ALEJANDRO NAVARRO . HOSPITAL DEL MAR

«Fue lamentable estar cuatro días en aquella camilla»

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«Fue lamentable estar cuatro días en aquella camilla»_MEDIA_1 / JOAN PUIG

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El motivo de la queja de Alejandro Navarro, vecino de Sant Adrià de Besòs, de 47 años, sucedió el pasado febrero en el servicio de urgencias del Hospital del Mar, de Barcelona. No olvida los cuatro penosos días que pasó allí, sujeto a una mascarilla de oxígeno, sin poder dormir y terriblemente incómodo en una camilla que le resultaba escasa por todas partes. Alejandro mide 1,90 metros y pesa 114 kilos.

Llegó a urgencias el martes 25 de febrero con unos graves problemas de oxigenación en la sangre que los médicos, en principio, vincularon a una neumonía anterior. La causa de esas recurrentes infecciones pulmonares es una supuesta bacteria que no acaban de encontrar, relata Navarro. Desde febrero, no ha vuelto a su trabajo -es conductor del metro de Barcelona- porque está de baja.

Aquel día, en urgencias le asignaron una camilla -65 centímetros de ancho- que quedó aparcada en un pasillo porque, según afirma Alejandro y confirma la dirección del Mar, los boxes del servicio estaban llenos. «Aquel ingreso coincidió con uno de los picos de máxima actividad de todo el año», indica el hospital. «Fue lamentable estar cuatro días en aquella camilla, lo pasé muy mal -recuerda el enfermo-. En urgencias no hay duchas, no me podía asear. Mi mujer me traía una toalla y me lavaba como podía. Mi queja se debe a esa situación indigna». Cuatro días después, el viernes 28 de febrero, le dieron el alta médica, que se negó a firmar porque indicaba que era «1 de marzo». Navarro atribuye sus días en la camilla y ese cambio de fecha a la «falta de camas y a la desorganización del hospital», una percepción que corroboró cuando la administrativa de urgencias a la que comentó el error le indicó que el día en que lo enviaron a casa tenían orden de ingresarlo en la planta de infecciones respiratorias.

En observación

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La dirección del Hospital del Mar no niega que la situación de su servicio de urgencias es «penosa por la falta de espacio y condiciones», pero su versión de la estancia de Alejandro Navarro en aquella camilla difiere de la del enfermo. «El paciente ingresó el martes 25 de febrero y se decidió mantenerlo en observación 24 horas», explica un portavoz del Mar. «De cómo evolucionara su función respiratoria dependía que ingresara o se le diera el alta. Un día después, viendo que tenía dolor torácico, se optó por mantenerlo en observación un día más, y llegó al 27 de febrero». Al día siguiente, cuando se le había asignado una cama, «viendo la buena evolución del paciente», que no necesitaba oxígeno y no tenía fiebre, se le dio el alta. «Sus cuatro días en urgencias no se debieron a la falta de camas, sino a la decisión de tenerlo en observación», insiste el portavoz.

Sea como fuere, nadie informó a Navarro de lo que le sucedía. Una vez en casa, inició el periodo en el que aún se encuentra. «Sigo con problemas para respirar y no me encuentran la bacteria que dicen que lo provoca todo -relata Alejandro-. Pero estoy supercontento con mi doctora, Elisabet Lerma, que no deja de encargarme pruebas y se preocupa por mí». No ha vuelto a las urgencias del Mar, donde el deterioro del servicio -que en el 2013 atendió a 85.000 pacientes-, resulta insostenible para el personal sanitario que lo atiende. La crisis frenó la construcción del nuevo edificio, de tres plantas, que debería acoger las urgencias, el bloque para los partos y radioterapia. El Ayuntamiento de Barcelona se ha comprometido a financiar y acabar la obra en otoño.