Un proyecto más que musical
Un grupo de Whatsapp de 100 miembros (y subiendo) cuida el piano público de plaza de Catalunya
El piano público Maria Canals le pone banda sonora a la Navidad de la plaza de Catalunya
El Concurs Internacional de Piano Maria Canals repartirá 80.000 euros en premios
Ferrocarrils une de momento Plaça Espanya y Gràcia con un exitoso piano en cada estación
Carles Cols
Carles ColsPeriodista
Recuperamos este reportaje sobre el grupo de Whatsapp organizado para velar por el piano público de plaza Catalunya
El más extraño de los pianos de Barcelona (porque es de cemento, funciona con placas solares y está a la intemperie en una de las esquinas más transitadas de la ciudad) ha logrado lo inesperado. Ha germinado a su alrededor un grupo de melómanos, de casi 100 miembros y subiendo, que se mantienen en contacto a través de un grupo de Whatsapp. En una ciudad que arrastra la eterna mala fama de cuánto cuesta hacer en ella amigos, sobre todo si se es un recién llegado, ese instrumento, con apariencia de ser de cola, ha resultado ser en la práctica una suerte de gran mesa ovalada para, por decirlo en lenguaje de hoy, invitar a la socialización, que falta hace. De todos los pianos que el Concurso Internacional de Piano Maria Canals reparte por hospitales, estaciones de Ferrocarrils y, en fecha señaladas, hasta en el paseo de Gràcia, este, solitario en una esquina de la plaza de Catalunya, va camino de ser casi un experimento sociológico.
“Bajo expresamente de Sabadell para tocarlo”, explica Óscar Lara. En su ciudad no hay nada así. Ya quisiera. Aprovecha la ocasión para recordárselo a los herederos de la memoria de la pianista Maria Canals que impulsan este proyecto. Tiene un teclado en casa, pero no es lo mismo, dice. Óscar es uno del centenar de miembros de ese grupo de Whatsapp que alguien tuvo la feliz idea de crear el 16 de junio de 2024. Desde entonces, no ha hecho más que crecer. Aún lo hace. ¿Cómo funciona? Es una simple cadena. Cuando alguien que simplemente pasa por ahí se sienta en la banqueta y demuestra que, autodidacta o porque ha pasado por el Conservatori, tiene buenas manos para la música, si hay un miembro del grupo por ahí le invita a unirse. Es por eso que tan a menudo se improvisan pequeños conciertos a cuatro manos o que incluso alguien pone la voz.
No es que este sea un club exclusivo, pero para pertenecer a él, por poco que sea, hay que saber tocar. Por eso no forma parte de esa familia Rubén Roa, un creativo publicitario que ha colgado en Instagram un pequeño documental sobre ese piano y que tiene interesantes cosas que decir sobre él. En su opinión, este es un caso más de aquellas ocasiones en las que los barceloneses resignifican un lugar, es decir, que le dan un uso imprevisto a lo que, pongamos por caso, un arquitecto o una política municipal o empresarial pretendió en un primer momento. El paradigma incuestionable es, por supuesto, el Macba, un museo nacido en los años 90 para esponjar urbanísticamente el Raval norte y, también, para encontrar una sede estable para el errante arte contemporáneo de la ciudad, y que al final, como sabe ya cualquiera, es la versión en cemento de las grandes olas de Nazaré que los ‘skaters’ de medio mundo quieren surfear al menos una vez en la vida.
Hay más espacios resignificados. El semisótano del Mercat de Sant Antoni, que ha renacido como sala de baile, o los cristales exteriores del CaixaFòrum, que por su diáfano reflejo son el plató elegido para ensayar coreografías adolescentes antes de colgarlas en las redes sociales, serían otros casos de resignificación. El piano de la plaza de Catalunya, opina Roa, pertenecería más bien a la categoría que ocupan las mesas de pimpón de los parques o las de ajedrez de la calle de Borrell, donde se dan la mano gentes que en otras circunstancias quizá jamás se saludarían. Dónde si no podrían enfrentarse en un duelo incruento un señor con corbata que sale de la oficina y alguien que, por la razón que sea, vive en la calle.
Según Roa, lo que él vio en el piano de la plaza de Catalunya para dedicarle un pequeño documental es lo que se da por hecho en Madrid nada más salir de la estación de Atocha, un lugar en la que es fácil entablar amistad. Así es, dice Lara por su parte. Él, que sí está dentro del grupo de Whatsapp, explica que más de la mitad de los miembros de esa comunidad, por ejemplo, son extranjeros, lo cual sugiere que ese piano cumple una función social, en este caso la de derribar la invisible muralla que tanto se dice que impide entablar relación con un barcelonés autóctono.
La fundación que lleva el nombre de Maria Canals, fenomenal pianista barcelonesa fallecida en 2010 tras una trayectoria de envidia, organiza cada año un concurso internacional de piano que, por ejemplo, este 2024 ha proclamado vencedor a Xiaolu Zang, todo un portento de la gran potencia mundial que en este campo de la interpretación hoy es China. Pero a pie de calle, más que por ese concurso, esta organización es sobre todo conocida por esos pianos que pone a disposición de cualquiera. Los que hay en las estaciones de Ferrocarrils de plaza de Espanya y Gal·laPlacidia, que pese a lo ruidoso del lugar, son un éxito. Los que han sido colocados en los vestíbulos de algunos hospitales son, en algún caso, un lujo desde la perspectiva de cualquier aficionado. El del Hospital del Vall d'Hebron es nada menos que un Bösendorfer, o sea, una de las mejores artesanías del mundo en esta materia, un instrumento maravilloso y versátil, capaz de satisfacer tanto las necesidades de Franz Liszt como de Frank Zappa.
También con un Bösendorfer puso la música Hans Zimmer a la epopeya de ‘Intersellar’, esa emocionante partitura con la que se advierte a los protagonistas que no se adentren dócilmente en la oscuridad del Universo. El piano de la plaza de Catalunya es, de acuerdo, diametralmente todo lo contrario. Si de cría de perros se tratara, no sería uno de raza, sería un simple chucho. Por eso, en cierto modo, es sorprendente lo que ha germinado a su alrededor. Cada vez que sufre algún daño, corren los mensajes por el grupo de Whatsapp y se envían correos desesperados a la fundación. La única parte verdaderamente frágil de ese robustísimo instrumento es la más importante, las teclas. Puede que en realidad el número de imbéciles que aprovechan la noche para intentar arrancar una de ellas sea muy bajo, pero es suficiente como para amargarle el día a tipos como Óscar, prototipo, por otra parte, del pianista autodidacta de este siglo. “De niño fui sin desearlo a clases de música, pero no me gustó. Ha sido ahora, con tutoriales de Youtube, cuando realmente he aprendido”. Puede que nunca como ahora haya sido tan fácil sacar unas notas de un teclado. Y para conseguir esa acrobacia que siempre maravilla a los profanos del piano, o sea, ser diestro y zurdo a la vez, o sea, que cada mano haga su trabajo con independencia de la otra, Óscar buscó ayuda de Wallapop. “Encontré a alguien que me dio tres clases”.
Qué futuro le aguarda a esta rareza de la plaza de Catalunya no es algo que esté muy claro. Por el momento, resiste. Lo que si ya tiene es un pasado que contar. Un grupo de Whatsapp, por ejemplo.
Este reportaje fue publicado originalmente el 13 de diciembre de 2024
- El párking del Alcampo de Sant Boi se transformará en la instalación fotovoltaica más potente del área de Barcelona
- Espectacular”: la pastelería de Terrassa con mejores reseñas según Google
- Empresariado de Barcelona se une para canalizar su inquietud por la reducción del uso del vehículo privado
- La Audiencia de Barcelona absuelve a Albiol por la instalación de antenas en una comisaría de Badalona
- La Audiencia de BCN comunica este viernes a Albiol la sentencia por la instalación irregular de antenas en una comisaría
- Un escape de agua inunda párkings y deja sin luz a vecinos del paseo Maragall de Barcelona
- Rufián dimite como concejal de ERC en Santa Coloma y pone fin a su etapa municipal
- Frustran una estafa a un bar en venta del Eixample con billetes 'mágicos' tintados de negro