NÚRIA

El paisaje ovacionado

Llegar a Núria a pie supone vivir una experiencia con la esencia del mundo: la fauna más libre y la naturaleza más virgen. Esto mismo fue lo que le fascinó a Ramón García

El santuario de Núria.

El santuario de Núria. / EL PERIÓDICO

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JANIRA GÓMEZ MUÑOZ

Fue aquella primera vez, aquel momento de éxtasis, lo que vinculó a Ramón García con el valle de Núria para siempre. Estudiaba Geografía e Historia en la universidad cuando se subió por primera vez al cremallera que parte de Ribes de Freser hasta nuestro destino, este valle pirenaico situado en el Ripollès, al que no se puede subir en coche. Como todavía hacen muchos de sus visitantes, Ramón se dejó mecer por el traqueteo de los vagones del cremallera y disfrutó como uno más de las vistas de sus vertiginosos desfiladeros. Pero el flechazo con Núria que lo cambió todo sucedió en el último tramo del viaje, al salir del túnel del trayecto y al escuchar el bocinazo final del tren que anunciaba a todos su llegada. Fue el conjunto del santuario, el prado y el lago lo que le impresionó primero, y le convirtió después en un amante incondicional de este sitio. No podía creer, cuenta, que un paisaje así existiera a 1.967 metros de altitud; como tampoco parecían creerlo el resto de los pasajeros aquel día de 1988 por la ovación y el aplauso que dieron, tan sonoro que Ramón relata de forma vívida ese "¡oh!" que tiene archivado en su memoria.

Se podría decir de Ramón, barcelonés, que es un experto de la Olla de Núria porque desde entonces, año tras año, clima tras clima, ha visto y recorrido de todas las maneras este paisaje que denomina "el reino de los vallecitos". De Núria admite sentir debilidad por sus bosques ancestrales de pino negro, acorralados por hierba tora y áster alpino, y por sus riachuelos serpenteantes, que descienden ocultos en el interior de las rocas. No obstante, puede que por sus caminatas diarias repartiendo cartas, puede que por su inclinación a la montaña más que a la playa, llegar al valle a pie o salir de él por alguno de sus senderos es lo que más le maravilla. Porque es solo de esta manera que Ramón o cualquiera puede encontrarse con la esencia del mundo: la fauna más libre y la naturaleza más virgen. En los montes que cobijan a Núria viven manadas de rebecos, marmotas y jabalís, entre muchas otras especies animales. Es cuando se los encuentra, a solas con el valle, que logra sentir la paz y la armonía más absolutas.

Algo que une a todos los excursionistas que llegan a pie al valle de Núria, imitando a los primeros peregrinos de la ermita de Sant Gil, es la sonrisa en los labios. La satisfacción de completar esos más de siete kilómetros de desnivel por el Camí Vell, el más usual desde Queralbs, Ribes o Fontalba, y visualizarlo desde el mirador de La Creu d'En Riba. Algunos lo recorren solos, otros en familia, pero la mayoría comparten el haberlo andado de jóvenes al menos una vez. Por eso, aunque gusta cómo ha evolucionado Núria -ahora hay más señalizaciones, se controlan las acampadas- la masificación, las barcas, el minigolf, son palabras recurrentes para expresar que ha cambiado. Lo ha presenciado Ramón, al igual que los sexagenarios Pere Gómez y Núria Vergés, de Les Corts, que llevan viniendo toda una vida. En cremallera y alguna que otra vez a pie, camino por el que Pere bromea que se dejó la uña.

Así las cosas, Ramón, que guarda con mimo unas libretas en las que anota los kilómetros que ha caminado y en las que está escrito 'Puigmal'tiene una teoría: es en la montaña donde se puede desarrollar mejor los sentidos y dar con nuestros orígenes. Recomienda a todos los que no hayan estado en Núria que vean sus valles, que huelan sus negros pinos y que así encuentren como él su propia paz.

ACCESO

En coche o en tren (línea R3 a Puigcerdà) hasta Ribes de Freser o Queralbs, y luego en cremallera o a pie (7,7 kilómetros con desnivel) a través del valle.

ALOJAMIENTO

El mismo santuario sirve de hotel con habitaciones y apartamentos para grupos desde 80 euros la noche. También hay albergues y una zona para acampar.

OTROS LUGARES DE INTERÉS

Para salir del valle sin recorrer mucha distancia existe un telecabina que lleva hasta el Pic de l'Àliga, un buen lugar para no perderse el Puigmal.

LA HISTORIA

Al primer Estatuto de autonomía de Catalunya, elaborado en 1932, se le conoce por Estatut de Núria porque fue redactado aquí.

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Información turística: www.valldenuria.cat

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