LAS PLAYAS DE LOS LECTORES

Retiro familiar y acomodado

Retiro familiar y acomodado TODOS_MEDIA_2

Retiro familiar y acomodado TODOS_MEDIA_2 / FERRAN SENDRA

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MARC ESPÍN
ROSES

Una caravana plagada de coches grandes y caros marca el camino a Canyelles Petites. Son jubilados, parejas y familias con niños que vienen de Francia, Holanda y Barcelona para disfrutar de sus vacaciones estivales en esta pequeña playa del Alt Em-pordà. Alquilan apartamentos con vistas al mar o se alojan en sus palacetes de verano, distribuidos por la ladera de la montaña. Una montaña que parece un anfiteatro de roca y hormigón cuyo escenario es esta playa de arena menuda y aguas nítidas allí abajo, al fondo. En hora punta, está repleta de gente dorándose al sol o chapoteando en la orilla. Los chavales salen al mar con sus motos acuáticas y algunos niños franceses se divierten buscando cangrejos entre las rocas.

ROSES Longitud/anchura 350 m / 25 m. Tipo de playa Arena fina. Semiurbana. Ocupación Alta. Playa familiar con todos los servicios. Lavabos, hamacas, sombrillas, kayaks y patines de pedales. Aparcar en temporada alta es difícil, pero se puede llegar en bus desde Roses.

Robert Mestres ya no se divierte tanto en Canyelles Petites porque asocia este lugar con trabajo. Tiene varias propiedades en las laderas que miran al mar y las alquila en temporada alta, así que, cuando viene, es para darles mantenimiento: un repasito de pintura, un arreglito en el jardín... Pese a las responsabilidades, Robert recomienda esta playa por varios motivos. Porque gracias a estos montes circundantes y a su orientación sur, Canyelles Petites aprovecha todas las horas de sol y está protegida de la fría tramontana que tanto castiga la costa del Empordà. Y porque el ambiente es relajado, familiar y acomodado, tres características que se notan en el buen trato que dan a los apartamentos. Y aunque él se ha beneficiado de la urbanización del entorno y de afluencia masiva de turistas, reconoce que en julio y agosto es demasiado y que la playa se satura.

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Por eso, Robert prefiere venir en septiembre o recordar los veranos de sus veintitantos, en los que capeaba la masificación echándose al mar a bordo de su menorquina. En esta barcaza de madera con motor intraborda hacía travesías costeras con su pareja y sus amigos o simplemente pasaba las horas flotando frente a la playa, al margen del bullicio, nadando en las aguas vidriosas de la bahía. Los cálidos recuerdos de juventud, el sabor de una paella amarilla y marinera en la terraza de su casa y el desahogo de estirar la vista sobre el azul del mar configuran el retiro familiar y acomodado que este joven empresario de Vilafranca también espera para él el día de mañana.

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