Una fructífera subasta

El MNAC compra 'La penya del Colón', una obra que rememora el ascenso y caída del antiguo hotel Colón de Barcelona

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La caída de Barcelona como no gusta ser recordada

'La penya del Colón', de Xavier Nogués, un fiel retrato de las francachelas de pintores que organizaba Lluís Plandiura.

'La penya del Colón', de Xavier Nogués, un fiel retrato de las francachelas de pintores que organizaba Lluís Plandiura. / Bonanova Subastas

Carles Cols

Carles Cols

Barcelona
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Acaba de adquirir el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) una obra de pequeñas dimensiones, un óleo sobre tela de apenas 35 por 47 centímetros, pero gigante en cuanto a historias que de ella se pueden contar. Es el trabajado boceto, con un tono caricaturesco estupendo, del mural que decoró una de las paredes más nobles del Hotel Colón, o sea, del número 1 del paseo de Gràcia, hoy simplemente la tienda de la Apple, pero entre finales del siglo XIX y el primer tercio del XX un crucial centro de gravedad de la vida política artística e intelectual de la ciudad.

El cuadro, subastado en la sala Bonanova la semana pasada, es una obra de Francesc Xavier Nogués, un ‘noucentista’ tan bien dotado para el manejo de los pinceles como del sentido del humor, en la que rendía homenaje a la llamada ‘Penya del Colón’, esa pandilla de artistas que, apadrinados por el empresario, coleccionista y mecenas Lluís Plandiura, solían celebrar unas cuchipandas de aúpa alrededor de una mesa de ese hotel de novelescas historia. Aquel establecimiento fue demolido en los años 40, pero el mural fue destruido antes, durante la Guerra Civil. Algunos dicen que ametrallado por los mismos militantes socialistas que colgaron de la fachada del edificio los imponentes retratos de Lenin y Stalin. Si no lo ametrallaron, que parece una exageración, si que queda claro que lo destruyeron.

El Hotel Colón, colectivizado durante la Guerra Civil.

El Hotel Colón, colectivizado durante la Guerra Civil. / ANTONI CAMPAÑÀ

‘La penya de Colón’ rememora un sinfín de historias. Por una parte, el cuadro subraya cuán importante llegó a ser aquel hotel, y eso que trayectoria fue corta, medio siglo apenas. En sus inicios como cafetería de lujo era habitual en sus mesas la presencia de Santiago Ramón y Cajal y Lluís Domèmech i Montaner. Cuando evolucionó a hotel, aquella dirección postal pasó a ser un milhojas de tertulias, unas en la terraza, otras en el café, algunas más en la barra americana, otras en la ‘brasserie’… Foix, Dalí, Lorca, Narcís Oller, Eduard Toda, Jose Maria de Sagarra… La lista de habituales o accidentales era muy, muy, muy larga. El caso es que cuando Plandiura, el mayor coleccionista de arte de Barcelona durante el primer tercio del siglo XX, pasó a ser dueño del Colón, decidió organizar cada sábado una tertulia a la que los más prudentes llamaban ‘la de los artistas’, pero que la prensa satírica prefería conocer como ‘La voz de su amo’, porque ninguno de sus miembros, por razones obvias, se atrevía a llevarle la contraria a aquel mecenas.

Fue en verano de 1933 cuando Xavier Nogués pintó el boceto que ahora acaba de adquirir por 25.000 euros el MNAC. Aunque formalmente es solo un apunte delo que después sería el mural, llamarlo boceto no le hace justicia. Es mucho más que eso y es precioso. Alrededor de la mesa se sientan los artistas por los que Plandiura (en el centro, en primer plano y de espalda) tenia debilidad, además de algún otro coleccionista de arte.

'La penya del Colón', de Xavier Nogués, un fiel retrato de las francachelas de pintores que organizaba Lluís Plandiura.

Bonanova Subastas

A su derecha está el propio Nogués, con quien conversa, y luego, en el sentido inverso de las agujas del reloj, se distingue a la perfección a Josep Maria Xiró, Oleguer Junyent, Joaquim Borralleras, Pere Ynglada, Domingo Carles, Josep Dunyac, Francesc Labarta, Enric Porta, Isidre Riera, Jaume Mercadé, Enric Casanovas, Miquel Utrillo, Manuel Humbert, Alexandre de Cabanyes, Joan Llongueres y, de pie, Blai, un camarero archiconocido del hotel, pues en aquella Barcelona los que estaban detrás de la barra eran tan célebres como lo son hoy los cocineros. Solo a modo de detalle, famoso era barman del Colón por sus cócteles, Irven de Monico, un húngaro al que todos simplemente llamaban Jack.

'Lluis Plandiura', un retrato inacabado de Ricard Canals

'Lluis Plandiura', un retrato inacabado de Ricard Canals / Bonanova Subastas

Antes de ir a un detalle muy triste de este cuadro, conviene subrayar el motivo por el cual el jefe de colecciones del MNAC, Eduard Vallès, está exultante con la adquisición. El museo no solo atesora gran parte de la colección que en su día fue de Plandiura, sino que, además, tiene en sus fondos obra de prácticamente todos esos pintores de la mesa. Es como cerrar un círculo, como conseguir una valiosa pieza de un puzle incompleto, y más aún si se tiene en cuenta que en la misma jornada de subasta en la que adquirió este ‘nogués’, pujó el museo también por otra obra emparentada con ‘La penya del Colón’, un retrato (este sí de grandes dimensiones, 120 centímetros por un metro) en el que aparece el propio Plandiura. Es un cuadro que dejó inacabado Ricard Canals cuando en 1931 le sobrevino la muerte. Por eso, en el boceto de la tertulia de Nogués, a la izquierda de Plandiura, hay una silla vacía. Precioso y a la par triste homenaje.

El estudio de Canals, en 1931, recién fallecido el pintor.

El estudio de Canals, en 1931, recién fallecido el pintor. / Bonanova Subastas

En 1931, muerto Canals, alguien fotografió el estudio del artista. A la izquierda aparece un encargo de Alfonso XIII, el propio rey vestido de gala. A su lado, un retrato de Victoria González. Enfrente, el ensayo de un mural que actualmente decora un techo del Ayuntamiento de Barcelona. Es al fondo, contratado por la luz de las ventanas, está el retrato de Plandiura aun sin terminar, pero Canals lo tenía suficientemente acabado como para que en él posara el mecenas rodeado de algunos de los tesoros de su colección particular, piezas del románico que hoy en día, cómo no, exhibe el MNAC.

El número 1 del paseo de Gràcia es hoy, lo dicho, solo la tienda de una gran marca sin raíces en la ciudad, pero aquella esquina es un yacimiento arqueológico de historias, como la de la ‘Penya del Colón’, que no deberían caer jamás en el olvido. Allí cimentó el general Sanjurjo el sobrenombre con el que terminó por ser conocido en la ciudad, General Sanjuerga. Allí se fabricó la leyenda de que Marina Ginestà era una miliciana literal y falsamente de armas tomar. Allí se alojaron, con más discreción de la que cabría suponer, los herederos al trono de Dinamarca, Prusia y Japón. Allí planeó el franquismo uno de los planes más disparatados y más desconocidos de la historia de Barcelona por si los aliados invadían España durante la Segunda Guerra Mundial. De esa en concreto y otras muchas otras aventuras del paseo de Gràcia 1 versará el próximo viernes la ‘newsletter’ del Eixample.