LUCHA CONTRA LA CONTAMINACIÓN

Reducir el uso del coche es vital para mitigar la polución urbana

Retenciones en la Ronda de Dalt de Barcelona.

Retenciones en la Ronda de Dalt de Barcelona. / EL PERIÓDICO

XAVI DATZIRA / BARCELONA

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Las restricciones de circulación a los vehículos más contaminantes que han entrado en vigor en Barcelona para los días de mayor contaminación ya indican cual debe ser el camino a seguir: la lucha contra el calentamiento global implica un cambio en el modelo de transporte, en el que cada ciudadano tiene un papel trascendental. Porque una simple decisión cotidiana tiene unas consecuencias medibles. Según el cálculo de la Oficina Catalana del Cambio Climático, la diferencia entre coger el coche para ir a trabajar o bien optar por la red de Rodalies es de 2,28 toneladas de dióxido de carbono (CO2) anuales.

Todos los países europeos adquirieron el compromiso de reducir sus emisiones causantes de efecto invernadero un 20% en el 2020. Según los últimos datos, España se encuentra en el 16% de mitigación y podría llegar al 18%, pero no parece posible que pueda cumplir con el objetivo pactado. Para ello, sería necesario un cambio potente a nivel de producción de energía (reforzar el peso de las renovables en gran medida), industria (solicitar un mayor esfuerzo medioambiental) y transporte. Este último ámbito es el responsable de cerca del 23% de las emisiones totales en España, un porcentaje que puede llegar al 40% en el caso de las grandes ciudades según un estudio elaborado por Siemens en Madrid. De ellas, el 80% corresponden al coche privado.

Mayor consumo

Tal y como recalca la oenegé Ecologistas en Acción, el automóvil representa el medio de transporte que más impactos ambientales provoca, que resulta más caro y el que más energía consume. Así, el consumo energético total del automóvil –incluyendo el consumo de construcción del vehículo, de la infraestructura y el mantenimiento– se sitúa en casi el doble que el del tren de cercanías y el del metro, y más de cuatro veces que el del autobús. Aunque el contaminante que se suele tomar como referencia es el CO2, el transporte también es responsable de emitir otros gases que provocan no solo efecto invernadero, sino que también tiene consecuencias para la salud. Por ejemplo, óxidos de nitrógeno (NOX), monóxido de carbono (CO), partículas en suspensión, compuestos orgánicos volátiles y benceno.

El coche privado tiene un factor de emisión de 6.000 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro. El del transporte público es de 1.500

Si se compara el impacto ambiental del coche privado con el del transporte público, los datos no tienen color. El factor de emisión de CO2 del vehículo privado es de 6.000 gramos por pasajero y kilómetro, mientras que el del transporte colectivo se sitúa un poco por encima de los 1.500. A nivel de emisión de NOX, la equivalencia es de 20 a 2 gramos; y el de partículas sólidas, de 1,5 a 0,4 gramos aproximadamente. Dicho de otra forma, si un ciudadano tiene que desplazarse de Barcelona a Terrassa, escogiendo un medio como el tren de Rodalies logrará toda una serie de ahorros, como evitar el consumo de 2,58 litros de gasolina, que equivalen energéticamente a una bombilla encendida durante 88 días. Además, no emitirá 5,9 kg de CO2, un cantidad que requeriría un total de 129 árboles para ser absorbida.

La importancia de reducir la contaminación tiene mucho que ver con cuestiones medioambientales. Una necesidad que, por cierto, comienza a ser urgente. En los Acuerdos de París firmados en el 2015 se estableció que la temperatura global no debía aumentar más allá de los 2 grados, aunque sería conveniente que el incremento se situara en torno a los 1,5 grados, para evitar toda una serie de efectos de consecuencia directa para las personas, los hábitats y la economía. Sin embargo, a día de hoy, ya se ha confirmado una subida cercana a 1 grado. Es decir, que queda poco margen.

Efectos sobre la salud

Al mismo tiempo, la polución urbana tiene consecuencias directas sobre la salud. Según explican desde el Ayuntamiento de Barcelona, la contaminación es uno de los principales problemas de salud pública de la Unión Europea, causando 300.000 muertes prematuras al año. Asimismo, una reducción de los niveles de contaminación en la conurbación de Barcelona hasta los umbrales recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) evitaría 659 muertes prematuras al año e incrementaría la esperanza de vida en 52 días.

Y es que el aire contaminado, según la OMS, afecta al sistema cardiovascular y al respiratorio, así como al sistema inmunológico y endocrino y a la fertilidad, contribuye a la aparición de asma y diabetes, modera el desarrollo pulmonar y del cerebro de los niños y, en general, reduce la calidad y la esperanza de vida. Cuestiones que todo el mundo debería tener en cuenta a la hora de escoger el modo en el que se desplaza. Puede ser en transporte público, en bici, a pie o con coches eléctricos o híbridos. Pero, en cualquier caso, los coches diésel y gasolina deberán ir disminuyendo su presencia de la vía pública.