El último GATPAC

El Institut Jaume Balmes, 'rara avis' arquitectónica, reparará por fin este 2025 las deficiencias detectadas en 2007

Un informe (inaccesible) retrata como nunca antes la azarosa historia del Palau Montaner

Los ejes verdes del Eixample llegan a Street View y Mapas y subrayan el éxito y las contradicciones del nuevo urbanismo

Una de las dos escaleras del edificio, singulares por la dificultad de encajarlas en las esquinas del edificio.

Una de las dos escaleras del edificio, singulares por la dificultad de encajarlas en las esquinas del edificio. / A. de S.

Carles Cols

Carles Cols

Barcelona
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Han pasado 17 años desde que comenzó a evidente que el edificio sufría un deterioro preocupante. Han tenido que intervenir dos veces los bomberos, en noviembre y el pasado agosto, para asegurar que algunos desprendimientos de la fachada no fueran a mayores. Hace dos semanas cayeron varios elementos de la fachada que da a Consell de Cent, que no impactaron afortunadamente en la acera porque una red colocada a la altura del primer piso evita que así sea desde hace cuatro años. El Consorcio de Educación de Barcelona acaba de confirmar que este año se acometerá por fin el arreglo de las deficiencias de albañilería más preocupantes del Institut Jaume Balmes, no solo el decano de la ciudad, con 180 años de historia a sus espaldas, sino también, desde que se trasladó a la esquina de Consell de Cent con Pau Claris, una ‘rara avis’ de la arquitectura, en cierto modo, el último GATPAC de Barcelona.

Han caído lamas de las persianas de las aulas, fragmentos de cornisas y, según la Associació de Famílies d’Alumnes (AFA), han aparecido en algunos muros grietas que quizá sean superficiales, pero que no hacen más que subir la temperatura de la preocupación. La guinda para la AFA es que cara al próximo curso está previsto además un aumento de la ratio de las aulas de la ESO como consecuencia del cierre de otra escuela concertada de la Dreta de l’Eixample, la Mireia. No es que el Balmes vaya precisamente sobrado de espacio. A su manera, es un espejo perfecto de la alta densidad de población de Barcelona. Una de las aulas como mínimo parece un estrecho vagón de tren en hora punta. Fue habilitada como espacio lectivo inevitable en la época en la que el Consorci d’Educació sumó una cuarta línea a las tres ya existentes de forma intermitente.

Con todo, el Institut Jaume Balmes mantiene intacta su fama de centro educativo deseado por las familias, gracias a la implicación del equipo directivo más allá del deber y gracias también al peso de esos 180 años de historia. Desde que Manuel Milà i Fontanals fue el primer director del centro en 1845, o sea, cuando ni siquiera existía el Eixample, por sus aulas han pasado profesores de fama imperecedera, como Pompeu Fabra, Elies Rogent, Antonio Bergnes de las Casas, Pau Piferrer y una docena larga de ilustres más, y se han formado estudiantes igual de reconocibles, como Josep Torres i Bages, Josep Puig i Cadafalch, Enric Prat de la Riba, Sergi Pàmies, Moisès Broggi, Fabià Estapé y un larguísimo etcétera más.

La fachada principal del Institut Jaume Balmes, un GATPAC inaugurado en pleno franquismo.

La fachada principal del Institut Jaume Balmes, un GATPAC inaugurado en pleno franquismo. / A. de S.

Las obras necesarias que claman al cielo desde 2007 no son, en cualquier caso, una respuesta a ese currículum del centro, sino que lo son a la urgencia de evitar accidentes y, también, a ese detalle a veces ignorado y perfectamente investigado y explicado por la arquitecta Glòria Bassegoda y el historiador Daniel Solé. El Balmes fue hasta 1941 un centro educativo nómada. Ocupó diversos espacios vinculados a la Universitat de Barcelona, un ‘casero’ implacable que no tuvo reparos en echarlo a la calle en 1936 de malos modos. La leyenda es que un día de 1936 todo el material del centro, o sea, material de laboratorio, mesas y libros, fueron tirados a la acera de la plaza Universitat, sin contemplaciones, y comenzó entonces la búsqueda de nuevos hogares, el Palau Montaner de Roger de Llúria, entre ellos.

La red que protege a los peatones de las ocasionales caídas de desprendimientos.

La red que protege a los peatones de las ocasionales caídas de desprendimientos. / A. de S.

El caso, explica Bassegoda, es que poquísimos días antes del golpe de Estado de 1936, se puso la primera piedra del edificio de la esquina de Consell de Cent con Pau Claris, pero el estallido de la Guerra Civil trastabilló la ejecución de las obras, hasta el punto de que el proyecto no pudo ser ejecutado del todo antes de 1939, pero se sentaron las bases para que sucediera algo que jamás debería pasar inadvertido. El proyecto arquitectónico llevaba la firma de Josep González y Francesc Perales, dos profesionales de la órbita del GATPAC, el movimiento que quiso poner fin a la estética del ‘noucentisme’ y que, en la práctica, murió también con la guerra. El franquismo impuso en sus primeros años una arquitectura a veces monumental y ridículamente grandilocuente, pero el Institut Jaume Balmes se edificó siguiendo unos planos apenas modificados de, he aquí la cuestión, dos arquitectos del GATPAC que, lo que son las cosas, habían sido depurados por las autoridades de la dictadura.

Con esos datos sobre la mesa, quizá el Balmes requeriría algo más que el remozado anunciado para este 2025 por el Consorci d’Educació de Barcelona. Es, poca broma, el último GATPAC.

La versión más extensa de este artículo, con aproximaciones al caso desde perspectivas incluso inesperadas, será el cuerpo central de la próxima entrega de las ‘newsletters’ del Eixample, enviadas solo bajo registro previo.