Estreno el 26 de abril

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La zona de juego infantil, con los pisos de promoción pública de Glòries, al fondo.

La zona de juego infantil, con los pisos de promoción pública de Glòries, al fondo. / Macarena Pérez

Carles Cols

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Ni plaza, ni parque. Simplemente, Glòries. A dos días del estreno de una obra en la que durante los últimos 20 años se han invertido 640 millones de euros, la arquitecta en jefe del Ayuntamiento de Barcelona ha mostrado durante un par de horas algunos de los espacios aún inaccesibles por la presencia de vallas de esta gigante ágora de 18 hectáreas de superficie que a partir del 26 de abril se abrirá al público. No es un parque, porque no es un recinto, como la Ciutadella o Cervantes, donde que queda perfectamente delimitada la diferencia entre la calle y el jardín. Tampoco es una plaza, porque más bien es la gigante intersección entre avenidas esenciales de la ciudad, Meridiana, Gran Via y Diagonal. Sea lo que sea, Glòries está llamado a ser un lugar profundamente barcelonés y escasamente turístico, lo cual ya es toda una noticia. Si se abre la veda para retorcer las palabras, Glòries es un lugar ‘desgentrificador’.

La boca de metro de la L1, quizá uno de los accesos más bonitos de la ciudad.

La boca de metro de la L1, quizá uno de los accesos más bonitos de la ciudad. / Macarena Pérez

‘Desgentrificar’ es una expresión quizá no empleada hasta ahora. Debería servir para definir todo aquello que implique, desde el punto de vista urbanístico, una marcha atrás, en dirección a los tiempos en los que lo que caracterizaba un lugar era su vida vecinal. En este sentido, toda visita a Glòries, aunque solo sea para curiosear, debería tener como parada ineludible la nueva zona de juego infantil, casi en la esquina noreste, un miniparque de atracciones que hasta parece impropio de una ciudad con una tasa de fecundidad de las más bajas del mundo, de apenas un hijo por mujer. A menudo se ha sostenido que Barcelona es mal lugar para formar una familia. Cada vez menos.

Glòries y la Sagrada Família al fondo, desde el privilegiado mirador de DHub.

Glòries y la Sagrada Família al fondo, desde el privilegiado mirador de DHub. / Macarena Pérez

Merece la pena, en esta nueva zona de juego infantil cuatro o cinco veces más grande que la del otro extremo de Glòries, reparar en un detalle que sorprenderá en un futuro hoy difícil de concretar. Son los árboles plantados en ese recinto. Son media docena larga de ‘Brachyton acerifolius’, un nombre que no debería dejar indiferente, pues son, en lenguaje no científico, los espectaculares árboles de fuego, una especie caprichosa que en ocasiones tiene sus copas íntegramente de un color rojo sangre.

El ágora sensorial, con sus cañas de bambú a un tercio de la altura que algún día alcanzarán.

El ágora sensorial, con sus cañas de bambú a un tercio de la altura que algún día alcanzarán. / Macarena Pérez

El contrapunto de la presumiblemente ruidosa zona de juego infantil será el espacio bautizado como el ágora sensorial, en la esquina sureste, a la izquierda según se sale de la boca del metro. Es un recinto caracterizado por las cañas de bambú que lo rodean, de hasta ocho especies distintas de esta planta. Son ya bastantes altas. Más que lo serán. La previsión es que con el tiempo tripliquen su talla y conviertan ese espacio de recogimiento en un lugar de descanso (no faltan los bancos de tipo tumbona) y, si así lo decide el Ayuntamiento de Barcelona, un improvisado teatro en el que programar espectáculos de pequeño y medio formato. Esa misma función de escenario está prevista también bajo la pérgola levantada en mitad de Glòries, el principal punto de sombra a la espera de que árboles plantados cojan más altura.

Las dos sillas desde las que se contempla la Gran Via a su llegada. Glòries.

Las dos sillas desde las que se contempla la Gran Via a su llegada. Glòries. / Macarena Pérez

Glòries se inaugurará oficialmente el próximo sábado, es decir, 22 años después de que se decidiera reconsiderar lo que hasta entonces era un nudo viario hostil con la vida vecinal. ¿Es demasiado tiempo? Según Buhigas, lo inusual es a lo que tan a menudo ha estado acostumbrada Barcelona, a proyectos como la transformación de los Juegos Olímpicos, a la carrera. Haber dedicado más de 20 años a transformar Glòries permite decir –explica la arquitecta en jefe—que este es un proyecto de todos y cada uno de sus antecesores en el cargo y de cinco alcaldes, Joan Clos, Jordi Hereu, Xavier Trias, Ada Colau y Jame Collboni.