Cultura milenaria
Los juegos de mesa echan raíces en ese Monopoly llamado Eixample
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Oriol Comas, profeta mayor de los juegos de mesa, que acaba de publicar un libro al respecto, cargado con varios de sus preferidos. / Manu Mitru


Carles Cols
Carles ColsPeriodista
Comienza 2024, fecha en que la Inteligencia Artificial (IA), eso dicen, empequeñecerá la hazaña que hace siete años logró AlphaGo. En marzo de 2016, un programa de computación neuronal ejecutado por un equipo de informáticos que en realidad sumaban todos juntos nociones muy elementales de lo que es el Go, juego de mesa milenario que, a diferencia del ajedrez, se consideraba fuera del alcance de los ordenadores, derrotó de forma inapelable al mayor maestro de esta disciplina. Cuatro a uno. Ese fue el resultado tras varios días de competición. La estupefacción superó con creces a la que causó la primera derrota de Kasparov contra Deep Blue. Llega pues la IA para amenazar lo que tal vez sea una de las más antigua forma de cultura de la Humanidad, parece que incluso anterior a la escritura, así que, tal y como propone Oriol Comas, uno de los más notables expertos internacionales en esta materia y autor de un muy recomendable título recién llegado a las librerías, lo mejor es sentarse alrededor de una mesa, de espaldas a cualquier tipo de computadora o consola, y jugar como lo hacemos desde hace más de 4.600 años.
Llega la IA, de acuerdo, pero subraya Comas que el Eixample, con ese estupendo aspecto de tablero, con su media docena de fenomenales tiendas dedicadas a esta forma de cultura (por cierto, gravada aún con un IVA del 21%), está sobradamente preparado para el desafío.

Oriol Comas, entre varios de sus juegos recomendados. / Manu Mitru
Barcelona no es Essen, Nuremberg o Cannes, tres ciudades europeas que organizan festivales de juegos de mesa que cuentan sus visitantes en cientos de miles, pero desde 2012, por un empeño personal de Comas, cuenta con el DAU, una cita anual por la que en la última edición han pasado ya unas 35.000 personas, que no está nada mal. Él ya tenía un buen currículum en esta materia antes de aquel primer DAU (de hecho, le ha dedicado toda su vida, lo que le permite poseer una biblioteca envidiable), pues en 2004 fue el encargado de coordinar lo que tal vez fue lo único salvable del Fòrum de les Culturas, una carpa dedicada a juegos del mundo, la primera ocasión en la que los barceloneses, por ejemplo, veían preciosos Bagh Chal de Nepal, réplicas del mismísimo Senet al que jugaban lo faraones y fichas y mesas del Tablut, el entretenimiento de los vikingos a bordo de sus ‘drakkar’ antes de los saqueos y las violaciones.

Difíciles elecciones, en los pasillos de Kaburi. / Jordi Otix
“Gran parte del mérito de aquel primer DAU –así lo recuerda Comas-- le corresponde a quien entonces era el concejal de Cultura, Jaume Ciurana. Le asalté. Era un mes de septiembre. Me dijo que solo podía darme 10 minutos, el tiempo de un viaje en coche. Me subí en el vehículo y al bajar ya tenía su sí. En diciembre, solo dos meses después, Barcelona celebraba su primer festival de juegos de mesa”. Pero nada de eso habría sido posible, dice, si no hubiera habido previamente en la ciudad una interesante y muy sólida red de tiendas para las que el calificativo de especializadas siempre se les quedará corto. Menudos dependientes.

Oriol Comas muestra a Jordi Ciprés, asesor lúdico de Jugar X Jugar, su última novedad editorial. / Manu Mitru
Para conversar sobre su último libro, ‘Un món de jocs’, Comas acepta que la cita sea en Jugar x Jugar, toda una institución que acaba de cumplir 16 años en el 39 de la avenida de Gaudí. Sus responsables, Jordi Ciprés y Alfred Garcia, se presentan en la web de la tienda como asesores lúdicos, definición que de nuevo se queda corta vista la inversión en tiempo que siempre están dispuestos a mostrar con cada cliente. Es un buen lugar, desde luego, para conocer de primera mano el viaje en el tiempo que propone Comas en esta novedad editorial, que tiene su primera etapa en el Juego de Ur, del que el British Museum exhibe un magnífico ejemplar 2.600 años anterior a la era cristiana (más anciano, por lo tanto, que el Poema de Gigalmesh) y que formalmente termina con el Monopoly, un juego que, lo que son las cosas, nació originalmente en 1904 como una manera lúdica de denunciar la especulación y los rentitas que abusaban de sus inquilinos pagaran con impuestos su descaro. Luego, aquel relato se torció y el Monopoly es hoy, por supuesto, algo muy distinto, más incluso de lo que a simple vista parece.

Días de gran actividad en tiendas como Gameria, dedica a un sector del ocio y la cultura que este 2023 ha crecido un 7%. / Jordi Otix
Lo más curioso del Monopoly –observa Comas-- es que tras unas pocas vueltas al tablero muy pronto queda claro quién será el ganador y, a diferencia del ajedrez u otros juegos, este no acepta deportivamente la victoria, no quiere que los derrotados se rindan, quiere continuar, quiere que sus contrincantes caigan y caigan en sus casillas repletas de casas y hoteles y que paguen y paguen. Efectivamente, y antes de que ustedes mismos lo digan, parece el Eixample.
El inmobiliariamente más feroz distrito de la ciudad (además de 12 calles dedicadas en el tablero del Monopoly de Barcelona) tiene (esto era casi inevitable a poco que se conozca su historia) como mínimo dos juegos dedicados, uno muy reciente, de este mismo año, una creación de Dani Garcia, que consiste en ponerse en la piel de las familias que edificaron la ciudad de Ildefons Cerdà en pleno auge del modernismo, y otro que salió al mercado, sin suficiente fortuna, en 2016, en aquel caso con el mérito de que hasta tenían un papel destacado los anarquistas que a golpe de bombas Orsini también modelaron el nacimiento del Eixample.

Una pareja camina entre ejemplares de Catán y de Barcelona, novedad de este año, en Gameria, Ausiàs March, 52. / Jordi Otix
Cada se publican decenas de nuevos títulos, así que no es extraño que Barcelona, una cierta potencia mundial por su festival, tiendas y notables especialistas, tenga los suyos dedicados. Todos los creadores, de hecho, desean con fervor acertar con la combinación perfecta de reglas y argumento. Las posibilidades son muchas. El propio libro de Comas es un retrato de cuántas distintas fórmulas de éxito existen, pero la cuestión es que no se agotan. Algunos de los más populares juegos de mesa de este primer tercio del siglo XXI son en realidad de muy reciente invención, Catán, de 1995, y Carcassonne, de 2020.

El rincón de Catán y Carcassonne, en Kaburi, paseo de Sant Joan, 11. / Jordi Otix
Ninguno de ambos (sobre todo, del primero, del que se organizan multitudinarios torneos en todo el mundo) falta en esa antes citada media docena de tiendas de juegos de mesa que salpican ese tablero llamado Eixample. Jugar X Jugar es una de ellas, toda una rareza, según se mire, porque está en justo en mitad de una avenida de incesante turistificación. Podría decirse que es comercio de proximidad, pero sería mentir, porque a ella van aficionados desde muy lejos.
Compite (en el clima de camaradería propio de este sector) con esa colmena de tiendas que caracterizan al llamado (de buen rollo) ‘triángulo friqui’ de la parte baja de la Dreta de l’Eixample, a la sombra matinal del Arc del Triomf, entre otras, Kaburi, Gameria, Goblintrader y, por supuesto, Gigamesh, que aunque su fama le viene de entrada por sus estanterías de literatura fantástica (“vicio y subcultura”, dicen ellos) tiene todo un pasillo dedicado a este tipo de entretenimiento que realmente impresiona.

Gigamesh: vicio, subcultura y juegos de mesa, en Bailèn, 8. / Jordi Otix
La coexistencia en apenas un par de manzanas no les perjudica. Justo lo contrario. Las ventas de juegos de mesa crecieron en 2023 un 7% en España. El pastel se reparte entre muchos, cierto, pero el pastel es cada año más grande. Por eso a muchos aficionados a los juegos de mesa les ha dolido que este 2023 haya sido también el final de partida de Central de Jocs, del 87 de la calle de Provença, porque acumulaba ya muchos trienios de oficio en la ciudad, nada menos que desde 1989.

Juegos de mesa para todas las edades, aunque de momento, no para todas las razas. / Jordi Otix
(Si desean conocer más sobre el enciclopédico saber de Oriol Comas, sobre quién y cómo descifró las reglas del Juego de Ur y, ya puestos, qué antiguo exorcismo mesopotámico podría ser hoy útil para que Barcelona deje de ser un Monopoly de casas y hoteles de verdadero ladrillo, y nosotros, encarnaciones de las fichas, pueden apuntarse a las ‘newsletters’ del Eixample, pues en la próxima se responderá a esas preguntas, sobre todo, a la última de ellas).