La posición de los partidos

Rubalcaba coge las riendas de la negociación para limar la reforma

Quiere garantizar que no haya recortes sociales y conseguir, al menos, el apoyo de CiU

Rubalcaba, en un acto con un grupo de ciudadanos, ayer, en la sede del PSOE en Madrid.

Rubalcaba, en un acto con un grupo de ciudadanos, ayer, en la sede del PSOE en Madrid.

MANUEL VILASERÓ
MADRID

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Treinta y cuatro horas tardó en reaccionar el aspirante socialista a la Moncloa, Alfredo Pérez Rubalcaba, después de que José Luis Rodríguez Zapatero anunciara una reforma constitucional que amenaza con convertirse en una carga de profundidad contra su candidatura. Un portavoz del PSOE anunció anoche que el exvicepresidente tomaba las riendas de la negociación con el PP para «garantizar que el límite del déficit tenga la suficiente flexibilidad para que no implique recortes sociales» y «para ampliar el acuerdo al resto del arco parlamentario, especialmente a los grupos que pactaron la Constitución». El objetivo es extender el acuerdo, como mínimo, a CiU.

A Rubalcaba le quedan otras 36 horas para reconducir las negociaciones. La proposición de ley debe ser presentada, a más tardar, mañana por la tarde, aunque para sumar consensos y pactar enmiendas puede apurar hasta el viernes de la próxima semana, el día que finalmente se convocará el pleno de aprobación. Un plazo escaso para un margen de maniobra también escaso incluso para un negociador acreditado como Rubalcaba.

DIPUTADOS EN TWITTER / La mayoría de los dirigentes del PSOE consultados ayer reconocían que la decisión del jefe del Ejecutivo ha puesto en cuestión el acento social y la renovación democrática con las que el exvicepresidente intenta tender puentes con su desencantado electorado de izquierda y con el 15-M. Fuentes próximas al candidato admitían, por su parte, el enojo de este con el presidente. «Zapatero no se quiere ir con España intervenida, pero no puede hacerlo a ese precio», añadían.

Lo que empujó a Rubalcaba fue el alud de llamadas de dirigentes de su propio partido y el malestar interno que empezó a emerger mientras nadie del Gobierno daba explicaciones convincentes. Muchos diputados de base de toda España expresaron sus dudas en Twitter. La rapidez y la opacidad de la reforma llevaron a algunos a prometer a los internautas que reflexionarían sobre la conveniencia de pedir un referendo.

«TRABAJO SUCIO» / Varias personalidades ajenas al círculo que mueve los hilos en Ferraz (calle madrileña donde está la sede del PSOE) se atrevieron a expresar incluso con más claridad el rechazo que sienten buena parte de los militantes. Josep Borrell, exvicepresidente del Europarlamento, exigió el referendo para que «los que no tienen voto en el Parlamento puedan votar». Borrell, que escribe hoy en estas páginas, asegura que si fuera diputado votaría en contra.

El diputado socialista y exsecretario general de CCOO Antonio Gutiérrez, que ya se abstuvo en la aprobación de la reforma laboral, dará un paso más y rechazará la modificación, que considera «el último trabajo sucio de Zapatero al PP». El exvicepresidente Alfonso Guerra, aún diputado, se mostró el martes perplejo por el cambio de postura, aunque no anticipó cuál será su voto.

No será fácil que Rubalcaba consiga salir indemne con un cambio en la letra de la reforma. La mayor parte de las críticas van dirigidas a las formas y no al contenido, que aún no se conoce por completo, y la petición que se ha extendido por la red es la del referendo. Una opción sobre la que los portavoces de Rubalcaba no quisieron ayer pronunciarse.