'Basta ya' vecinal

El cruce de Consell de Cent con Borrell amanece sembrado de señales de tráfico de cartón en protesta por la indiciplina viaria

La indisciplina viaria deteriora los ejes verdes del Eixample

La plaza de Consell de Cent con Borrell, inútiul como zona infantil por culpa del tráfico imprudente.

La plaza de Consell de Cent con Borrell, inútiul como zona infantil por culpa del tráfico imprudente. / A. de S.

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Ante la absoluta indiferencia y falta de respeto que han cosechado las señales de tráfico que regulan el tráfico de vehículos en los ejes verdes del Eixample, un grupo de vecinos y, quizá, padres y madres de escuelas cercanas han poblado el cruce de las calles de Consell de Cent y Borrell con una veintena de señales de cartón, con la fe de que estas sean menos invisibles que las otras.

De las cuatro plazas que generó la conversión de Consell de Cent en un bulevar prioritariamente peatonal (o esa era la intención), la que nació en la confluencia con Borrell es la más expuesta, por su singular arquitectura, al ’todo vale’ por parte de los conductores de vehículos de cuatro y dos ruedas. Es un caso más grave, según se mire, que el de las otras tres plazas de Consell de Cent porque justo en una de las esquinas hay una escuela preescolar y a pocos metros un instituto de secundaria. Si en algún momento alguien imaginó que esa plaza sería, al finalizar las clases, un ágora vecinal en la que los críos podrían jugar con total seguridad, la ilusión duró solo unas pocas semanas de 2023.

Aviso a los transportistas, habituados a no respetar los horarios del camino escolar.

Aviso a los transportistas, habituados a no respetar los horarios del camino escolar. / A. de S.

Las señales simplemente reiteran lo que las de carácter oficial ya subrayan. Por ejemplo, que la carga y descarga solo está permitida en los lugares señales y, sobre todo, entre las 9.30 y las 16 horas. Antes y después se supone que aquello debería ser un camino escolar seguro. Nunca lo es. Podría ser peor. Unas pocas calles más allá, pasado Balmes, el problema es distinto. Hay ahí una escuela concertada. No es inusual que cada tarde, o sea, fuera del horario, haya padres que vayan a buscar a sus hijos en coche hasta la misma puerta del colegio. El contrasentido es realmente chocante.

Por ahora, este grupo de activistas que han sembrado de señales de cartón la calle han actuado solo en la confluencia de Borrell. Recuerdan con esa acción cuál es la velocidad máxima permitida (10 kilómetros por hora) y que ha que respetar una distancia de seguridad con los peatones. También recuerdan que la plaza no es transitable. Varias señales de dirección prohibida lo dejan claro. Bastan cinco minutos de espera para ver que ni así se respetan las normas.

La protesta ha coincidido, además, con el final del periodo de gracia que se concedió a los conductores de patinetes eléctricos para que se muevan por la ciudad con casco y a velocidades moderadas. La amenaza de onerosas multas ha vaciado de momento los ejes verdes de patinetes. La reducción ha sido tan drástica que es imposible no reparar en ello. A su manera, esa desaparición no ha hecho más que señalar que los problemas de indisciplina en los ejes verdes van mucho más allá de los patinetes.