LES CASES D'ALCANAR
El pueblo irreductible
El paseo marítimo, uno de los rincones favoritos de Montemayor Téllez de Meneses, transcurre a lo largo de varios kilómetros de playa natural, la mayor parte virgen, solitaria y de cantos rodados
El paseo marítimo de Les Cases d’Alcanar. /
Antes de que la N-340 salga de Catalunya y entre en Castellón, hay un desvío a la izquierda tan discreto que es fácil pasar de largo. El cartel que señala la entrada a Les Cases d'Alcanar bien podría ser el de una urbanización costera más, uno de esos residenciales impersonales. Pero no. Este pequeño puerto pesquero, dependiente del municipio de Alcanar, acoge un pueblo con personalidad propia, del que cuentan historias singulares y en el que viven personajes extraordinarios, pero que destaca, sobre todo, por su carácter orgulloso y resistente, como el de la irreductible aldea gala de Astérix.
A finales de los 80, Montemayor Téllez de Meneses buscaba un bello retiro estival en la costa catalana. Cuando llegó al centro de Les Cases d'Alcanar y vio el pozo, la iglesia y el mar, la imagen se le antojó como los escenarios de las primeras películas de Berlanga. Se prendó inmediatamente. Durante dos décadas no falló un verano. Le encantaba caminar por el paseo marítimo, que transcurre cosido a palmeras a lo largo de varios kilómetros de playa natural, la mayor parte virgen, solitaria y de cantos rodados. En pocos minutos a pie se dejan las casas atrás, las gaviotas toman la playa y el olor a salitre y campo inunda el ambiente. Ahí es donde la familia de Montemayor y sus amigos hacían sardinadas.
Uno de estos amigos era un pescador de Les Cases al que llamaban Colacao porque capturaba camarones en el espigón con botes de cacao en polvo. Solo salía de la comarca del Montsià para ir al médico y nunca había ido más allá de las fronteras de Catalunya porque decía que en el pueblo tenía todo lo que necesitaba y era feliz así. Otros personajes de casi ficción llegaron de lugares que el Colacao nunca conoció, como el camionero que paró a comerse un bocata y se compró una parcela, o el policía de la Alemania del Este que se retiró aquí de joven y que hoy, con ochenta y tantos, se hace cargo del club náutico.
Más allá de sus entrañables personajes, el carisma de Les Cases d'Alcanar se ha configurado a base de sucesos, algunos curiosos e inciertos, como la reunión que, según se rumorea, celebraron Miláns del Bosch, Alfonso Armada y Antonio Tejero en el restaurante La Angelina (también llamado El Pescador), en la que habrían planificado el golpe de Estado del 23-F. Pero el orgullo, la resistencia y la fortaleza de los casencs se han demostrado en momentos decisivos, como lo fue la superación del terrible accidente del camión cisterna que explotó arrasando el camping Los Alfaques en 1978. A finales de los 90, Les Cases se movilizó para reclamar la independencia del municipio de Alcanar, asunto al que la Generalitat dio carpetazo poco después. Más recientemente los casencs lideraron las protestas contra el almacén de gas Castor tras la serie de seísmos del 2013.
Pero tal vez lo más sorprendente de Les Cases d'Alcanar es su resistencia al boom inmobiliario y al turismo masivo. Puede que las playas salvajes de guijarros y la renuncia de los casencs a vender sus tierras hayan contribuido a mantener la esencia de este apacible puerto pesquero en el que, para Montemayor, el tiempo se detuvo en algún momento entre los 60 y los 80. Por eso, ahora que se acaba de jubilar, piensa seriamente en perderse aquí, para siempre, en la última población de Catalunya, irreductible pueblo casenc, cuya fuerza sobrehumana no proviene de pociones mágicas, sino simplemente de la pasión por su tierra.
ACCESO
Por la AP-7 y la N-340, entre Sant Carles de la Ràpita y Vinaròs.
ALOJAMIENTO
Viviendas de alquiler, cámpings y hoteles rurales, como el Villa Carmen (desde 68 euros por noche en habitación doble) y El Tancat de Codorniu (desde 120 euros).
LUGARES DE INTERÉS
En el puerto se celebran las fiestas mayores hasta el 23 de agosto. Cerca de Les Cases hay diversos senderos temáticos y merece la pena visitar el poblado ibero de la Moleta del Remei (s. VII-II a. C.).
LA PROPUESTA
El restaurante Ca la Lupe, frecuentado por locales y ubicado en segunda línea de mar, sirve un menú de 15 euros con abundante pescado y marisco frescos.
Noticias relacionadasInformación turística: www.alcanarturisme.com
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