PERIODISMO CON EL CIUDADANO

Franco se difumina

Los jóvenes conocen la figura del dictador, pero la huella de su régimen pierde presencia social y se diluye en la historia

Diferentes generaciones dialogan sobre como lo vivieron y como lo perciben en la actualidad. / JULIO CARBO/ VIDEO: OVIEDO

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Josep Saurí
Josep Saurí

Periodista

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"Hambremiedo y falta de libertad". Si Anaïs Calabuig (23 años, publicista, de Sabadell) tuviera que describir el franquismo en un tuit, le sobraría un buen puñado de caracteres. Tampoco necesitaría muchos Javier Bertolín (27 años, arquitecto técnico en paro, de Barcelona) para expresar su imagen de lo que era ser joven entonces, pongamos en los años 50: "Un lavado de cerebro". Álvaro Mira (18 años, barcelonés, estudiante de Traducción e Interpretación) no se olvida de quienes dieron la cara –y a más de uno se la rompieron–  por defender "cosas que hoy son absolutamente normales". Ideas claras, vamos. Pero lo cierto es que, quizá para pasmo (¿y alivio?) de quienes sí sufrieron el régimen que oprimió a España durante cuatro décadas, otros 40 años después entre los jóvenes de hoy, hijos de la democracia, la figura de Franco se difumina, se desdibuja, languidece, se pierde en la historia, se funde a gris. Muy gris. "En la vida de estos jóvenes el franquismo ya no ha dejado huella. Ha pasado mucho tiempo, ha habido muchos cambios", sostiene Carme Molinero, catedrática de Historia Contemporánea de la UAB y directora del Centre d’Estudis sobre les Èpoques Franquista i Democràtica (Cefid).

Pero ¿qué saben los jóvenes del dictador, de su régimen y de cómo era la vida bajo el franquismo? "Poco, y ni falta que les hace. Para ellos es historia. De lo que tienen que saber es de democracia", afirma el psicólogo social Jaume Funes. "No tienen una imagen clara, y no les interesa especialmente el tema. Cuando se les habla de ello, más bien les suena a batallitas de los abuelos", coincide la socióloga Marina Subirats. "Sí tienen claro que Franco era un dictador, y conocen su faceta represiva, tanto la genérica como la que afecta particularmente a Catalunya. Pero de otros aspectos tienen una idea mucho más superficial", matiza Molinero.

Jordi Palou-Loverdos 

director del Memorial Democràtic

Hay unas etiquetas, unos clichés sobre el personaje, siempre sesgados: o es un malo malísimo, o el hombre hizo lo que pudo para desarrollar un Estado después de una guerra en circunstancias difíciles

Para Jordi Palou-Loverdos, director del Memorial Democràtic, "hay unas etiquetas, unos clichés sobre el personaje, siempre sesgados: o es un malo malísimo, o el hombre hizo lo que pudo para desarrollar un Estado después de una guerra y en circunstancias muy difíciles. Pero en ambos casos no se sabe muy bien cómo llenar esas etiquetas de contenido". Uno de los objetivos de este organismo es precisamente constituir "un espacio de reflexión crítica" sobre la historia y la memoria para alumnos y profesores, a los que ofrece una amplia gama de recursos, como manuales, exposiciones y actividades pedagógicas.

Anaïs, Javier y Álvaro tienen sus propias visiones de Franco y de su época, construidas mayormente a partir de relatos familiares: historias, en efecto, de autarquía y miseria, de represión política, social, moral y religiosa. Como la del abuelo de Álvaro que fue separado de sus hermanos tras la muerte de su madre mientras su padre estaba en la cárcella de la abuela de Anaïs que con 7 años iba casa por casa pidiendo comida, o la del abuelo de Javier que acabó en el calabozo por trabajar en el campo en domingo, día del Señor. El encuentro organizado por EL PERIÓDICO les dio ocasión de contrastarlas con experiencias de quienes sí vivieron la dictadura.

Carmen Nieto (67 años, secretaria jubilada, de Barcelona) y Luis López (65 años, informático jubilado, de Tiana) desgranaron un sinfín de recuerdos y anécdotas, algunas grotescas, casi hilarantes  con ojos de hoy; otras irremediablemente amargas. Desde la colleja que se llevó Carmen en la escuela por pegar un sello de Franco cabeza abajo o "el señor que vigilaba que, cuando ponían las lentas en el baile de la Acción Católica, no nos acercáramos demasiado, que corriera el aire» hasta las arbitrariedades policiales, la desconfianza ("no sabías quién tenías delante, cuidado con quién hablabas; ni con taxistas, ni con camareros, ni mucho menos con curas"), los silencios. "Tenía 25 años cuando murió Franco, y pienso que mi mentalidad se abrió a partir de entonces. A veces me pregunto cómo habría sido mi vida si nunca hubiera vivido bajo ese régimen, y creo que habría sido muy distinta", concluye Luis.

Libres de esa rémora, los jóvenes de hoy afrontan sin embargo una realidad asimismo compleja, ¿Qué deberían saber, qué les sería útil conocer de aquellos años? "Por poner solo un ejemplo,  el enorme esfuerzo de la sociedad para mejorar sus condiciones de vida, y el papel de la conflictividad social,a menudo tapada por el conflicto político", apunta Molinero. "A las generaciones jóvenes no les hemos transmitido suficientemente ni la experiencia histórica ni el conocimiento político. En estos años la educación ha pasado mucho por la alegría de vivir, el consumo, la libertad, pero no se ha puesto énfasis en entender los problemas de la vida colectiva. Lo pagamos ahora con problemas que la crisis ha hecho aflorar ante los que los jóvenes se han visto sin recursos, teniendo que reinventar casi desde cero", añade Subirats.

Para Funes, lo que tienen que saber es "que mandaban los de siempre, que al poder económico, a las élites. les da lo mismo que haya dictadura democracia. Y, especialmente, que bajo ese régimen no se podía pensar libremente, no se podía opinar, no se tenía capacidad de crear ideas y de difundirlas".

Marina Subirats

SOCIÓLOGA

 A las generaciones jóvenes no les hemos transmitido suficientemente ni la experiencia histórica ni el conocimiento político. En estos años la educación ha pasado mucho por la alegría de vivir, el consumo, la libertad, pero no se ha puesto énfasis en entender los problemas de la vida colectiva

Así pues, en tiempos de redes sociales en las que los jóvenes se expresan de forma libre e instantánea, hay que saber que eso no siempre ha sido así, dar a esta realidad el valor que tiene y darle espacio para que desarrolle su potencial transformador, coincide Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz, exdirector general de la Unesco y subsecretario de Educación (1974-75, "con el ministro Villar Palasí se podía hacer lo que había que hacer, pero su sucesor me dio una hora para que cesara, por rojo») y posteriormente ministro (1981-82), entre tantas otras cosas: "La prueba es el 15-M, qué maravilla. Los jóvenes pueden tomar la palabra y decir lo que piensan, pueden participar, pueden cambiar las cosas. Esto creo que debe llenarles de esperanza".

Con todo ¿queda una huella del franquismo, una sombra proyectada sobre la sociedad y por tanto sobre la vida de estos jóvenes? "No lo tenemos tan lejos como parece. Y aún están ahí las fosas sin abrir, y la Fundación Francisco Franco, y la nieta del dictador saliendo por la tele a hacerle un panegírico", alerta Luis. "Yo veo cada vez más xenofobia, machismo, homofobia..." apunta Javier. Anaïs, sin embargo, no ve en ello continuidad con el franquismo: "El odio tiene múltiples caras, es como un germen que se replica y se transforma, en especial en tiempos de crisis. Antes se le llamó franquismo, ahora es otra cosa, un auge de la extrema derecha que se produce en toda Europa".

 El desprestigio de la política y los políticos, el todos son iguales, es para Funes una herencia inequívocamente franquista. "Pero a efectos de vivencias reales, a los jóvenes probablemente les ha causado un impacto más negativo la democracia que el franquismo", asegura. Porque los primeros años de democracia fueron tiempos de grandes crisis sociales y económicas, "y las acabaron pagando los jóvenes, como ahora". Por ello el psicólogo social alerta del riesgo de desafección, de que "puedan sentirse maltratados por la democracia y pensar que peor no les puede ir". 

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Molinero sí ve esa huella, por ejemplo, «en la idea de la España unitaria", y Subirats, en el "carácter autoritario del Estado". "En otros países las etapas de dictadura y sus crímenes se han aclarado, se han sacado a la luz, se han debatido, y eso ha permitido un auténtico pacto. En España eso no es así. Mal cuando quedan fantasmas en la vida colectiva", añade. Palou-Loverdos recuerda que "la transición quiso que no se hablara de vencedores y vencidos, que no se hablara de la guerra civil y sobre todo que no se hablara del franquismo; superar esa etapa y crear algo nuevo", y ve en ello la raíz de que el actual Gobierno español responda con "amnesia" incluso a los requerimientos de la ONU sobre las fosas o los torturadores. "Es importante que los jóvenes tengan claro que aquella guerra, aquella dictadura y aquella transición, en la que se hizo lo que se pudo, finalmente han conducido a un sistema que debemos preservar", concluye Mayor Zaragoza. Pero esa ya es otra historia. 

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