Fototeca en proyecto

La Esquerra del Eixample sale en busca de fotos de su pasado

La Casa Golferichs hace un llamamiento para evitar la creciente desmemoria sobre cómo fue esta zona de de Barcelona

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barcelona/barcelona_antiga-___BszxRfxhMJT___-.jpg / FONS CASA GOLFERICHS

Carles Cols

Carles Cols

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No quiere ser la Esquerra de l’Eixample como un pez: vertebrado del que se dice, parece que sin rigor científico, que no tiene memoria. Medio minuto, se afirma con insistencia. La cuestión es que para evitar una triste amnesia, la Casa Golferichs, mano a mano con el Espai de Fotografia Francesc Català-Roca y con la asociación Camí Amic, anda en busca de imágenes que permitan recordar cómo ha sido el barrio a lo largo del siglo XX y, si es posible, lo cual ya sería extraordinario, desde antes incluso, desde 1839, fecha de la primera fotografía tomada en Barcelona, aunque aquel retrato pionero fuera en la otra punta de la ciudad.

Esto es literalmente un ‘Se busca’. ¿Qué? Negativos o fotos positivadas que recuerden aquel edificio que ya no está o cómo era antes de una ‘porcioliana remunta’; qué colmado o mercería había en tal o cual dirección postal en la que hoy se lava la ropa o se venden cigarrillos electrónicos; los tranvías de antaño, como aquellos que los barceloneses se negaban a utilizar durante la celebérrima huelga de marzo de 1951…

Suponen los promotores de la iniciativa que ese caleidoscopio de imágenes duerme en cajos de los hogares de quienes en un momento u otro de sus vidas han vivido o trabajado dentro de ese pentágono irregular que perfilan la Gran Via, Balmes, la Diagonal, Josep Tarradellas y Tarragona. Lo que pretenden no es adueñarse de esas fotografías (una vez copiadas, serán devueltas a sus propietarios), sino crear un archivo público que pueda ser consultado por todos. Evitar la desmemoria colectiva.

Hay un motivo para que esta iniciativa haya visto la luz justo ahora, no antes. Del conjunto de grandes obras en curso en este momento en Barcelona, tres, con la etiqueta de ‘superilles’ o ejes verdes, tanto da el nombre, se están ejecutando precisamente dentro de ese pentágono de los barrios de la Esquerra de l’Eixample, el antiguo y el nuevo. Están en obras Borrell, Rocafort y Consell de Cent en una transformación urbanística que escandaliza a algunos, pero probablemente, si ese plan de recopilación de fotografías funciona, la visión de esas imágenes en continuo, como si fueran una película, certificarán que la transformación ha sido incesante desde que el mismo momento en que comenzó a ponerse en pie el Eixample hace más de 150 años.

El tranvía 55, con destino Collblanch, circula lleno  por una vacía Gran Via durante el primer tercio del siglo XX.

El tranvía 55, con destino Collblanch, circula lleno por una vacía Gran Via durante el primer tercio del siglo XX. / JOSEP BRANGULÍ

Para abrir boca, la propia Casa Golferichs ha sacado de su propio cajón de fotos algunas imágenes realmente muy sugerentes, en las que el protagonista es el propio edificio. Es fascinante, sin duda, esa en la que circula lleno hasta las escalerillas el tranvía de la línea 55, sin fecha, pero desde luego dentro del primer tercio del siglo XX. Pasa lleno el tranvía por una Gran Via vacía y por delante de la Casa Golferichs, que entonces no hacía mucho que había sido edificada tal y como el más gótico de los modernistas, Joan Rubió Bellver, la concibió para el comerciante, mecenas y más o menos indiano Macari Golferichs.

Esa foto es, lo dicho, fascinante, ni que sea para atestiguar cuán distinto es el tranvía de entonces del actual. Pero impresionante lo es otra, porque retrata a la Casa Golferichs camino del cadalso. Han sido muchos los edificios modernistas que en esta ciudad han pasado por la guillotina o, si prefieren la metáfora así, por el garrote vil. La Casa Golferichs fue sentenciada de muerte en nombre del progreso cuando las monjas que tenían allí una escuela se la vendieron a Núñez y Navarro, inmobiliaria especialista en su época sobre todo en esquinas.

La Casa Golfrichs, durante los años de la Guerra Civil, colectivizada por los anarquistas.

La Casa Golfrichs, durante los años de la Guerra Civil, colectivizada por los anarquistas. / FONDO CASA GOLFERICHS

Prometía la empresa en los años 70 máxima calidad por un mínimo precio con un cartel que prácticamente tapaba media casa. Aquello desencadenó una protesta vecinal de aúpa, con indignados que ocuparon el inmueble para que no entrara la piqueta. Diez años duró la lucha, que se dice pronto. Fue una década febril en este sentido. Fueron también los años en que también los vecinos, en este caso los de la Ribera, evitaron que el antiguo edificio del hierro forjado del Born fuera vendido como chatarra para construir algo tan prosaico como un aparcamiento.

La Casa Golferichs se salvó y, con ello, se preservó parte de esa raruna constelación de obras que Joan Rubió Bellver dejó para la posteridad en la ciudad, desde lo más fotografiado por los turistas, como ese puente gótico de mentira que en la calle del Bisbe une el Palau de la Generalitat con la Casa dels Canonges, hasta lo muy poco conocido, como esa inclasificable capilla que se esconde en uno de los edificios de la Escola Industrial.

Las imágenes que ahora se espera que envíen los vecinos para fundar una fototeca del barrio no hace falta que sean tan explícitas. En realidad cualquier retrato que ilustre el cambio o, todo lo contrario, la persistencia pese al paso del tiempo, sirve a la perfección. No es, sin embargo, una meta sin dificultadas. Demogràficas, incluso. La Antiga Esquerra de l’Eixample y la Nova Esquerra de l’Eixample suman una población de aproximadamente 100.000 personas. Es una cifra importante, pero menos de la mitad, apenas un 46%, han nacido en Barcelona. La mayoría de los residentes en esa zona de la ciudad hace menos de 15 años que son barceloneses de padrón. Cabe suponer que miles de fotos se han perdido entre tanto movimiento demográfico.