Hasta el 21 de julio

La Universitat de Barcelona desempolva 150 años de su historia en fotos

La UB expone 193 imágenes que retratan la vida política, académica, trágica y costumbrista de su edificio histórico

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barcelona/150-anys-de-ledifici-histric_52676862893_o.jpg / Fondo Hermenter Serra de Budallés

Carles Cols

Carles Cols

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Con motivo de su aniversario (150 años en el 585 de la Gran Via, aunque sus orígenes se remontan al siglo XV), la anciana Universitat de Barcelona acaba de sacar del armario su álbum de fotos, pero no las que conoce toda la familia, mil veces vistas, sino el álbum que por lo que sea, por pudor, olvido, pereza o prudencia, apenas nadie había visto hasta ahora porque apenas nunca habían sido mostradas Son en total 193 fotografías, algunas propias, otras cedidas por terceros tras una llamamiento público, cuyo único mínimo denominador común es que retratan 193 momentos distintos acontecidos en la sede histórica de esta universidad, de modo que ahí están, codo con codo, lo cual hasta tiene su gracia, el dictador Franco en la visita que realizó en 1947 y las multitudinarias jornadas de la mujer celebradas en 1976, en que a punto se estuvo de que se improvisaran autoexploraciones vaginales en el mismísimo paraninfo del edificio, y poca broma porque eran más de 4.000 las mujeres allí reunidas. Al final la propuesta salió adelante, pero en los lavabos y en los pasillos, que no es poco.

Franco, en la UB, en 1949

Carlos Pérez de Rozas

Esto y mucho más ha pasado entre las muros o a las puertas de ese edificio algo medieval que concibió Elies Rogent a mediados del siglo XIX. Una de las fotografías es precisamente la de la propia universidad en obras, aún sin su torre del reloj y con la fachada de la nave central pendiente de cubrir aguas. Esa fotografía, por ejemplo, tiene un triple valor. El primero es por su autoría, porque es un trabajo de los estudios Napoleón, más que una institución en esta ciudad. El segundo es por lo que enseña, que tras la caída de las murallas ya se proyectaba la nueva ciudad con ambición, a lo grande, aunque a los estudiantes y profesores aquello les parecía entonces el extrarradio de Barcelona. Y, tercero, porque muestra la obra cumbre de Rogent a medio edificar, un arquitecto del que nunca está de más subrayar lo visionario que fue el día que le entregó a Antoni Gaudí el título académico para que pudiera comenzar a trabajar: “Le hemos dado el título a un genio o a un loco; el tiempo lo dirá”.

El edificio, aún obras, a mediados del siglo XIX.

El edificio, aún obras, a mediados del siglo XIX. / Estudio Napoleón

La exposición es minúscula al lado de las dimensiones del propio edificio. Son una batería de expositores repartidos entre el vestíbulo, el jardín y los pasillos de acceso a la biblioteca y el paraninfo. Las fotografías de cada zona coinciden más o menos con el lugar en el que se muestran y cada una de ellas, a su manera, merecería una crónica.

El astrónomo Eduard Fontseré demuestra el efecto de rotación de la Tierra con un péndulo de Foucault en 1911, en el paraninfo de la universidad.

El astrónomo Eduard Fontseré demuestra el efecto de rotación de la Tierra con un péndulo de Foucault en 1911, en el paraninfo de la universidad. / Frederic Ballell Maymí

Las hay que son retratos de un breve instante y ese es precisamente su valor. Ese calificativo se lo merece, sin duda, una imagen cedida por la familia Bastardes. El 2 de marzo de 1974, alguien, por supuesto encompinchado con Albert Pérez Bastardes, el fotógrafo, colgó una pancarta en el corazón de la universidad. “Han asesinado a Puig Antich. Fascistas asesinos”. Había que tener coraje entonces para anudar aquella pancarta a las barandillas del primer piso. Al parecer, solo permaneció allí unos segundos, pero fueron suficientes como para tomar la foto. En ocasiones se afirma que la pintura roja que mancha la fachada de la Escuela Tècnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), en la Diagonal, es la respuesta que los estudiantes dieron a aquella bárbara condena de muerte, pero parece que tiene más de leyenda que de verdad. La foto que se exhibe en la UB es real, breve, pero auténtica.

Pancarta en protesta por el cumplimiento de la pena de muerte de Salvador Puig Antich.

Pancarta en protesta por el cumplimiento de la pena de muerte de Salvador Puig Antich. / Albert Pérez Bastardes

Luego las hay que causan vergüenza, por supuesto a la de los parabienes a Franco en su visita, una fotografía de Carlos Pérez de Rozas que por su puesta en escena comunica a la perfección lo que se pretendía, con ese par de cientos de personas de la escalinata que parecen dispuestas a seguir los pasos del dictador sea cual sea el destino. Es de 1947, pero no es ni siquiera la sima de lo acontecido en aquella década y en aquel lugar. En 1941, con la Segunda Guerra Mundial todavía decantada militarmente a favor de las fuerzas nazis (no sería hasta 1942 que se estrellarían contra el Ejército rojo en Stalingrado), la UB albergó la Exposición del Libro Alemán, una fiesta en principio literaria, pero en la que la ‘joya` que ocupaba un lugar preminente en el paraninfo era un ejemplar de ‘Mein kampf’, el ideario escrito por Adolf Hitler en la prisión de Landsberg.

El paraninfo de la UB, con motivo de la Exposición del Libro Alemán, en 1941.

El paraninfo de la UB, con motivo de la Exposición del Libro Alemán, en 1941. / Colección Merletti

Preciosa postal es la nevada de 1962. Terribles fueron los daños de los bombardeos de 1938. Sin que haya que buscarle dobles lecturas, hace sonreír la foto de un rebaño de cabras y ovejas junto a la puerta principal de la universidad en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

Es bonita la que muestra a Joan Miró a punto de recibir el birrete de ‘honoris causa’ en octubre de 1979, justo 61 años después de que su primera exposición de obras organizada en Barcelona fuera recibida con rechifla por parte de la crítica local. Hay, por supuesto, imágenes de protestas estudiantiles de diferentes épocas, por ejemplo de las de 2009, que consistieron en un prolongado encierro para expresar el rechazo al llamado plan Bolonia y al que los Mossos d’Esquadra pusieron fin con una borrachera de golpes de porra que a lo mejor han caído en el olvido.

Joan Miró recibe el birrete de 'honoris causa' de mano del rector Josep M. Badia Margarit.

Joan Miró recibe el birrete de 'honoris causa' de mano del rector Josep M. Badia Margarit. / Autor desconocido

Lo dicho, de cada foto se podría escribir una crónica. Como de esa que muestra sonriente a Victoria de los Ángeles en compañía de su padre, Bernardo López Gámez, que como era bedel del edificio vivía en el mismo recinto de la universidad, así que su hija, célebre soprano después, nació y creció en aquel lugar, un ciclo que tuvo su cénit cuando años más tarde, ya famosa, obtuvo su propio ‘honoris causa’, el primero concedido a una mujer en la UB.

Victoria de los Ángeles, junto a su padre, Bernardo López, bedel de la UB.

La exposición, que será visitable hasta el próximo 21 de julio, es sobretodo visual, pero merece también la pena reparar en los textos que complementan cada expositor. Hay un poco de todo. No es fácil elegir solo uno para destacarlo entre los demás, pero puede cumplir esa función uno salido de la pluma de Montserrat Roig, en el que la escritora revela en qué clase de aula fructificó su aprendizaje literario. “Se inició en un local cerrado, lleno de humo y que olía a salchichas de fránkfurt. Era en el bar de esta misma universidad”. También hay fotos del bar. Pero bar, ya no lo hay.