Radiografía de un 'país' de 274.000 habitantes
La esperanza de vida femenina alcanza los 87,5 años en el Eixample pese a un verde testimonial y una contaminación inquietante
El distrito más poblado de Barcelona tiene más perros que niños de preescolar y alberga casi un tercio de las sociedades mercantiles del término municipal
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Una pareja de jubilados en el Passeig de Sant Joan . / FERRAN NADEU


Carles Cols
Carles ColsPeriodista
Si el Eixample fuera un país, las cifras que lo definen quizá las estudiarían, sorprendidos como poco, los demógrafos, los ecólogos y los economistas. Aún están a tiempo. Se presentó y debatió la semana pasada en el pleno del distrito una suerte de ‘informe sobre el estado de la nación’, o sea, un retrato multifocal del Eixample, y salieron a relucir datos que podrían parecer, de entada, incompatibles y contradictorios. Con unos índices de verde per cápita ridículos, de solo 2,01 metros cuadrados por persona (hay balcones particulares con más plantas en tiestos) y unos índices de dióxido de nitrógeno que superan de forma bárbara las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, en breve, los que revisará a la baja la Unión Europea, la esperanza de vida de las mujeres al nacer, pese a la guadaña del covid, es de 87,5 años, equivalente a la del país referencial en esta materia, Japón. Parece imposible y, en cambio, así es.
El informe ofrecía, desde el punto de vista demográfico, muchas otras aproximaciones que luego merecerá la pena pormenorizar, pero antes no está de más retratarlo como si fuera un ‘país’. Sus índices de desempleo se sitúan prácticamente dentro de los márgenes del paro técnico (en la Esquerra de l'Eixample, por ejemplo, está sin trabajo solo un 4,1% de la población activa), aunque para contextualizar ese dato conviene no perder de vista que formar parte del padrón de este distrito no es fácil, se exigen unos posibles muy exigentes, sobre todo desde el punto de vista inmobiliario, con el segundo metro cuadrado de compraventa más caro de la ciudad, a 4.752 euros, apenas 250 menos que en Sarrià-Sant Gervasi.
Son muchas las fuerzas que empujan en esa dirección. Es el distrito con más apartamentos turísticos de la ciudad, 4.467, casi la mitad de los de toda Barcelona, y con un parque de 38.771 pisos en los que vive una sola persona, en gran parte, muchas de esas mujeres que elevan la esperanza de vida a niveles nipones. La esperanza de vida es muy alta, es cierto, pero la esperanza de vivir en el Eixample, en cambio, es muy baja. Nacer en este distrito no garantiza un hogar de por vida aquí. Más bien, lo contrario.
De hecho, incluso nacer en el Eixample es cada vez más una singularidad. La población de cero a cuatro años de edad es preocupantemente baja, de solo 8.083 niños y niñas. Es una comparación de la que se podrá decir que es extraña, pero lo cierto es que hay más mascotas censadas (12.093) que críos en edad preescolar. La foto que encabeza este resumen periodístico del informe, conocidos estos datos, está bien elegida por simbólica.
El saldo vegetativo del Eixample, como el de Barcelona en su conjunto, es negativo desde 1985, que se dice pronto. ¡El número de fallecimientos supera al de partos desde hace 39 años! Si de una manera icónica se puede representar esa tendencia es con el friso escultórico que preside la fachada del número 475 de la Gran Via. Una figura femenina, como una suerte de diosa Barcelona, da el biberón a los bebés que le acercan los vecinos de la ciudad. Aquello era la antigua Casa de la Lactancia, un hogar para niños desamparados que hasta 1980 funcionó también como gran sala de partos de la ciudad. Hoy es una residencia geriátrica.
La población total del Eixample no mengua por el mismo motivo que no lo hace la del resto de Barcelona, por la inmigración. Son 274.636 personas las empadronadas en la trama de Cerdà, y un 28,9% lo son de nacionalidad extranjera, un porcentaje superior al de toda la ciudad (25,4%). Habrá de todo, por supuesto, pero buena parte de esos ‘eixamplins’ con pasaportes de otros países del mundo eligen este distrito para vivir a pesar del precio de la vivienda, de la contaminación, de la falta de verde y de que los pronósticos climáticos no son halagüeños. La temperatura media anual, en 2022 y 2023, fue 1,3 grados superior a la media del anterior registro más cálido, y la lluvia acumulada anual casi un 30% inferior a lo que era común en Barcelona. Es, además, un hormiguero, pues a su ya de por sí alta densidad de población se suma el hecho de que por sus bocas de metro entran y salen cada día unas 400.000 personas. ¿Por qué, pues, elegir el Eixample como destino habiendo otros, unas calles más allá, con mejores referencias?

La antigua Casa de la Maternitat, hoy sintomáticamente una residencia geriátrica. / JULIO CARBÓ
En el informe sobre el estado el Eixample que leyó el concejal Jordi Valls pasó algo inadvertido un detalle interesante. Era un análisis de ‘fDi Intelligence’, una revista dirigida al público potencial de los negocios vinculada al grupo Financial Times. En opinión de los responsables de esa publicación y tras analizar 64 ciudades europeas, Barcelona despuntaba por su estrategia de promoción y captación de inversiones, que se situaba por delante de la de capitales como Londres, Berlín y Dublín. En ese contexto, el Eixample resulta ser el verdadero aeropuerto de aterrizaje empresarial de la ciudad, pues atesora el 30,4% de todas las sociedades mercantiles del término municipal, un porcentaje que parece incluso al alza. En 2023, de las 8.308 nuevas sociedades constituidas, 2.806 tenían su dirección en el Eixample.
En otras latitudes y longitudes, este tipo de zonas urbanas altamente capacitadas para captar tejido empresarial se las conoce como la City, Downtown, el distrito financiero. Pero raramente suele ser un espacio en el que, por decirlo de algún modo, convivan corbatas y mujeres ancianas. En el caso del Eixample, por ser más precisos, 205 de ellas de más de 100 años de edad. Como país, el Eixample sería uno realmente muy raro.
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