Plan de choque
Barcelona destinará 15 millones a 37 medidas para desatascar el entorno de la Sagrada Família
"Menos 'balconing', tenemos de todo": el día a día de una pareja de la zona cero de la Sagrada Família
Sagrada Família: una tienda de suvenirs obscenos y comida rápida por cada metro de altura del templo

Un bus turístico, en la Sagrada Família. / ELISENDA PONS


Carles Cols
Carles ColsPeriodista
Barcelona destinará 15,5 millones de euros de aquí al 2027 para, casi literalmente, desatascar los alrededores de la Sagrada Família. En una ciudad ya célebre por su alta densidad de población, de algo más de 16.000 habitantes por kilómetro cuadrado, el área de influencia del templo sobrepasa de manera exponencial esa plusmarca. Si a los vecinos residentes en ese entorno se le suman los 84.600 turistas que de media visitan cada día del año la zona, incluso aunque sea para contemplar solo desde fuera el templo de Antoni Gaudí, la densidad cotidiana es de 134.000 almas por kilómetro cuadrado. Con esos 15,5 millones de euros, el Ayuntamiento de Barcelona prevé llevar a cabo un total de 37 medidas que, por si solas, ya son una perfecta radiografía de los males que aquejan a esa zona de la ciudad.
La Sagrada Família es, para el equipo de gobierno de Jaume Collboni, una EGA. Son unas siglas. Espacios de Gran Afluencia. O sea, lugares en los que, por su tirón turístico o porque son atractivos para los propios barceloneses, parece incuestionable que merecen un cuidado especial para que no sean invivibles para sus vecinos. La EGA del templo de Antoni Gaudí forma parte del podio de esa lista de 15 espacios que han merecido esa denominación, entre otras razones porque es un milhojas de problemas que nunca deja de sorprender. ¿Un ejemplo? Entre las medidas previstas las hay que cualquiera con unas mínimas dotes de observación podría deducir. Erradicar la venta ambulante, mejorar la vigilancia, poner fin a la barra libre que aún se toman algunos conductores de autocares turísticos… Pero las hay que revelan que todo es siempre susceptible de empeorar: entre las 37 medidas hay un en concreto destinada a atajar el vuelo de drones en el espacio aéreo de la Sagrada Família, al que parece que se han aficionado algunos visitantes.

Uno de los productos de indescifrable propósito a la venta en las tiendas de suvenirs de la Sagrada Família. / A. de San Juan
Para llegar a esas conclusiones y medidas, el Ayuntamiento de Barcelona ha realizado un exhaustivo trabajo de campo previo realmente encomiable. Se ha radiografiado la zona como pocas veces antes se ha hecho desde la Administración. Eso ha proporcionado no pocas sorpresas. ¿Una? Solo en el barrio de la Sagrada Família se concentran el 7,4% de todos los comercios para turistas de las ciudad. Y eso, claro, es a costa de una pauperización de las tiendas de barrio.
Otro dato, este sobradamente conocido, es que la basílica es, con distancia, el destino que más entradas vende en esta ciudad, 4,7 millones cada año, tres veces más, por ejemplo, que el Museu del FC Barcelona. Solo el Park Güell es capaz de seguirle el ritmo a la Sagrada Família, aunque con ‘solo’ 3,1 millones de entradas vendidas al año. Hay, no obstante, un pero muy importante en ese ránking. Según cálculos municipales, solo uno de cada cinco turistas que se acercan a la Sagrada Família lo hacen con una entrasa. El resto, una barbaridad, pues, se limitan a contemplarla desde fuera durante 10 o 20 minutos de media.
Las 37 medidas pretenden, en definitiva, poner algo de orden en ese sindiós que inevitablemente se desencadena. El carril bici de Marina, entre Mallorca y Provença, tiene los días contados. El de Provença será objeto de reajustes. La zona de juego infantil de la plaza de Gaudí será objeto de una microcirugía urbanística si se pretende que sobreviva. La venta ambulante, la mendicidad y los músicos de calle será objeto, dicen, de una más eficaz persecución que hasta ahora. La avenida de Gaudí, en especial su mobiliario, será reordenado. Los accesos al metro, a ratos, un embudo impracticable si se tiene algo de prisa, serán ampliados y no se descarta incluso que ganen alguna boca. La telaraña de cables que aún sobrevuelan las calles será soterrada. Los apartamentos turísticos ilegales (aunque este es el menor de los problemas del barrio) serán una prioridad de los servicios de inspección del PEUAT. La parada de taxis será Mallorca con Sardenya será reordenada… Y así, hasta 37.

La calle de Sardenya, un embudo del Eixample. / Ferran Nadeu
La conclusiones de esta EGA, presentadas en el transcurso de un consejo plenario del distrito del Eixample, merecen ser leídas con calma. En una zona, lo dicho, con una densidad media de 134.000 personas por kilómetro cuadrado, no hay papelera convencional que resista ese trajín, así que está previsto instalarlas no solo de gran capacidad, sino también de autocompactación. La solución retrata perfectamente el problema.
Con todo, hay un mínimo denominador común en la práctica totalidad de las medidas. Prácticamente ninguna prevé reducir la capacidad de carga de esa EGA. Solo hay una que, a su manera, lo pretende. Se reducirá la frecuencia de paso de los buses turísticos. Algo es algo.
La presentación de este ambicioso proyecto troncal ha coincidido en el mismo día en que la Sagrada Família ha anunciado que la estructura de su torre central, la dedica a Jesús, ha cubierto aguas. El templo mide ahora 142,5 metros de altura, y serán 172,5 a finales de 2025, cuando en la cima de esa torre se instale una gaudiniana cruz de seis brazos. Dicho de otro modo, el plan de choque municipal esta concebido para amortiguar el volumen de visitas que sufre el barrio para ver un edificio en obras. El día que se anuncie ‘urbi et orbi’ su finalización, el aluvión de visitantes es inimaginable.
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