Residencia Tàber

La última gentrificación: 23 residentes de un geriátrico de Barcelona tienen que irse por sorpresa antes de fin de mes

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La finca de Gran Via, 426, ya en plenas obras.

La última gentrificación: 23 residentes de un geriátrico de Barcelona tienen que irse por sorpresa antes de fin de mes / Marc Asensio/ Video Atlas News

C. Cols

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¿Cómo decirle a una veintena de octogenarios y nonagenarios de una residencia geriátrica que el próximo 28 de febrero tendrán que mudarse a un nuevo hogar? Más aún. ¿Cómo explicarles, eso en el caso de que no sufran algún tipo de fragilidad cognitiva, que el motivo es que un fondo de inversión de inversión francés ha comprado la finca y, sin siquiera esperar a que se vayan, ha comenzado las obras para convertir el inmueble en una promoción más de pisos de lujo de la Dreta de l’Eixample? La residencia está en el 625 de la Gran Via y lleva el nombre de la cima más alta de la antigua Barcino, Tàber. Esta mañana ha caído un cristal de una claraboya de la residencia, quizá por las obras, pero no es fácil establecer una causa y efecto porque la dirección del centro geriátrico prefiere guardar silencio, los trabajadores están atados de manos por un acuerdo de confidencialidad y las familias chocan con un muro cuando quieren saber a qué se enfrentan.

Un andamio hasta la última planta de la finca impide ver ya el conjunto de la finca. En lo que no es más que una coincidencia, pero también una foto muy simbólica, la tienda de muebles de los bajos ha tenido que colgar en la lona exterior el anuncio de las rebajas de sus productos por traslado del negocio. “Liquidación”. Eso dice en grandes letras. Parece el eslogan de lo que aqueja de un tiempo a esta parte a la Dreta de l’Eixample. Tendría su gracia si no fuera por lo cruel de este nuevo caso de gentrificación, porque afecta no solo a personas muy mayores, alguna, al parecer, sin familia, sino también a sus hijos, a los que este quebradero de cabeza coge también, según el caso, jubilados.

El vestíbulo que tienen que cruzar los residentes.

El vestíbulo que tienen que cruzar los residentes. / MARC ASENSIO

Maria José, hija de una de las 24 afectadas, retrata la residencia Tàber como un hogar hasta ahora muy amable con los residentes. “De las trabajadoras, una quincena, a las que también han comunicado que el próximo 28 de febrero se quedarán sin empleo, no puedo más que hablar bien. Mi madre a veces no recuerda sus nombres, pero las quiere”. La residencia son en realidad dos pisos principales unidos, con el plus de que tiene uno de esos hermosos patios de grandes dimensiones de los interiores de manzana del Eixample. Todo esto será próximamente solo apto para residentes de alto poder adquisitivo.

Las circunstancias de cada familia son distintas. En la mayoría de los casos, se trata de residentes con algún tipo de ayuda, de modo que tienen garantizada una residencia alternativa, pero no saben cuál será. La situación más enojante puede que sea quizá la de unas tres familias que obtuvieron una plaza en Tàber hace apenas dos meses, es decir, cuando la dirección ya sabía que en por el horizonte se acercaba el cierre y calló este dato fundamental a la hora de efectuar el primer pago y el papeleo de inscripción.

El ‘caso Tàber’, porque así se le puede llamar, no es, ni mucho menos, la única gentrificación del Eixample, pero por sus características es, opinan los dirigentes vecinales del barrio, una de las más lacerantes y que más debería pesar a la hora de legislar para evitar que los fondos de inversión dinamiten los cimientos sociales de los barrios de la ciudad.