TORTOSA

El misterio del bisabuelo

En la arquitectura de esta ciudad sede de obispado, recomendada por Óscar Villanueva, fueron dejando huella romanos, árabes, judíos y cristianos

El puente de l’Estat, sobre el Ebro, y al fondo, la iglesia del Roser.

El puente de l’Estat, sobre el Ebro, y al fondo, la iglesia del Roser. / JOAN REVILLAS

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JANIRA GÓMEZ MUÑOZ

La dulce obsesión de Óscar Villanueva por conocer la verdad y descubrir su linaje con papel en mano que lo demostrara le llevó a Tortosa (Baix Ebre). Hay que tener agallas para viajar desde Bundaberg (Australia) sin tener garantías de que la búsqueda de un antepasado, del que solo por oídas se sabe que existió, vaya a tener éxito. El origen de todo esto llevaba años reposando en la mente de Óscar; se inició con la historia de que en la familia, procedente de Santiago de Chile, había un catalán. Pero ese rumor no despertó mayor sentimiento en él hasta que, una vez jubilado, decidió que su tiempo libre lo dedicaría a construir su árbol genealógico. Fue entonces, "como todo el mundo", dice Oscar, que empezó a investigar cómo eran y qué hicieron los suyos antes de que él llegara a este planeta. Hasta que se topó con la casilla vacía de su bisabuelo, el bisabuelo catalán de Tortosa, Agustín Cid Feu. Y no se lo pensó dos veces.

Cuenta Óscar que tenía una vaga idea del año de nacimiento de Agustín cuando en el 2010 él y su esposa, Mónica, hicieron las maletas y viajaron a Tortosa para encontrarle solución a ese hueco en el árbol. Era la primera vez que venían y veían el río Ebro, y también la arquitectura de esta ciudad sede de obispado en la que dejaron huella romanos, árabes, judíos y cristianos. No conocían nada ni tenían más datos que los que habían escuchado, pero sabían que debían intentarlo. En parte, en honor a su bisabuela también catalana, Emilia Vilarrubias, y a su abuela Carmen Cid, que tuvieron que marcharse a Chile a rehacer sus vidas con la indignación de no saber qué había sido de su marido y padre respectivamente, después de que este se marchara a combatir a ultramar. Sin embargo, a veces ocurren cosas maravillosas y después de disfrutar de Tortosa y estar tres días mirando con lupa los documentos gastados de los juzgados, se obró el milagro: encontraron la partida de nacimiento de Agustín, de 1877. Ese día Óscar se sintió tan "contento y orgulloso" que por eso no podrá olvidar nunca este rincón de Catalunya que le devolvió a sus orígenes.

Hace poco, el historiador Joan-Hilari Muñoz defendía que "si los tortosinos no dan a conocer Tortosa, no lo hará nadie". Tortosa, puede que por su localización, no es muy conocida por su patrimonio, pero es en la Oficina de Turismo, ubicada en un edificio modernista del siglo XX, donde uno toma conciencia de que vale la pena visitarla. Gracias a su bisabuelo, Óscar y Mónica, chilenos y australianos de origen pero catalanes de corazón, tuvieron esa "suerte" de conocerla.

Les conmocionó saber que esta ciudad fue duramente bombardeada entre 1937 y 1938, durante la guerra civil. Era inevitable que alguno de esos 86 ataques aéreos que sufrió  destruyera iglesias y campanarios como el de la Església del Roser, situada en uno de los laterales del río, donde, imponente y oxidado, aún se encuentra el monumento franquista que conmemora la victoria del bando nacional en la batalla del Ebro. Fueron esos bombardeos y la gran quema de iglesias que hubo en 1936 los que provocaron la pérdida documental de bautizos, libros de matrimonio y defunciones, por los que hoy pagaría por consultar Óscar, quien todavía persiste en esa arqueología familiar, intentando fechar y saber en qué circunstancias murió su bisabuelo Agustín. Tenía 18 años cuando se marchó de Tortosa a Cuba. Era ebanista, de pelo castaño y ojos pardos, de frente despejada y color sano...

ACCESO

En coche por la N-340 o la AP-7, salida 40 Tortosa-L'Aldea, o en tren, por 16 euros ida y vuelta desde Barcelona.

ALOJAMIENTO

Variado. Desde hoteles y casas rurales por 60 euros la noche de media, a albergues y apartamentos privados en pleno centro de la ciudad por 80 euros.

LA RUTA

Existe una ruta turística basada en el periodista Ernest Hemingway, que llegó a Tortosa en 1938 y escribió en esta ciudad algunas de sus crónicas sobre la guerra civil.

OTROS LUGARES DE INTERÉS

Al margen de la oferta arquitectónica de la ciudad, el Parc Natural del Delta de l'Ebre está a solo 50 minutos.

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Información turística: http://www.tortosaturisme.cat

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