Una obra de 1968
La Escola Industrial restaurará su mural de Olivé Milian, artista mil veces maltratado
Expedición a la centenaria, desconocida y más lisérgica capilla del Eixample

Armand Olivé, de espaldas al mural, que no había visitado desde 1968. / FERRAN NADEU


Carles Cols
Carles ColsPeriodista
En lo que será casi una operación de trasplante quirúrgico, la Escola Industrial de Barcelona está a punto de cartografiar primero con alta precisión el mural cerámico de Armand Olivé Milian que decora uno de sus edificios, lo desmontará con exquisito cuidado después, restaurará las partes que merezcan algún tipo de tratamiento y, en una fecha aún incierta, quizá en 2030, lo recolocará en otra estancia. Dentro de colosal proyecto de actualización de los distintos pabellones de la Escola Industrial que lleva a cabo la Diputación de Barcelona, que convertirá ese recinto en una suerte de nueva ‘superilla’, la conservación de esta pieza mural podría parecer un detalle nimio, pero se trata de una obra de Olivé, un artista del mosaico autor de innumerables obras en la ciudad, algunas de las cuales fueron insensatamente destruidas con martillo y cincel en obras de reforma en otros lugares. Atesora la Escola Industrial varias joyas poco elogiadas, como unas bóvedas de Rafael Guastavino y una insólita capilla de Joan Rubió Bellver. El mural forma parte, sin duda, de ese patrimonio y el propio autor, a sus 81 años, no se ha querido perderse el inicio del plan para rescatar su obra.
Merece la pena retroceder a 2021, primero, para poner en contexto, por simple técnica del contraste, la decisión de la Diputación de Barcelona de dedicar un pellizco de sus presupuestos a estos trabajos. Sucedió hace tres años en la Verneda, uno de tantos barrios de la ciudad donde Olivé dejó su sello. Vecinos de la Rambla Prim fueron a la carrera a los contenedores de escombros cuando descubrieron que un mosaico de este autor había sido arrancado de cualquier manera y tirado como material inservible. Demostraron aquellos barceloneses tener un mejor paladar por el patrimonio colectivo que quien ordenó esa demolición. Lo mismo podría decirse de tantas fincas y entidades financieras que un día tuvieron un mural mosaico y que, sin más, decidieron eliminarlo para colocar un cajero automático o, en el mejor de lo casos, esconderlo tras una falsa pared.

Los semisótanos de 'volta catalana' que levantó Guastavino antes de dejar España. / FERRAN NADEU
En el número 79 de la calle de la Diputació, otro ejemplo, apareció por sorpresa una de esos trabajos de Olivé, que no siempre firmaba sus obras, porque tratándose de mosaicos era un plus de labor de artesanía que creyó que no merecía la pena. Le llovían los encargos y, como dice él, su ego lo arrojó un día al fondo de un poco. Y eso que incluso en la Sagrada Família hay algunos de sus trabajos, aunque prácticamente invisibles. Antes de que Josep Maria Subirachs aceptara hacerse cargo de la Fachada de Pasión, Olivé había elaborados unos mosaicos en esa parte del templo, pero al escultor le pareció que con su colorido desvirtuaban el tono sobrio y triste que pretendía darle a ese episodio de la vida de Jesús, así que se los tapó. Lo contó en una ocasión el propio Olivé Milian en una entrevista. Lo ha reafirmado de nuevo ahora que se ha reencontrado con su mural mosaico de la Escola Industrial. “No lo había vuelto a ver desde 1968”, ha exclamado, entre sorprendido y risueño. Cree que esa es la fecha en que lo terminó. Tenía apenas 26 años y, recién acabada la mili, ya la encargaban piezas nobles como esa, de ocho por ocho metros.
“No se conserva nada mal”, ha añadido. Es verdad. Se hace extraño, eso sí, que tuvo que sortear en su día una columna al instalar su obras. El propósito de la Diputación de Barcelona, que en el conjunto de la renovación de la Escola Industrial invierte unos 120 millones de euros, es regalar a este mural un paño noble de pared cuando terminen las obras y, entonces, juntar las dos partes del mosaico. Será necesario, avisa Olivé, pintar con tacto el empalme y ser honestos, que se sepa que originalmente no era así.
A Olivé le ha acompañado en su visita el alcalde de L’Hospitalet y diputado provincial por Barcelona David Quirós. Ha sido una oportunidad para que ambos recordaran hasta qué punto ese tipo de trabajos murales caracterizaron los paisajes urbanos de Catalunya. Por hacer, Olivé fue incluso el autor de los mosaicos de decenas de piscinas. Pero para Quirós ha sido una ocasión para reivindicar, si es que es necesario, que la Diputación de Barcelona tiene en marcha una operación que, cuando esté terminada, sorprenderá a la ciudad, porque será una suerte de sobrevenida ‘superilla’ que invitará a prolongar el eje verde de Borrell justo hasta sus puertas.
Será un centro de formación e investigación, con 800 puesto de trabajo vinculados a esa segunda cuestión, con espacios concebidos para la captación de talento, pero todo ello, además cruzado por dos bulevares peatonales y ajardinados abiertos al resto de la ciudad.

El nuevo mobiliario de 'superilla' , con sus autores, el arquitecto, el profesor y dos alumnos. / FERRAN NADEU
La transformación está en curso y, en parte no avanza a mayor velocidad porque está en parte supeditada a la obras de Ferrocarrils, cuyo túnel pasará por debajo de la calle de Urgell. Sin embargo, los trabajos están calendarizados. El sótano de lo que fue en su día la Escola Industrial, es decir, una fábrica de tejidos, es ya un espacio diáfano que permite ver a la perfección lo que hizo allí Guastavino, una nave de decenas de ‘voltes catalanes’. Pero la última novedad ha sido otra y ha coincidido precisamente con el reencuentro de Olivé con su mural. Los alumnos de la Escola del Treball, en la esquina noreste del recinto, han inaugurado de forma oficial los bancos y mesas que ellos mismos han confeccionado durante el curso y que han sido instalados en el jardín situado delante de la escuela. No desentonan en absoluto con el mobiliario urbano que se ha elegido para los ejes verdes del Eixample. Son bancos, mesas y estructuras de dos niveles en los que socializar, con una ventaja sobre sus primos hermanos de Girona, Consell de Cent, Borrell y Rocafort. Aquí no hay coches que golpeen y dañen ese mobiliario. Si la Escola Industrial será una nueva ‘superilla’, nace con ese ventaja.
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