EL PERFIL DEL GANADOR

Tras los pasos de Mitterrand

Hollande se convierte en el segundo presidente socialista de la historia tras una larga carrera en la sombra

Francois Hollande y su actual pareja, la periodista Valerie Trierweiler.

Francois Hollande y su actual pareja, la periodista Valerie Trierweiler. / periodico

MARTA LÓPEZ / París (enviada especial)

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Muy pocos creían en él cuando en junio del 2010 François Hollande anunció su candidatura a las primarias socialistas para competir por el Elíseo. Demasiado blando, demasiado provinciano, muy gris. Sus 11 años como primer secretario del Partido Socialista (PS) y su inexperiencia en las altas esferas gubernamentales era poca cosa para alcanzar la más alta institución de la República. Para un salto de tamaña categoría ya estaba el flamante director del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Khan, que disfrutaba entonces de cotas de popularidad insolentes.

En otoño de ese año, dos emisarios del patrón de las finanzas mundiales trataron de apear a Hollande de su silenciosa ambición. No se dejó. Él seguía y quien cayó, el 14 de mayo del 2011, fue el jefe del FMI, detenido por la policía en Nueva York acusado de violación. La suerte le sonreía como pocas veces a Hollande, que batió sin problemas a Martine Aubry y a otros cuatro candidatos en unas primarias abiertas a todos los simpatizantes de izquierdas. Puso ya entonces en marcha su campaña, recorrió el país de punta a punta en tren, viajando en segunda, para mezclarse con la gente.

UN PRESIDENTE "NORMAL"

El próximo presidente francés tiene 57 años como Sarkozy y, al igual que él, se crió en Neuilly-sur-Seine, en la periferia rica de París. Pero Hollande ha construido su imagen en contraposición a la de su antecesor. Frente a un presidente hiperactivo y excesivo, él promete ser "normal". Allí donde Sarkzoy ha apelado al miedo, Hollande ha ofrecido mano tendida. Está convencido de poder "cambiar el país", que considera "maltratado" por el ejercicio brutal del poder de su antecesor, en cierto modo bonapartista.

Cambio y unidad es el mensaje que ha encumbrado a este hombre paciente hasta el poder. Muy parecido al que en 1981 llevó al Elíseo a François Mitterrand, un animal político ya fallecido por quien Hollande se declara fascinado. Ahora sigue sus pasos, al convertirse en el segundo socialista en llegar a la presidencia de la República. Lo cita a menudo y hay quien dice que imita también sus gestos. Le gusta también refererirse a Jacques Delors, de quien se considera hijo espiritual.

PAREJA DE ROYAL

Europeísta como Delors y socialdemócrata convencido, Hollande representa al ala más centrista del PS, partido que consiguió mantener unido entre 1997 y el 2008. Años especialmente difíciles que alcanzaron el momento de mayor dramatismo la noche del 21 de abril del 2002, cuando Lionel Jospin quedó fuera de la segunda vuelta presidencial eliminado por Jean-Marie Le Pen. Aquel embate lo ganó Jacques Chirac. Cinco años después, en el 2007, el PS dirigió su tercera derrota consecutiva: Nicolas Sarkozy se impuso a la entonces pareja de Hollande, Ségolène Royal.

Fue con Royal con quien Hollande se inició en la política. Se conocieron en la célebre Escuela Nacional de Administración (ENA), donde se forman las élites francesas, y ambos entraron asesores del Elíseo en la primera época de Mitterrand. Pero mientras ella llegó a ministra él se dedicaba a la política local en su feudo de Corrèze, en la Francia rural y profunda, y fue alcalde de Tulle. Cuando en el 2007, Royal se enfundaba el traje de candidata, él seguía trabajando en la sombra.

Fracasada la aventura presidencial de Royal, la pareja se derrumbó tras 25 años de convivencia --nunca se casaron-- y cuatro hijos en común. En el 2008, Hollande era apartado de la secretaría del PS por Martine Aubry, que encargó una auditoría sobre la gestión de su antecesor. Fueron días amargos para un hombre que había entregado su vida al partido. "Estoy triste", confesó a su círculo más íntimo.

CAMBIO DE IMAGEN Y DE MUJER

Para muchos era ya un cadáver político. Pero en el 2009 regresó a la escena pública. Con 10 kilos menos, gafas nuevas y trajes hechos a medida. Y una nueva pareja: la periodista Valerie Trierweiler, que parece ejercer una gran influencia en su vida. Cambió también el carácter. Abandonó su característico sentido del humor para dar imagen de un hombre más serio. Creó su propio movimiento, Responder a la izquierda. Hollande empezaba a fabricar su nueva imagen presidencial. Ya nada lo iba a detener.

Su tenacidad ha sido una sorpresa para muchos. También la solidez demostrada por un hombre que en su día desde sus propias filas llamaron flou (flojo) y mou (blando) y que la derecha sarkozysta resumió en flanby (flan). Pero los que lo conocen de verdad no se asombran de de su increíble trayectoria. "Viene de muy lejos para llegar muy lejos", dicen. ¿Tanto como Mitterrand?