocer el estado de la calle”, afirma Inmaculada, esperanzada de que las cosas cambien y acaben de una vez por todas con ‘el muro de la vergüenza' que preside esta calle que nadie quiere, excepto sus propios vecinos.