EL ÓRDAGO POR EL ESTADO PROPIO

"Todas las voces deben tener cabida en el debate"

Los dos lectores juzgan vital un diálogo sin miedos dentro y fuera de Catalunya

La Via Catalana, a su paso por la localidad de Bàscara (Alt Empordà).

La Via Catalana, a su paso por la localidad de Bàscara (Alt Empordà). / ICONNA / JOAN CASTRO

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INMA SANTOS HERRERA / Barcelona

-¿Cómo creen que se está desarrollando, social y políticamente, el debate sobre la consulta y el derecho a decidir en Catalunya? La vibración ahora mismo no es muy positiva porque la petición para celebrar la consulta no ha cuajado en el Gobierno ni por activa ni por pasiva, al menos de momento. La demanda de los catalanes sigue desatendida, así que estamos en punto muerto.

Jordi Martín:

Silvia de la Cruz:  Yo voy más allá de la respuesta del Gobierno. Creo que no se está dejando debatir a la gente desde todas las posiciones. Yo misma he tenido que esperar casi dos años para poder sentarme, reflexionar y escribir en una carta a EL PERIÓDICO lo que realmente sentía y siento. Como decía en la carta, me siento muy catalana y muy española y no necesito la independencia para tener una identidad firme.

-¿Tienen la sensación de que no todas las opciones tienen voz?

S.C.: Por supuesto. Yo no asistí a la Via Catalana no porque no defienda el derecho a decidir, sino porque no me sentía identificada con el mensaje de ese acto. Sí, ya sé que la cadena era pacífica, guay y fa germanor, está de moda, pero en mi opinión no era un acto por el derecho a decidir, sino por la independencia, y cuando vas en contra de eso te atribuyen un montón de cosas que no son las que tú piensas. De acuerdo, no soy independentista, pero apostar por la vía del diálogo no es ser facha ni menos catalana que los demás…

J.M.: Lo entiendo, porque yo también en algún momento me he encontrado más o menos como tú, pero por defender la otra postura. De hecho, tampoco me he atrevido hasta hace poco a decir en voz alta cuál es mi postura con respecto al tema. He oído en alguna ocasión a mi alrededor comentarios despectivos del tipo «estos catalanistas...» y reconozco que me ha molestado.

S.C.: Hace unos años, si decías que eras independentista te ponían la etiqueta de radical. Ahora, si no lo eres, te cuelgan la de facha. Y ni una cosa ni la otra. A raíz de la publicación de mi carta me he encontrado con más gente que piensa como yo y que me ha dicho: «Gracias por explicarlo, porque yo también me he sentido así».

-¿Así? ¿Cómo es así?

S.C.: Yo también estoy a favor del derecho a decidir y de la consulta. Como decía en mi carta «soy catalana y ya soy libre así». El independentismo está en auge, pero hay otras posturas. Mi madre, por ejemplo, es mallorquina pero vive en Barcelona desde los 6 años y el otro día me comentaba que, últimamente, en algún momento se ha llegado a sentir considerada como una catalana de segunda por el hecho de no ser partidaria de la separación.

-¿Consideran que existe miedo a expresarse por parte de la gente?

S.C.: Hay miedo de las modas, moda en el sentido de tendencia que hace más ruido. El que piensa diferente prefiere no decirlo para no ir contra corriente. Pasa con otros temas y ahora con este, solo que este es un tema político y da más reparo por las consecuencias que pueda tener.  La gente con poder y medios extrae conclusiones que pueden repercutir sobre los que hablan y sobre los que no hablan, sobre todos.

J.M.: Un posicionamiento político, por pequeño que sea, siempre trae consecuencias, a veces desagradables. Pero también hay que pensar que si mucha gente no hubiera defendido su postura en ciertos temas, en cualquier otro momento no viviríamos como ahora. Yo creo que más que miedo hay prudencia.

-¿Qué falta en el debate?

S.C.: La verdad es que, al menos en mi círculo, en el momento en que me he atrevido a expresar lo que pienso no me he sentido rechazada para nada, al menos entre amigos. Pero mis amigos son mis amigos justamente porque me respetan.

J.M.: Tú lo has dicho, porque te respetan. Es lo que hace falta: respeto.

S.C.: Y escuchar todas las voces. Y que todas ellas puedan hacerse oír y tengan cabida. Que se oiga algo más que el mensaje independentista.

-Los dos viajan o tienen familia fuera de Catalunya. ¿Cómo explican fuera lo que está sucediendo? ¿Qué réplicas reciben del resto de España?

S.C.: Viajo fuera y dentro de España. Siempre que me preguntan intento dejar claro que por mi parte no existe ningún ánimo beligerante ni separatista ni de ser mejores o peores. Es cierto que existe un hecho diferencial entre España y Catalunya, pero siempre intento dialogar, hacerles entender que creo que la solución a los problemas es dialogar. En el resto de España también hay gente que está descontenta por muchas cosas y nosotros lo estamos por esas mismas cosas y por otras, quizá solo sería cuestión de saber qué queremos unos y qué los otros, negociar y cambiarlo. Cuando consigues que la gente vea todo lo que tenemos en común, los ánimos cambian.

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J.M.: Yo tengo amigos extranjeros y sí, palpan la tensión en el ambiente. Un conocido peruano me dijo hace unos días que estaba un poco asustado por cómo podía evolucionar la situación. Otros conocidos rusos me han dicho que la situación les recordaba un poco a la de algunas regiones de Rusia que han adquirido cierta autonomía, un dialecto oficial, unas tradiciones... Sinceramente, no creo que lleguemos al extremo de necesitar un pasaporte para desplazarnos entre España y Catalunya. Y en cuanto a la familia fuera, es cierto que tienen cierto miedo o dudas sobre cómo va a evolucionar. Por las informaciones que oyen tienen la impresión de que aquí la cosa está muy mal. En general les explico que aquí no hay un espíritu beligerante, sino un sentimiento dialogante, que los catalanes queremos expresarnos,  por eso pedimos una consulta, y que es por el bien de todos.

S. C.:  No sabemos qué pasará... Pero la consulta es necesaria.