Novedad editorial

Cocodrilos en Sant Pau: un libro invita a descubrir la flora y la fauna simbólicas de Domènech i Montaner

El Hospital de Sant Pau disecciona la mente genial de Domènech i Montaner

Sant Pau añade a su ruta modernista una expo de su operación más arriesgada: la mudanza de 2009

Un informe (inaccesible) retrata como nunca antes la azarosa historia del Palau Montaner

Un cocodrilo de Sant Pau, animal que en los bestiarios medievales se asociaba al infierno.

Un cocodrilo de Sant Pau, animal que en los bestiarios medievales se asociaba al infierno. / Hospital de Sant Pau

Carles Cols

Carles Cols

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Lo nunca visto del recinto modernista del Hospital de Sant Pau o, para ser más precisos, lo incomprensiblemente nunca visto de esta obra capital de la trayectoria de Lluís Domènech y Montaner. Cocodrilos, camaleones, gatos que cazan ratones, murciélagos, cardos, castaños de la India, flores de la pasión y, ya que acerca Sant Jordi, rosas en abundancia. Una historiadora del arte, Fàtima López, y una conservadora y restauradora especializada en la obra de Domènech i Montaner, Gemma Martí acaban de publicar, con el respaldo de la fundación que gestiona esta monumental herencia del modernismo catalán, un exhaustivo retrato de la flora y la fauna que en esculturas o piezas cerámicas decora un sinfín de rincones de los pabellones y otras estancias del antiguo hospital. Es un libro que merece como poco el calificativo de sorprendente, porque casi que invita a visitar de nuevo Sant Pau, pero esta vez como si fuera un zoológico o un jardín botánico.

Apenas 11 años han pasado que el viejo hospital, delicadamente remozado, reabrió sus puertas, pero no como el centro sanitario que fue hasta 2009, sino como destino cultural. Se ha convertido desde entonces en un espacio caracterizado por un turismo local e internacional tranquilo, sin aglomeraciones, interesado por la arquitectura del lugar, impresionante, sin duda, o por cómo Sant Pau fue en su día una revolución médica, con pabellones específicos tipo de enfermedad, rodeados de reconfortantes jardines y unidos todos ellos bajo tierra por una red de túneles de indispensable visita. Casi tres millones de personas se han adentrado durante los últimos 11 años en este gigante espacio modernista y es muy probable que la mayor parte de ese público no haya reparado, por citar el más sorprendente de los casos, en los cocodrilos de Sant Pau. Lo que López y Martí han hecho con este libro, ‘Flora i fauna representades a l’Hospital de la Santa Creu i Sant Pau’, es poner un potente foco de luz sobre esos detalles y, de paso, tirar del hilo.

Un gato a punto de cazar una rata, roedor temible en la medicina antigua.

Un gato a punto de cazar una rata, roedor temible en la medicina antigua. / Hospital de Sant Pau

Domènech i Montaner era (y esto no es ningún gran secreto) un intelectual que consideraba la arquitectura, es decir, su oficio, una forma más de hacer política. Creía que más allá de una lengua propia, Catalunya tenía que encontrar una arquitectura como seña de identidad, y su trayectoria vital da fe de que puso todo su empeño en ello. Viajó por Italia y Francia y concluyó que una actualización de la arquitectura medieval era el camino a seguir. Su biblioteca personal depositada en el Col·legi Oficial d’Aquitectes de Catalunya’ lo acredita sobradamente. Eso y el hecho de que fuera lector de la obra más influyente del arquitecto inglés Owen Jones, ‘Grammar of ornament’, quien durante la primera mitad del siglo exploró las formas y colores de las joyas monumentales de Europa, entre ellas, la Alhambra, de la que llegó a hacer una réplica de su Patio de los Leones para la Exposición Mundial que se celebró en Londres en 1851.

Un caracol, que por su lentitud simboliza la vida sin sobresaltos.

Un caracol, que por su lentitud simboliza la vida sin sobresaltos. / Hospital de Sant Pau

Como Owen, Domènech i Montaner opinaba que el futuro de la arquitectura estaba en el pasado. Por eso motivo, explica Martí, la autora que se ha encargado de la mitad del libro dedicada a la fauna, Domènech i Montaner se sumergió en los bestiarios medievales y buena parte de los animales representados en el hospital, ya sea en azulejos, gárgolas o esculturas, son un zoo que reúne a la par seres vivos reales (gatos, caracoles, murciélagos, conejos, monos, ibis, ranas, cacatúas, vencejos, águilas, lombrices, leones…) como mitológicos, dragones y su versión femenina, la vibras.

Girasoles esculpidos en la fachada de uno de los pabellones de Sant Pau.

Girasoles esculpidos en la fachada de uno de los pabellones de Sant Pau. / Hospital de Sant Pau

En el caso del reino vegetal, el punto de partida es distinto, explica la coautora del libro. Son plantas autóctonas, en ocasiones inspiradas en especies que Domènech i Montaner había fotografiado personalmente, una de sus aficiones. El simbolismo es muy potente en este apartado. Se trata, a veces, de plantas asociadas a usos medicinales o que, como mínimo, se interpretan como metáforas de la salud, como los girasoles. Con todo, la especie más veces representada en Sant Pau es, sin rival, la rosa.

El libro explora una segunda cuestión que, cuando de modernismo se trata, hasta la fecha ha quedado parcialmente eclipsada. La mano artesana de quienes hicieron realidad los encargos de los grandes arquitectos de aquella época no siempre es suficientemente destacada. El recinto modernista de Sant Pau es una obra de Domènech i Montaner, pero también de los escultores Pau Gargallo y Eusebi Arnau y del ceramista Lluís Bru, y de forma indirecta de la Fábrica Pujol i Bausis de Esplugues, un centro de producción sin el que aquella corriente arquitectónica habría visto cortadas sus alas.

Dos camaleones en una columna del recinto, símbolo de la sanación.

Dos camaleones en una columna del recinto, símbolo de la sanación. / Hospital de Sant Pau

El libro, lo dicho, es casi una guía con la que visitar Sant Pau con los ojos naturalistas de un David Attenborough. Pero se puede ir incluso un paso más allá. Explorar las especies vegetales y animales vivas del recinto. Son numerosos los árboles plantados durante las obras iniciales del hospital que aún siguen vivos y bien hermosos. Palmeras, cipreses, naranjos, tilos… La fauna es una cuestión distinta. Probablemente, no anidaron gaviotas en los tejados de Sant Pau cuando el recinto fue finalizado y echó a andar como centro sanitario. Esta es una especie que solo en época muy reciente ha ido más allá de la línea de la costa. Cotorras tampoco había, por supuesto. Pero quizá el reto sea avistar la pareja de cernícalo que tiene su nido en el antiguo pabellón de Sant Manel y que con algo de suerte es posible observar sobrevolando la torre principal del reloj.

Suscríbete para seguir leyendo