Incivismo al volante

Los transportistas se autoproclaman "servicio" para circular a sus anchas por los ejes verdes

El tráfico ignora a la brava la nueva peatonalización de Rambla de Catalunya

Barcelona comienza a perder el pulso contra las motos aparcadas en los ejes verdes

Un ejemplo de la señal que algunos transportistas creen que no les atañe.

Un ejemplo de la señal que algunos transportistas creen que no les atañe. / A. de S.

Carles Cols

Carles Cols

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“Conduzco un vehículo de servicio”. Lo dice tras medio bajar la ventanilla de la furgoneta de reparto y sigue recto por Consell de Cent, en una maniobra expresamente prohibida en esta calle desde que renació como uno de los cuatro ejes verdes del Eixample. Lo dice, además, convencido de que no está equivocado. Sucede a diario. Y, no, las furgonetas de reparto no son vehículos de servicio, tal y como subrayan tanto un portavoz del Ayuntamiento de Barcelona como los agentes de la Guardia Urbana y de B:SM consultados a pie de calle. Pasado un año y medio de su estreno y seis meses de que una auditoría municipal examinara qué cabe corregir en estos nuevos bulevares de la ciudad, sus males siguen enquistados, y el de la confusión de los transportistas es uno que quizá había pasado inadvertido.

La ‘filosofía’ de los ejes verdes se conoce desde antes incluso de su estreno, pues fue motivo de no poca controversia. Como se pretende que sean calles de escaso tráfico rodado, se concibieron de modo que no estuviera permitido recorrer más de una travesía en línea recta. En cada esquina, pues, el giro es obligatorio. Se puede acceder hasta cualquier dirección postal de esas calles, pero nunca de forma directa. Desde el primer día fue patente la falta de respeto a esa norma por muy señalizada que estuviera.

La novedad, pasado este tiempo, es que hasta el significado de aquello de lo que informan las señales de tráfico no se comprende con claridad. Bajo muchas de ellas, las que informan de la obligatoriedad de un giro (es decir, una flecha enmarcada dentro de un círculo con fondo azul) se detallan las excepciones. No afecta a las bicicletas y tampoco a los llamados “servicios”.

Una agente explica al chófer de una furgoneta de que acaba de cometer una infracción, y otros tres coches le siguen.

Una agente explica al chófer de una furgoneta de que acaba de cometer una infracción, y otros tres coches le siguen. / A. de Sanjuan

Los hay, reconoce un agente de vigilancia de la empresa municipal que controla el estacionamiento regulado, que simplemente se saltan la norma plenamente conscientes de lo que hacen. Pero añade que muchos discuten y, a veces incluso soberbios, se autoproclaman conductores de un vehículo de servicio.

“Esa es una excepción que está ahí para ambulancias, bomberos, vehículos del servicio municipal de limpieza…, no para las furgonetas y camiones, salvo que en casos muy excepcionales, porque tengan que ir a un destino concreto y no haya otra ruta alternativa. En ese caso tienen que pedir un permiso especial”. Es la aclaración de un agente de la Guardia Urbana que, no obstante, añade que efectivamente esas señales se respetan poco o nada.

48.000 euros desdeñados

La situación se repite a diario, varias veces por hora en cada cruce. Cualquier declaración institucional de que se trabajará por revertir la situación, porque en ocasiones supone un peligro para los peatones, ha muerto en la orilla. El caso paradigmático es lo sucedido en la intersección de la calle de Consell de Cent con la Rambla de Catalunya, el punto negro más oscuro de la trama de los ejes verdes. Ahí, el ayuntamiento se puso literalmente manos a la obra. Destinó 48.000 euros a repeatonalizar la zona central de paseo de la Rambla de Catalunya para que desapareciera la calzada de vehículos. Se mejoró incluso la señalización. La nueva configuración de ese cruce se estrenó en noviembre.

Tanto da el número de personas que pasean por ahí. Motos, turismos y furgonetas suben se suben a lo que ya claramente es rambla y se abren paso porque intimidan. En el caso de los transportistas, además, lo hacen, lo dicho, con la ventanilla bajada si alguien se queja. “Somos un servicio”.

No solo no lo son según las normativas de circulación de la ciudad. Ni siquiera lo son tampoco desde la perspectiva de la veintena de acepciones que la Real Academia Española contempla para esta palabra. No son un conjunto de criados. No son un saque en el tenis. Menos aún un oficio religioso. Hasta un enema acepta la RAE como significado. Pero no lo que entienden los transportistas.

Dos motocicletas, junto a la esquina de Girona con Consell de Cent.

Dos motocicletas, junto a la esquina de Girona con Consell de Cent. / A. de S.

El incumplimiento de esta norma es la guinda amarga que corona el conjunto de problemas que la /esauditoría municipal constató en los ejes verdes y que siguen sin ser resueltos. Bicicletas y patinetes van más veloces de lo permitido y la carga y descarga es en cualquier lugar y a cualquier hora. Esos son los más graves. Pero poco a poco se le añaden nuevos, como el hecho de que alguna de que algunos padres han descubierto que los ejes verdes son ideales para estacionar el coche cuando van a buscar a sus hijos a la escuela (precisamente una hora en la que la circulación debería ser residual) y, también, que los motoristas van perdiendo la timidez y aparcan ya a pares, sabedores de que las probabilidades de ser multados son bajas.